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El próximo coach de Knicks deberá usar la ofensiva triángulo

NUEVA YORK – Phil Jackson ha estado totalmente empeñado en imbuir su doctrina del triángulo en los New York Knicks desde el momento que el dueño James Dolan le entregó las riendas de la franquicia en marzo de 2014. Como presidente de la escuadra neoyorquina, el Zen Master ha destripado el plantel por completo, construyéndolo a su propio gusto con el convencimiento de que uno de sus ex pupilos podría transmitir todos los ideales del sistema que les produjo 11 anillos como dirigente de los Chicago Bulls y Los Angeles Lakers.

Jackson pensó que tenía su candidato preferido, Steve Kerr, cuando este desdeñó la oferta de su ex entrenador para entonces convertirse en el coach que conduciría a los Golden State Warriors al título de la NBA el verano pasado. Sus otras opciones eran seguramente relativamente pocos, al final reduciéndose a los bastidores de rebajas y un inexperto en Derek Fisher, que escasamente llevaba nueve días de retiro tras una carrera de 13 años.

La mañana de lunes, un día luego de la quinta derrota al hilo y novena en los últimos 10 partidos, el Zen Master entró en razón con la despida de Fisher, que como base titular condujo a los Lakers a cinco campeonatos bajo el guía de su profesor, quien lamentó que no hizo lo suficiente para fomentar su desarrollo.

Si bien que se puede descontar el horror que fue su campaña novata en la cual Fisher experimentó una sensación derrotada que nunca habría imaginado, que además culminó siendo la peor en la historia de la organización, Fisher fracasó en su segunda temporada con un plantel, que a pesar de tener sus reconocidos huecos, había sido instruido con la llegada del novato Kristaps Porzingis, los fichajes de veteranos como Arron Afflalo y Robin Lopez y un Carmelo Anthony que finalmente confiaba con lo que tenía a su alrededor.

No obstante, Fisher recibió su carta de despido tras varios eventos decepcionantes, comenzando con el pleito que tuvo con su ex compañero, Matt Barnes, varios días antes del inicio de torneo, su precaria rotación, las declaraciones que hizo el miércoles pasado, opinando que quedar fuera de la postemporada no era un “fracaso”, y sus observaciones alarmantes que compartió el viernes pasado ante los medios sobre Rajon Rondo, quien será agente libre este verano, declarando que el base estelar de los Sacramento Kings, no era élite y que no podía sostener un nivel exitoso jugando en el sistema.

A pesar de que esas transgresiones no formularon la decisión dada, Jackson había visto bastante para determinar que Fisher no era el entrenador ideal para este gran reto de liderar a un grupo que pudiera acabar con una sequia de campeonatos, que no se ha logrado de 1972-73.

Obviamente, Jackson sigue con su capricho, y a través de su próximo entrenador, anhela imponer esa misma base de fundamentales en la Gran Manzana que produjeron seis títulos en Chicago y otros cinco en Los Angeles.

"No es de suma importancia, pero es importante. Alguien tiene que coincidir con el estilo de la manera en que hacemos las cosas, y hay un cierto estilo que tengo que creo que funciona y lo que he encontrado trabajó antes”, señaló Jackson horas después de haber enviado a Fisher hacia la línea de desempleo.

Kurt Rambis, que acumuló un pésimo registro de 32-132 en dos temporadas como coach de los Minnesota Timberwolves, recibirá la encomienda, en el interino, de redoblar un conjunto que se encuentra a cuatro juegos y medio la octava y última plaza para la clasificación de los playoffs en la Conferencia Este, pero es seguro que Jackson revisará su lista de ex jugadores, como Luke Walton y Brian Shaw, y confiar que sean capaces de compartir su filosofía sobre el triángulo para que se refleje a través del producto en la cancha.

Jackson jura que en esta NBA, triángulo que le llenó los dedos de 11 anillos puede funcionar.

Ojalá que sus pupilos compartan el mismo sentimiento.