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Gonzalo Aguirregomezcorta, ESPN Digital 8y

Luke Walton: Gloria o sepultura en los Lakers

LOS ÁNGELES - Para que la gerencia de Los Angeles Lakers recupere el crédito perdido en los últimos años es necesario que le den un giro a su gestión. Las decisiones han de tener un punto de atrevimiento, mucha lógica y toda la efectividad del mundo. Prohibido vacilar, perder el tiempo y sobre todo fallar, porque ya no hay hueco para más errores. En su afán por darle la vuelta a una realidad que en los últimos cuatro años mostró a los peores Lakers de la historia de la franquicia, la cúpula lagunera se ha puesto manos a la obra. Sí, queda mucho por hacer, pero la contratación de Luke Walton es un primer paso adecuado.

Imperó la lógica con el fichaje del todavía asistente de Golden State Warriors, aunque sea por el auspicio de un cambio generacional siempre bienvenido. Toda renovación ha de llevar consigo una variación en la actitud, algo de frescura en los conceptos y más riesgo. Con 36 años de edad, Walton es el entrenador más joven en hacerse cargo de los Lakers desde el efímero paso de Earvin Magic Johnson en 1994 (35 años de edad), aunque la necesidad actual del club es mayor.

Los Lakers vienen de jugar las dos peores temporadas de su historia y la tercera en la lista del disparate hace cuatro campañas. Es hora de ser competitivo, de olvidar a Kobe Bryant, de dejar atrás las reminiscencias del 'Showtime' que con tanto placer acuñó la directiva cuando contrataron a Byron Scott. Llegó el momento de amoldarse a los nuevos tiempos y crear un plantel equilibrado que cumpla con los requisitos actuales de la liga. Walton parece el indicado.

Esta vez no viajaron en el tiempo, a décadas atrás, se quedaron en el pasado más reciente con un exjugador lagunero que ganó los anillos en 2009 y 2010. También formó parte de la estructura al dirigir a Los Angeles D-Fenders de la D-League y su cercanía con la franquicia siempre ha sido total. Tiene poca experiencia como coach en el que será su debut como entrenador primario. Sin embargo, procede de buena escuela tras ser asistente de los vigentes campeones.

Poniendo en una balanza las necesidades de los Lakers, el negocio parece redondo. Se trata de un fichaje sensible de un hombre de la casa y querido por los aficionados que ha hecho una maestría de dos años en los Warriors y graduado con honores tras saber agarrar las riendas del equipo cuando el jefe no estaba disponible. Aunque Golden State juegue de memoria, la labor de dirigir los automatismos a buen puerto no es fácil. Walton lo consiguió registrando un récord de la NBA de 24 triunfos seguidos desde el inicio de la campaña que aportaron a batir la otra marca de la liga: los 73-9 (devolvió el equipo a Steve Kerr con 39-4 en el casillero). Si algo dejó claro en su periplo es que se trata de un coach que sabe cómo tratar a los jugadores, algo que vendrá bien al desarrollo de los más jóvenes, D´Angelo Russell, Jordan Clarkson y Julius Randle.

Los Lakers merecen la oportunidad de contar con sus servicios, pero... ¿Y Walton? ¿Le conviene dejar de ser asistente del Entrenador del Año esta campaña para tratar de erigirse como el salvador de los angelinos? ¿Son suficientes dos temporadas para absorber la esencia de una maquinaria dorada que juega como los dioses?

Sin riesgo no hay gloria y la oportunidad es inmejorable para hacerse cargo de un equipo que le dio lo que nunca hubiera logrado como jugador en cualquier otra franquicia. El momento es ideal porque todo está por construir en los Lakers. Con alrededor de 60 millones de dólares disponibles para la agencia libre, también cuentan con un 55.8 por ciento de posibilidades de adquirir una de las tres primeras elecciones del draft. Su capacidad de atracción podría servir para que algunos jugosos agentes libres se decanten por los Lakers y el reto al que se enfrenta es inmejorable tras las debacles recientes de los californianos.

Ha sido el más adorado, pretendido por Phil Jackson en los New York Knicks y por Houston Rockets recientemente, finalmente optó por los Lakers. Será en Los Ángeles donde su carrera como novel pase al estrellato o quede sepultada hasta nuevo aviso. Nada se sabe porque todo está por venir. Walton recala en una estructura maldita desde hace cuatro años. O se hunde con ella, o se produce su consagración.

A día de hoy el porvenir es más esperanzador que cenizo, cosa buena para todos los implicados en este proceso renovador que, a priori, está tomando forma.

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