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Gonzalo Aguirregomezcorta, ESPNDeportes.com 8y

Kobe responde al cariño del público en Nuevo Orleans y salta a la duela

NUEVA ORLEANS – El mundo gira estos días alrededor de Kobe Bryant, y el partido ante los New Orleans Pelicans no fue más que otro ejemplo claro. Si su llegada al hotel de concentración no aglutinó a muchos aficionados y su entrada al Smoothie King Center fue de lo más tranquila, la cosa cambió dentro de las instalaciones del equipo de Luisiana contra el que Los Angeles Lakers cayeron 110-102.

Ninguno de los dos equipos se jugaba nada más que el orgullo y aunque el estadio no registró un lleno absoluto, el foco de atención de los presentes estuvo en un Kobe agradecido con el respetable en todo momento. Las reacciones ante su presencia fueron lo más destacado del juego y la grada enloqueció en varios momentos clave. La declaración de intenciones quedó de manifiesto en las inmediaciones al estadio, donde ya se aglutinaron una gran cantidad de camisetas con el dorsal número 24 a la espalda. Los vítores se iniciaron tan pronto como la Mamba Negra comenzó a realizar ejercicios de calentamiento y poco después, cuando su nombre sonó durante su presentación.

Y entre los murmullos y las ganas de verle en acción por última vez en Nueva Orleans antes de su retirada, Kobe soltó un zarpazo desde el perímetro en el primer esférico que pasó por sus manos. Jugó el primer periodo al completo y anotó 14 unidades, nueve de esos puntos fueron desde la línea de tres.

Decidió descansar en el segundo cuarto y jugó parte del tercero. Cuando todo indicaba que Kobe no saldría más a la duela, el público comenzó a corear su nombre con insistencia. El “¡Queremos a Kobe!”, se esparció por la tribuna a la velocidad de la luz y la respuesta del escolta fue inmediata. Se despojó de su camiseta de suplente, se colocó la equipación y sin consultar con Byron Scott se dirigió exultante al centro de la cancha. Allí hizo las delicias de un público entregado que le saboreó por última vez durante tres minutos más. Kobe jugó un total de 22 minutos en los que no superó los 14 puntos que registró en el primer periodo.

Tan pronto como se sentó en el banquillo definitivamente, los aficionados comenzaron a abandonar el estadio. Sin su presencia, el juego ya no daba para más para un nutrido grupo de asistentes. Sonó la bocina final y comenzaron los abrazos rutinarios, las despedidas, los elogios cara a cara. Después de varios minutos y como el único lagunero en la duela, Kobe acabó retirándose por el túnel de vestuarios. Su nombre volvió a ser coreado y de camino a la soledad del vestidor, al cinco veces campeón de la NBA no le quedó más remedio que suspirar.

Ese suspiro mostró una melancolía que ya le pesa antes incluso de haberse retirado. Los baños de masas vestido de corto se agotan, como agotadas están sus piernas. Tres más, tres chapuzones le restan, tres océanos de admiración, de amor e incluso de odio. Pero siempre de respeto. Eso fue precisamente a lo que se dedicó el público de Nueva Orleans, a mostrar todos sus respetos a un Kobe de lo más agradecido.

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