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Gonzalo Aguirregomezcorta 8y

Los guerreros no necesitan ayuda de los dioses

LOS ÁNGELES -- No es el mejor día para disfrutar del día libre en el sur de California. Los presagios sobre el fenómeno meteorológico de El Niño se están cumpliendo y desde hace un par de días llueve a mares en el lugar donde casi nunca lo hace.

La expedición de Golden State Warriors pasó la noche del martes en un resort a pie de playa y dedicarán este miércoles a relajarse antes de viajar a Portland el viernes de cara a la cita ante los Trail Blazers. Los guerreros no son capaces de burlar las nubes y la borrasca les está persiguiendo allá donde van. El sistema tormentoso comenzó antes incluso de que se erigieran campeones de la NBA el año pasado y les está dejando una lluvia de victorias histórica.

Tras vences a Los Ángeles Lakers (109-88) el lunes en el Staples Center, los Warriors firmaron el mejor comienzo de temporada de la historia tras 35 partidos disputados (33-2). Los Chicago Bulls de la temporada 1995-96, los Lakers de la 1971-72 y los Philadelphia 76ers de la campaña 1966-67 (32-3) fueron superados por este grupo joven, unido, experimentado y hambriento por repetir el anillo. Todos los equipos mencionados salieron campeones en sus respectivas temporadas.

El abuso deportivo de los Warriors contra sus rivales es exacerbado y de cara a la galería reina la mesura cuando ven el balance de victorias y derrotas que acumulan a pocas semanas del parón por el Juego de las Estrellas. Los triunfos llegan de todos los colores: con holgura, tras tiempos extra o sufriendo más de la cuenta, sin embargo estos acaban por llegar. ¿Qué piensan sobre el asunto cuando están consigo mismos? ¿Cuál es la sensación cuando observan el 33-2 que les coloca en la cima de la NBA?

"Es increíble. Es honestamente surrealista. Sentimos que somos un buen equipo pero esto llega muy rápido. Muchos jugadores están haciendo grandes sacrificios. Es algo muy especial. Obviamente el trofeo no se levanta en este punto de la temporada pero estamos muy orgullosos de ello. 33-2 es difícil hacerlo en High School así que imagina en la NBA", comentó Klay Thompson, la estrella del partido ante los Lakers gracias a sus 36 puntos (22 de ellos en el primer cuarto).

Es difícil no ilusionarse con semejante balance. Hasta el coach interino, Luke Walton, tiene que hacer un ejercicio de autocontrol para dejarse llevar por la sensación de incredulidad. El exjugador lagunero pone el freno de mano a sus esperanzas y recapacita.

"Este récord es una locura, pero no nos concentramos en eso, no pensamos en ello. Sólo analizamos lo que hacemos bien y lo que debemos mejorar. Observamos a los Spurs, a Cleveland, a Houston, a Oklahoma City, a los equipos que están en lo alto de la clasificación, y en qué debemos hacer para para vencerles. Debemos mantener nuestra concentración en jugar al nivel que nos permita ganar otro campeonato", apuntó después del triunfo de los Warriors en el Staples Center.

Y Stephen Curry (17 puntos y seis asistencias), quien se retiró al final del tercer periodo después de dañarse la espinilla izquierda por tercera vez en poco más de una semana, es el que más en la tierra tiene los pies.

"Pienso que estamos en una buena situación, pero lo que hemos hablado y nuestra mentalidad es que no hemos jugado nuestro mejor juego todavía. Tenemos actuaciones de 36 minutos donde jugamos bien y 12 minutos de sufrimiento. Sabemos que no hemos llegado a nuestro mejor juego. Es cuestión de concentrarse en cómo ser mejores y seguir ganando", agregó.

La excelencia de los Warriors sobre la duela está cimentada gracias al movimiento de balón, a la variedad de opciones ofensivas (desde el juego interior al perimetral), al buen entendimiento entre los jugadores, a la solidez en defensa, al brillo individual pulido a base de trabajo en equipo y humildad... Son tantos los atributos del conjunto de la Bahía de San Francisco que centrarse en uno sería un sacrilegio.

No hace falta clamar a los dioses de la lluvia, ni Tláloc, Chaac, ni siquiera Zeus o Júpiter estarán disponibles. Tampoco hará falta danzar para salvar las cosechas porque los guerreros ya están empapados de éxito. Siguen chapoteando en un charco de triunfo, embarrados de buen básquetbol y con la cabeza fría, conscientes de que todavía queda mucho por hacer. Prohibido rerajarse, que el agua contra el piso no adormile a este grupo ansioso por seguir viento en popa a toda vela.

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