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Momentos de la Final: Jordan, el último tiro

Las Finales de la NBA nos han regalado instancias memorables a través de su historia, y aquí en ESPN Digital queremos ayudarte a desandar la ruta de la nostalgia con una colección de los mejores momentos de la máxima cita del básquetbol mundial durante los últimos 25 años.

Ojo, no es que despreciemos todo lo ocurrido desde la década del '80 para atrás ni mucho menos. Todo lo contrario. Sin Bill Russell, sin Larry Bird y Magic Johnson, todos los hitos que estamos por comenzar a repasar en breve no estarían grabados en el inconsciente colectivo del deporte mundial como si hubiesen sucedido ayer.

Lo más probable es que si te pregunto qué imagen tienes estampada en la cabeza como símbolo de lo que significan las Finales de la NBA, me responderías que es la de Jordan saltando para intentar el tiro dramático que desembocaría en el segundo tricampeonato de los Chicago Bulls en 1998.

Ese es el momento cumbre con el que todos los niños sueñan cuando juegan con los amigos en el parque o están solos murmurándose a sí mismos "3,2,1...", así que vamos a arrancar con él.

El legado de Michael Jordan se forja a través del lente de aquellos segundos tan breves como sublimes, ¿qué les parece si nos metemos en la máquina del tiempo y regresamos al 12 de junio de 1998 para recordar todo lo que rodeó a aquel hito consagratorio?

EL ÚLTIMO TIRO DE UNA LEYENDA

"Esta es una situación que da miedo. Este partido debería estar liquidado".

Esas palabras eran de Phil Jackson, el entrenador de los Chicago Bulls que ya contaba con cinco anillos de campeón en sus vidrieras, durante un tiempo fuera con menos de 30 segundos por jugar y sus Bulls perdiendo por 86-85 contra el Utah Jazz en el sexto juego de la serie que su equipo iba ganando por 3-2. Lo peor es que ellos ni siquiera tenían al balón en su poder.

Una victoria les daría su sexto anillo en la misma cantidad de Finales, una derrota alargaría el suspenso a un séptimo juego definitivo. Sin embargo, allí estaba Jordan al lado de Jackson, estoico y determinado.

"Me he errado 9000 tiros en mi carrera, he perdido 300 partidos. Confiaron en mi 26 veces para tomar el tiro ganador y fallé. He fallado una y otra, y otra, y otra vez en mi vida. Es por eso que tengo éxito", Jordan reflexionó aquel año.

El miedo nunca fue un concepto que se le cruzó por la cabeza. Así que cuando sucedió lo impensado y él le robó el balón a un Karl Malone acosado por Dennis Rodman, él ya sabía lo que tenía que hacer...lo que sería su obligación suprema.

Jordan trotó a paso firme para pasar la mitad de cancha y se encontró con la marca de Byron Russell. 17, 16, 15, 14, 13...Jordan se hamaca hacia la derecha sin que Russell lo pierda de vista.

"Uno practica para que cuando llega ese momento uno no tenga que pensar, para que las cosas sucedan instintivamente", Jordan le diría a Ahmad Rashad en una entrevista años más tarde al recordar aquella jugada en particular.

9...8...7...Jordan amaga y pasa al balón entre sus piernas apenas ingresó dentro de la llave del Jazz, permitiendo que Russell pase de largo y dejándolo en ridículo. El mundo, de repente, parece moverse en cámara lenta.

6...Jordan, ahora completamente solo, tira desde media distancia y el estadio enmudece en anticipación. La tensión se podía cortar con un cuchilo. 5...4...Swish. Pocos se acuerdan de que Jordan tuvo 45 puntos en aquel partido, pero todos saben que él fue el máximo responsable del último trofeo obtenido por los Chicago Bulls.

"Si esa fue la última imagen de Michael Jordan, es magnífica", expresó el narrador de aquel encuentro.

Es que fue precisamente eso, una imagen que quedaría congelada para siempre en el tiempo. Inmortalizada para que 20 mil almas puedan decir que lo vieron en persona y para que otros millones digan que fueron testigos de la genialidad.

"Creo que ese fue un momento que define a mi carrera en Chicago", Jordan le dijo a Rashad.

Jordan y Jackson se enfundaron en un abrazo efusivo al celebrar el hexacampeonato.

"Dios mio, eso fue hermoso. ¡Qué final!", le dijo Jackson a Jordan mientras lo abrazaba con una sonrisa de oreja a oreja. Ellos dos no lo sabían, o quizás si, pero aquel sería su último momento juntos como entrenador y jugador de los Chicago Bulls respectivamente.

El miedo se había disipado. Solamente quedaba la gloria.