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Gonzalo Aguirregomezcorta, ESPN Digital 8y

El 'nueve' se convirtió en el número maldito de los Warriors

De la gloria al abismo de Golden State Warriors esta temporada hay un número: el nueve. Con esa cifra de derrotas en la campaña regular (73-9), los californianos batieron el récord de los Chicago Bulls de la 1995-96. Ese mismo balance en playoffs (24-9) privó a los campeones en 2015 de sus opciones de título en 2016. Nueve fueron los partidos que los pupilos de Steven Kerr perdieron esta postemporada, cuatro de ellos ante unos Cleveland Cavaliers que desnudaron sus carencias para convertirse en el primer equipo en remontar unas Finales después de ir perdiendo 1-3. El debate con respecto a las similitudes entre los Warriors y los Bulls de antaño quedó aparcado, el unánime Jugador Más Valioso de la temporada regular de Stephen Curry quedó desteñido y el aurea de prestigio que rodeó a Golden State esta temporada se esfumó irremediablemente. Todo ello debido a varias causas que resumiremos en nueve razonamientos.

1- Curry y Thompson perdidos en la maraña de Cavaliers

Fueron los máximos anotadores de triples de la liga en las dos últimas campañas y en ésta se superaron a sí mismos (402 de Curry y 276 de Thompson este año). Durante las Finales vieron caer sus números de un 45.4 a 37.5 por ciento en el caso del armador y de un 42.5 a un 35.0 por ciento en el del escolta. Combinaron una media de 42.2 PPJ ante los Cavs, 10 unidades menos de las que sumaron en la regular. Estuvieron incómodos, urgentes, cuidaron poco sus lanzamientos y los pases... y todo ello por culpa de una férrea defensa de los campeones.

Tristan Thompson fue parte activa de la frustración de los 'Hermanos Splash', quien fue especialmente duro con Curry. En el Juego 7, el armador anotó 19 puntos en la que fue la cuarta ocasión en la que no superó las 20 unidades en estas Finales. Con el pívot encima, Curry no pasó de los 0.72 puntos por jugada, del 26.8 por ciento de acierto en tiros de campo y del balance de 6-de-16 en triples. Hubo urgencia en sus acciones y acabó perdiendo cuatro balones ante la intensidad del centro canadiense.

La frustración se tradujo al apartado defensivo, donde la acumulación de faltas impactó en el juego y el sosiego de Curry. En cuatro de los siete en encuentros, el JMV de la campaña regular acumuló tres personales antes del descanso. Su expulsión en el Juego 6 fue histórica (primera vez en su carrera) y desquiciante. No disfrutó de su juego y eso acabó marcando la pauta negativa de su equipo durante la remontada de los Cavs.

2- La desconocida carencia en la movilidad de balón

Si hubo algo que siempre caracterizó a los Warriors fue la capacidad para mover, marear y rizar el rizo con la naranja. Los espacios y las alternativas de combinación de tiros exteriores con jugadas de pintura fueron su seña de identidad. Fue el equipo de la temporada regular que más asistió (28.9 APJ), el que más gozó y uno de los que más incomodó a los coaches a la hora de confeccionar sus estrategias defensivas

Esa virtud no se vio duante las Finales y eso se tradujo en una incapacidad ofensiva sorpresiva. Con sus dos buques insignia (Curry y Thompson) controlados por Cleveland, las alternativas eran reducidas. Sin ir más lejos, durante el Juego 7, sus lanzamientos fueron repelidos en un 33 por ciento de las ocasiones. No encontraron las alternativas que marcaron su estilo el año pasado y en la senda a sus segundas Finales consecutivas. Siete últimos pases menos por partido propiciaron apariciones individuales que a veces funcionaron (caso de Shawn Livingston en el Juego 1 o Draymond Green en el séptimo) pero que fueron insuficientes.

3- Secundarios desaparecidos

La banca de los Warriors parecía destinada al éxito en esta serie. Su dominio en el primer encuentro fue abrumador gracias a una diferencia de 45-10. Livingston (20 puntos) Leandro Barbosa (11 puntos) y Andre Iguodala (12 unidades) marcaron la pauta en este sentido. La debilidad de la segunda unidad de los Cavs era evidente con respecto al equilibrio en la plantilla de Golden State.

Aunque esa premisa se cumplió a lo largo de los siete encuentros, también fue insuficiente para maquillar las malas actuaciones de Curry y Thompson, las pérdidas de control de Green y la lesión de Andrew Bogut. Los secundarios no impactaron como se esperaba.

Iguodala bajó el ritmo en los dos últimos encuentros y defensivamente no fue capaz de repetir las labores de contención con LeBron que le convirtieron en JMV de las Finales de 2015. Barbosa fue constante pero estuvo solo y Livingston no volvió a repetir la actuación de la primera cita.

4- Kerr no tuvo soluciones

Todo apuntaba a que la experiencia de Steve Kerr en su senda como jugador, asistente y coach, le proclamarían vencedor del duelo de entrenadores con Tyronn Lue. No fue así. La falta de ejecución por las vías habituales de los Warriors, la desaparición del mapa de sus dos jugadores clave, su incapacidad para controlar la pérdida de cabales de Green, su frustración para idear un plan de acción defensivo contra LeBron e Irving y su dificultad para paliar la baja de Bogut fueron algunos de los factores que le obligaron a salir a la tarima de prensa como uno de los responsables de la derrota.

5- El cansancio pasó factura

Fue una temporada larga para los Warriors. Fue el equipo que más partidos jugó durante el año. La intensidad inicial al comienzo de la temporada con un balance de 24-0 y la final en aras a despojar a los Bulls de su récord de campaña regular quemó muchas de las energías de un equipo que llegó a playoffs entonado pero en caída.

La serie ante Houston Rockets no tuvo mayores complicaciones, aunque dejaron a Curry tocado por culpa del tobillo y de la rodilla. Físicamente las tres semanas que estuvo parado le pasaron factura. Frente a Portland Trail Blazers, el balance general de 4-1, no es justo con lo disputada que estuvo la eliminatoria en todos y cada uno de los partidos. Ante Oklahoma Cuty Thunder se mascó la tragedia con un Curry sufridor y una remontada esperanzadora pero demasiado sudada (de 1-3 vencieron 4-3), con tres juegos al hilo con victoria. Cleveland llegó a la serie con tan solo dos derrotas en 14 juegos y supieron sacar provecho.

6- Green perdió la cabeza y Warriors las Finales

Todo comenzó con algunas salidas de tono esporádicas del tercer jugador que más faltas técnicas acumuló durante la temporada regular y el que más sumó en la postemporada. Nada fuera de lo normal o de un impacto notorio hasta que golpeó la nobleza de Steven Adams en el Juego 3. Desde ese punto nunca fue él mismo. Perdió la compostura y la concentración, e incluso Kerr le tuvo que llamar al orden para que no volviera a poner en peligro a su equipo.

La bronca no causó efecto y Green, que estaba a una flagrante de ser expulsado un partido, la acabó sumando en el Juego 4 ante los Cavaliers. Se perdió la quinta y clave cita que podría haber brindado la victoria en el Oracle Arena y en la sexta volvió a mostrar una imagen alejada de lo que acostumbra. Antes del Juego 7 afirmó que debía completar el mejor partido de su carrera para ayudar a los suyos. No fue así, aunque sí fue el jugador más destacado de los Warriors con 32 puntos, 15 rebotes y nueve asistencias y un balance de 6-de-8 desde el perímetro).

La pérdida de sus cabales supuso parte de la pérdida de su segundo anillo.

7- Sin Bogut, la pintura quedó huérfana

Cleveland Cavaliers sacó provecho de la ausencia de Andre Bogut por culpa de una lesión en la rodilla. Ni Green fue capaz de suplir su presencia defensiva en las ocasiones en las que fue el hombre grande, ni Festus Ezeli hizo lo propio, ni Anderson Varejao estuvo a la altura. La diferencia en el Juego 7 fue de 48-28 en la pintura y en los últimos partidos se echaron en falta los bloqueos de Bogut.

Con su baja, las alternativas de los Cavaliers fueron mucho mayores. Contaron con más libertad en las penetraciones a canasta y los Warriors con menos opciones para las segundas jugadas. Se echó en falta el peso del australiano y los encargados de suplirle no pudieron hacerle olvidar.

8- Demasiado acostumbrados a ganar

Aunque en las Finales de la Conferencia Oeste los Warriors pudieron darle la vuelta a la serie con tres juegos consecutivos ganados, ante los Cavaliers la historia les dio una bofetada devolviéndoles con la misma moneda. Llegaron agotados y demasiado acostumbrados a la victoria, tanto que no pensaron que unos Cavs en alza pudieran llegar tan lejos y en su propio feudo. Allí sólo perdieron dos partidos durante la temporada regular, donde estuvieron demasiado acostumbrados a ir por delante.

Contaron con el mejor arranque de temporada de la historia con un balance de 24-0. Alcanzaron un registro de 21-2 contra equipos situados en el top 10 en el momento de sus enfrentamientos. No contaron con derrotas al hilo (nunca antes había sucedido en la liga). Nunca cayeron ante el mismo equipo. Sumaron siete partidos con 20 o más tiros de tres anotados (otro récord en una sola temporada)... Tantos éxitos y el agotamiento por conseguirlos acabaron por pasar factura: estaban muy poco acostumbrados a que sus jugadores más incisivos estuvieran fuera del mapa.

9- Intensidad perdida

Ante los Cavaliers hubo momentos en los que los Warriors estaban irreconocibles. En dos de las victorias de los vigentes campeones los finalistas dejaron escapar el partido en el primer periodo. Después de los descansos también sufrieron demasiado. Faltó intensidad y eso afectó al resto del devenir. Sin duda se trató de una novedad que acabó por desmontar las esperanzas del que para muchos era el candidato con más posibilidades de lograr el campeonato. Antes y durante la serie, cuando las estadísticas estaban a su favor después de que ningún equipo hubiera sido capaz de remontar un 1-3 en las Finales.

Precisamente ese fue el oxígeno de unos Cavaliers ansiosos por romper esa estadística.

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