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Cavaliers y la simplicidad de los clásicos

La ciudad de Cleveland se fue a dormir el jueves con la esperanza de ver por fin un título de los Cavaliers. Tras casi 5 décadas de existencia, la franquicia está a solo un partido de levantar el trofeo Larry O'Brien y de completar una remontada inédita en Finales ante los Warriors. Un panorama muy diferente al vivido solo una semana antes, cuando Golden State arrebataría un triunfo de la cancha de los Cavaliers en el cuarto partido para ponerse con un casi definitivo 3-1 a su favor.

A partir de ahí, muchas cosas cambiaron. Los Warriors sufrieron un duro golpe cuando Draymond Green recibió una falta flagrante de primer grado por un golpe en la entrepierna a LeBron James en ese cuarto partido. La NBA suspendió con un partido por acumulación de flagrantes a Green, el jugador clave en la arquitectura táctica de Steve Kerr, que también perdía por lesión para el resto de la serie a su pívot titular Andrew Bogut desde el quinto duelo.

Pero más allá de las desgracias e incertidumbres de su rival, algo cambió también en Cleveland. Sin sucumbir al derrotismo, a la búsqueda de culpables por otra temporada sin campeonato, a la resignación y al natural deseo del cuerpo de pedir vacaciones, los Cavaliers han querido al menos morir con las botas puestas. Con un punto extra de explosividad en las piernas tras unos playoffs menos exigentes, Cleveland ha aprovechado a la perfección los puntos débiles que Golden State. Ante el barroquismo que el entramado de los Warriors necesita para ser mortífero, con una circulación de balón siempre exquisita hoy perdida, el equipo de Tyronn Lue ha regresado a una simplicidad casi de otra era. Y ha funcionado.

LeBron liberado

Los Cavs tienen pocos secretos. No es un equipo lleno de alternativas, especialmente con un Kevin Love fuera de órbita, y carecen de un banquillo capaz de levantar partidos, mucho menos frente a un equipo como Golden State. Su secreto para estar a 48 minutos de remontar la eliminatoria no es haber encontrado un antídoto a los Warriors. Ha sido sencillamente perfeccionar sus limitadas virtudes al máximo de sus posibilidades.

Y si las virtudes pueden llevar a alguien al cielo, los Cavs están tocando las nubes con LeBron James. La razón entiende que el alero es alguien genéticamente dotado de forma especial para el baloncesto, con un cuerpo, una agilidad y una coordinación fuera del alcance de la inmensa mayoría de mortales. Pero lo de sus últimos dos partidos ante Golden State va más allá. Es el juego de quien ha sacado lo mejor de la desesperación por saber todo lo que está en juego en su ciudad y en su legado como jugador con una derrota, y la calma de quién sabe cómo evitarlo.

Para ello, LeBron James tuvo un aliado inesperado en la salud de los Warriors. La lesión de Andrew Bogut abrió una autopista hacia la pintura imposible de desaprovechar. Con Golden State renunciando a la contundencia interior a cambio de rapidez y un espacio extra en la cancha que no han sabido aprovechar, los Cavs se han hecho fuerte en la pintura. En el sexto partido, LeBron James metió 10 de sus 13 intentos en la zona restringida, mientras que sus pases habilitaron para anotar en cinco ocasiones extra a sus compañeros, con mención especial a un Tristan Thompson que hizo de la zona su imperio con Bogut ausente.

A la vez, los problemas de espalda de Andre Iguodala abrieron otra importante vía de escape en la línea de flotación de los Warriors. Con su némesis defensiva lejos del 100%, LeBron James es un jugador liberado. Gran parte de este 3-3 en la eliminatoria y lo abultados que han estado los marcadores en ambas direcciones se explica por este duelo. En sus 3 victorias, los Cavs anotan en el 54,2% de las jugadas en las que Iguodala defiende a James, su mejor director y a la vez ejecutor cuando es necesario. Por el contrario, en sus 3 derrotas esta efectividad es solo del 29,6%. Si Andre Iguodala anula a LeBron James, el resto es una labor sencilla para Golden State.

El dominio interior

El recuerdo de las Finales de 2015 está siempre presente en la revancha de este año. Los Cavaliers amenazaron con ganar la serie (2-1 a su favor tras tres partidos) gracias a la sorprendente labor de secundarios como Matthew Dellavedova y Timofey Mozgov. El correoso armador australiano hizo una buena labor inicial molestando la creación de juego de Stephen Curry, mientras que el pívot ruso superaba en la pintura a Andrew Bogut dando una ventaja extra importante para buscar ganar la serie. Steve Kerr decidió entonces romper con el tradicionalismo de las cinco posiciones clásicas. Andre Iguodala salió como titular para dar un cerebro extra a la dirección del equipo para liberar a Curry, mientras que Draymond Green sacaba del confort de la pintura a Timofey Mozgov como atípico pívot.

El buen resultado de la apuesta, clave para su primer título, estuvo con toda seguridad en la mente de Steve Kerr cuando apostó por la misma solución ante la baja de Andrew Bogut. Pero, esta vez, no funcionó. Si bien Kevin Love, el 4 titular de Cleveland, ha pasado mucho más desapercibido en la cancha que en la contabilidad de la franquicia (casi $20 millones de salario en 2015-16), Tristan Thompson lo ha compensado con creces. Luchando en el aro de los Cavaliers, solo un jugador de los Warriors (Draymond Green) ha promediado más rebotes defensivos que los 4,5 ofensivos que promedia el pívot canadiense. Y, para colmo, su combinación con LeBron James ha llegado a extremos sublimes.
En lo que llevamos de serie, Cavaliers y Warriors están empatados en victorias pero, curiosamente, tambén en puntos totales (610-610). Y la pareja que más diferencias ha marcado es la asociación entre James y Thompson. En los 29,2 minutos por partido que han coincidido, los Cavaliers han dominado por 10,2 puntos a Golden State, que solo recupera terreno cuando al menos uno de ellos se toma un respiro en el banquillo. Thompson es también el jugador que mejor está aprovechando los regalos de LeBron James, con un 73,3% de acierto en sus tiros a pase del alero.

Combatiendo el fuego con fuego

Pero lo más sorprendente es cómo los Cavaliers han conseguido ganar a los Warriors en los dos últimos partidos en una de las armas favoritas de los hombres de Steve Kerr. Las transiciones ofensivas de Golden State son quizás lo más revolucionario de su juego. Su capacidad para convertir un rebote defensivo largo, un pase descuidado en una bandeja fácil o un devastador triple de Stephen Curry o Klay Thompson han tenido en los últimos tiempos valor doble en el marcador y en la moral de sus adversarios.

Los Cavaliers, confiados en Tristan Thompson como reboteador y primera línea de defensa ante un ataque rápido de los Warriors, han conseguido controlar el contraataque en los dos últimos partidos y encajando solo 9,8 puntos por partido en lo que llevamos de Finales. Un brutal contraste con los 20,9 punto de media que Golden State anotaba al contraataque en temporada regular.
Por el contrario, Cleveland ha aumentado el ritmo. 12º equipo que menos puntos metía al contraataque durante la temporada, incrustado en esa clasificación entre los nada afilados Lakers y Nets, los Cavs han encontrado por fin la ansiada fórmula para ser peligrosos por velocidad que Tyronn Lue reclamaba desde que se hizo cargo del equipo. En los dos últimos partidos, su promedio ha sido de 23,5 puntos. Una obra de arte con dos nombres propios: Kyrie Irving y LeBron James, culpables de 15 puntos combinados por partido al contraataque.

La rapidez y agresividad de Irving y James, especialmente ante la baja por sanción en el quinto partido de Draymond Green y los problemas físicos de Andre Iguodala en el sexto, ambos los dos hombres más efectivos para detener la transición rival de Golden State, han sido fundamentales. Con el rebote controlado, la velocidad de su lado y LeBron James al nivel de las leyendas, los Cavs han tenido el viento a favor para completar dos terceras partes de una remontada inédita. Hasta la fecha, solo los Knicks de 1951 y los Lakers de 1966 habían pasado de un 3-1 en contra a un 3-3 en unas Finales. Ambos, eso sí, acabarían perdiendo de forma ajustada el séptimo partido ante Royals y Celtics respectivamente. LeBron James y sus Cavaliers todavía sueñan con completar una proeza inédita.