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Sufren los Warriors; celebran los Cavaliers

OAKLAND -- El olor a champagne y cigarro era penetrante. Los gritos y exclamaciones de felicidades eran más que notables.

Y entre el humo del cigarro combinado con puros, los charcos de las bebidas que apenas minutos antes habían derramado se veía cualquier cantidad de personas, desde los más famosos de la farándula hasta esos basquetbolisTas que acaban de lograr lo improbable.

El vestidor de los campeones de la NBA, los Cleveland Cavaliers, era un auténtico carnaval, como el colofón de una de las más extrañas y épicas remontadas que se recordarán en la historia de las Finales.

"Este es uno de los momentos más dulces de mi carrera", dijo el veterano Richard Jefferson. "Jamás olvidaré. Hay oportunidades y momentos en la NBA. Pero ganar este campeonato de la manera como hicimos, contra el que se suponía era el mejor equipo del planeta; viniendo de atrás es increíble".

Los Cavaliers sacaron la mejor parte de un partido que a falta de dos minutos por disputar no tenía un claro ganador.

Fue un juego en el que la mayoría de los más de 20 mil aficionados que pagaron boletos vibraron, gritaron, se emocionaron y al final lloraron la derrota del equipo que se suponía debería haberse coronado bicampeón desde una semana antes.

Pero que este domingo recibió "una sopa de su propio chocolate" y se tuvo que conformar con ver a los visitantes celebrar en su duela, como los mismos Warriors habían hecho el año anterior, cuando se titularon en Cleveland.

"Esto pica", dijo Stephen Curry. "Apesta verlos celebrar y nosotros desearíamos haber sido nosotros".

Los Warriors que parecían invencibles, que estuvieron invictos en 24 partidos al arranque de la temporada y que al final impusieron récord con 73 victorias, vivieron el peor colapso en las Finales, que concluyó con el triunfo de los Cavaliers 93-89 en el séptimo partido de la serie.

"Tuvimos tantos momentos de gozo juntos que fue como 'wow, estamos teniendo un verdadero momento de dolor como equipo", dijo el entrenador Steve Kerr. "Fue algo surrealista. Más doloroso aún porque fue en nuestro lugar".

Un Oracle Arena que desde muy temprano por la mañana ya vivía el que debió ser un festejo. La gente se acomodó en el estacionamiento; cantó y gritó desde que abrieron el inmueble.

Durante el calentamiento previo y el juegos, los aficionados de los Cavaliers parecían inexistentes. De hecho, fue hasta que LeBron James recibió el Trofeo O'Brien de campeón y el de Jugador Más Valioso de la serie, que se manifestaron en conjunto.

En la cancha, el duelo parecía que nunca acabaría. Ambos equipos intercambiaron ventajas, que nunca siquiera rozaron los dobles dígitos.

La gente era tan escandalosa como pocas veces se vio antes; con ayuda de un vetusto inmueble cuyos techos bajos y concreto abundante, comparado con la mayoría de las arenas actuales de la NBA, hacían multiplicar el sonido.

Los Warriors aprovecharon su localía. Las jugadas apretadas o controversiales nunca fueron exhibidas en sus pantallas como repetición.

En cambio, cualquier jugada que disgustara a los Warriors era apoyada por un escandalazo en reclamo de sus aficionados.

"Sabíamos que para ser campeones tendríamos que ganar al menos un partido aquí", dijo James. "En nuestra casa sólo se jugaron tres...".

James fue uno de los que prendió su puro, con una cara de agotamiento más que visible. Pero sobre todo de satisfacción de haber cumplido su tarea.
Las lágrimas rozaban sus mejillas, al igual que las de muchos de sus compañeros, directivos y aficionados.

En la parte alta, durante el último periodo, antes de que James y compañía cerraran el partido, los escasos aficionados de los Cavaliers rezaban e imploraban a los "dioses del básquetbol" para que no fuera a suceder lo que pasó antes cuando parecía que Cleveland se coronaba en algún deporte.
Fue el primer título para la ciudad en 52 años.

"Yo ví la serie ofensiva en la que John Elway nos echó del Super Bowl", dijo un aficionado de los Cavaliers que no dejó de gritar a todo pulmón durante todo el partido. "Después vino lo de Erick Byner y su balón suelto... Siempre pasa algo".

Esta vez no pasó. Los Cavaliers completaron el triunfo, mientras los Warriors agonizaban y sus aficionados comenzaban a resignarse de manera serena, tranquila en su mayoría.

Otros comenzaban con la agresividad que en ocasiones provoca la impotencia. De hecho, un pleito entre aficionados dejó a un joven de 20 años herido en un hospital.

Los Warriors perdieron todo ese don anotador que los llevó al campeonato del año pasado y que los dejó a un triunfo de repetir.

Fueron incapaces de anotar un punto en los cuatro minutos finales; fallaron sus últimos nueve disparos al aro, incluidos cinco de Curry; como si se tratara de una penitencia.

"Debía tener el mejor partido de mi vida para tratar de derrotar a un equipo tan bueno como ese", dijo Curry. "Pero no lo conseguí. Pude jugar mejor".

Los últimos segundos del partido ya sólo sirvieron para que amigos, familiares, celebridades aprovecharan para abrir las botellas del festejo en medio de una arena que parecía un carnaval.

Esta vez, ni 32 puntos, 15 rebotes y siete asistencias de Draymond Green pudieron evitarlo.

Poco a poco la arena comenzó a vaciarse de los de azul y amarillo, mientras que los seguidores de negro y guinda cada vez se pronunciaban más.

"Obviamente todos van a decir, 'ellos ganaron 73, pero no ganaron el campeonato", dijo Green. "Pero creo que este equipo cumplió con muchas grandes cosas de manera individual y como equipo. Y nunca nos van a quitar eso".

"La realidad es que fallamos al objetivo final", agregó.

Así poco a poco y casi sin hacer ruido salieron los jugadores de Warriors del vestidor. Se subieron a sus autos, después de que prometieron regresar corregidos y mejores.

En cambio, los Cavaliers seguían en ese festejo en su vestidor, hasta que casi fueron obligados a subir a los camiones, en especial para los que no ofrecieron rueda de prensa.

Era evidente que la celebración en ese vestidor apenas fue una probada del festejo que se espera a su llegada a Cleveland.

"Fue una gran serie contra un gran rival", dijo Kyrie Irving. "Mi respeto para ellos, fueron un gran rival. Pero esta vez fue diferente. Ellos ya no serán el mejor equipo del planeta. Llegó el tiempo de los Cavaliers".