<
>

Kyrie Irving potencia la ilusión de los Cavaliers en los playoffs

Getty Images

Cuando la gente se junta a charlar en un bar o ves a dos cabezas parlanchinas discutir las chances de los Cleveland Cavaliers, casi siempre el foco de atención se centra en LeBron James, su rol como salvador de la franquicia en busca de un anillo y bla, bla, bla…Yo digo, ¿qué hay de Kyrie Irving?

Irving está cosechando los frutos de la experiencia en esta postemporada, la segunda consecutiva de su carrera tras no acceder a ella en las cuatro anteriores. Su promedio de puntos por partido se ha elevado de 19 a 26,2 mientras sus asistencias también se potenciaron de 3,8 a 5,4 mientras la diferencia en sus minutos en cancha es mínima.

Es más, fue él y no LeBron el que lideró al equipo en puntos por partido durante la barrida a los Detroit Pistons en la primera ronda, y la diferencia no fue pequeña (27,5 a 22,8).

Sin embargo, lo que demarca el salto de calidad más que nada en el juego de Irving es su evidente mejora en el aspecto defensivo, un punto débil suyo que lo acercaba más a ser James Harden que Russell Westbrook.

Y no es como que ya no habíamos visto su nuevo compromiso para dejar a sus oponentes frustrados durante la temporada regular. El dejar a Irving mordiendo el polvo tras un “pick and roll” ya no es automático como antes.

Reggie Jackson, base titular de los Detroit Pistons, nunca superó la barrera de los 17 puntos y promedió 11,4 por encuentro siendo marcado principalmente por Irving. Luego Jeff Teague, quien promedió 16,5 puntos y un 40 por ciento de efectividad en tiros de campo por juego en la serie de sus Atlanta Hawks contra los Boston Celtics, se topó con el armador de los Cavs y tuvo apenas ocho puntos con un 22 por ciento de efectividad en su primer choque de la segunda ronda.

Su rating defensivo tras cinco juegos en estos playoffs era de 110, o 7,2 puntos más alto que el de James.

¿Acaso estoy diciendo que Irving se convirtió de repente en Kawhi Leonard? No, para nada, pero vale la pena reconocer el esfuerzo de un jugador que se esmera por mejorar y no se conforma con el talento supremo que ya tiene para potenciarlo aún más.

Eso es importante cuando uno considera el contraste de las críticas apuntadas hacia él.

Irving no cuenta con dos anillos de campeón en los que apoyarse como LeBron, pero su hambre de gloria es idéntica. Es más, si piensas en las expresiones de cada uno, a LeBron probablemente lo evocas con una cara de enojado en la cancha o una sonrisa de oreja a oreja. A Irving, por otro lado, siempre se lo nota con el ceño fruncido como que se le murió el gato o se olvidó de apagar el horno en la casa y ya es demasiado tarde para volver.

A LeBron lo idolatran como el Rey que volvió a Cleveland y prometió acabar con las cinco décadas y contando sin un título en aquella ciudad. Irving es visto como el príncipe al que le usurparon el trono que supo ocupar durante cuatro años y a veces se pone celoso al querer demostrar que él también puede solito.

Confianza no le falta, eso seguro. Recientemente, Irving dijo que él y LeBron son “los dos mejores cerradores de (la NBA)”, una teoría que se puede apoyar en el hecho de que ellos dos se ubican segundos y terceros en el rubro de anotar mano a mano en la liga.

Eso se nota en ciertas posesiones aisladas durante las que él se empecina en ser el héroe de la película, Kyrie contra el mundo. Sin embargo, por más que intenten separarlos y enfrentarlos uno contra otro, esta postemporada solamente los ha unido todavía más en busca de un objetivo en común.

Recordemos que los Cavaliers perdieron en las Finales de la NBA contra los Golden State Warriors la temporada pasada después de que Irving se lesionara la rodilla en la prórroga del primer juego de aquella serie. LeBron se sintió tan solo en aquella misión imposible que me parece que aprendió a apreciar lo que no tenía.

Ahora llegó el momento de demostrar lo que no se pudo el año pasado, de saldar cuentas pendientes y consolidarse como superestrella de la NBA dejando al ego de lado por el bien del equipo, tal y como lo viene haciendo.

El resto llegará por si solo eventualmente.