NBA Selecciones
Alberto de Roa, Especial para ESPN Digital 8y

Las lecciones de la Liga de Verano de la NBA

Es siempre arriesgado sacar conclusiones de la Liga de Verano, una competición donde John Wall y Blake Griffin brillaron de forma legítima, pero que también pareció encumbrar en su día a jugadores hoy olvidados como Josh Selby o Glen Rice Jr. Pero 2016 puede ser algo diferente. Lo que vimos en Las Vegas (y, en menor medida, en Orlando y Salt Lake City) no fueron las insulsas batallas con balas de fogueo de otros años.

Hubo fuego real. Hubo una competitividad a la altura de partidos oficiales, y celebraciones que parecían recordar a las vistas en Playoffs. El formato de Las Vegas sirvió por igual para los propósitos de equipos y aficionados, con una primera fase de tres partidos sin nada en juego para hacer experimentos, y una frenética fase de eliminatorias deliciosamente imprevisible. El tiempo se encargará de validarlas, pero las Ligas de Verano nos dejaron conclusiones fascinantes sobre sus participantes y sobre el propio futuro de la competición.

La locura de julio

El partido de baloncesto más memorable del año, superando incluso el Game 7 entre Warriors y Cavs en las Finales NBA, fue la final del torneo de la NCAA. Y lo fue porque no hay nada que se quede más en la memoria de los aficionados y de los presentes en el partido que un duelo decidido en el último segundo. Y si la pasada liga universitaria tuvo a Kris Jenkins, Las Vegas tuvo a Denzel Valentine. Y algunos finales apretados en la fase de eliminatorias no tuvieron mucho que envidiar a los que han convertido a marzo en el mes del baloncesto universitario por excelencia.

Por su parte, julio es un mes extraño en el deporte. Con los aficionados más pendientes de playas y piscinas que de costumbre, los únicos grandes acontecimientos deportivos del mes se limitan fundamentalmente a un Tour de Francia disminuido por los escándalos de dopaje y a los últimos coletazos de los campeonatos futbolísticos de selecciones que generalmente se inician en junio. En este contexto, la NBA tiene una oportunidad para oro de mantener la atención del fanático un mes después del teórico final de temporada.

Si bien puede alejarse del plan inicial de acostumbrar a los recién drafteados al ritmo NBA, la liga tiene en sus manos crear un equivalente al March Madness en pleno julio. Un torneo altamente igualado, imprevisible, cuna de futuras estrellas y con la ayuda de "marcas" perfectamente identificables como los nombres de los propios equipos NBA a los que representan sus jugadores. Todo tras mantenerse durante semanas en el ciclo informativo, enlazando las Finales con el draft y el inicio de la agencia libre. El ejemplo de lo vivido en 2016 muestra un proyecto quizás involuntario de gran torneo que la NBA puede explotar.

Dos torres y un héroe

Sin un juego especialmente vistoso, los Bulls se convirtieron en el ganador invicto de la Liga de Verano. Con un juego de vieja escuela, centrado especialmente en la efectividad de su juego interior, Chicago consiguió ganar sus 7 partidos disputados gracias especialmente a dos jugadores que se han ganado con creces su continuidad en el equipo. Los rebotes de Bobby Portis y la espléndida movilidad del pívot brasileño Cristiano Felicio lanzaron a un equipo que también contó con el que acabaría siendo MVP de la final, el armador Jerian Grant, el año pasado en los Knicks y parte del pago que el equipo neoyorkino hizo por Derrick Rose.

Pero el torneo se quedará grabado en fuego para muchos aficionados gracias a un novato. Denzel Valentine no fue un prodigio de regularidad y acierto durante gran parte de la Liga de Verano. Incluso en la final falló los 5 primeros triples que intentó. Pero el jugador salido de Michigan State, repartiéndose en 2015-16 los premios universitarios más importantes con Buddy Hield, puso la magia en los momentos calientes. Un triple sobre la bocina en la final contra Minnesota mandó el partido a tiempo extra, y una precisa suspensión desde media distancia le daba al campeonato a Chicago en la última posesión de la prórroga. Si bien la consistencia de Valentine puede ser una preocupación en la Ciudad de los Vientos, su capacidad de decidir cuando el balón quema quedó fuera de toda duda.

Un MVP por accidente

El mejor jugador en Las Vegas por votación de los periodistas consultados fue Tyus Jones. El joven base de los Timberwolves, surgido de la escuela de Mike Krzyzewski en Duke, lideró a su equipo a la final de la Liga de Verano, siendo únicamente derrotado por la inspiración divina de Denzel Valentine. Jones, eso sí, fue el general por accidente. Minnesota esperaba que Kris Dunn, su gran apuesta en el pasado draft, tuviera la primera oportunidad de mostrar sus dotes de mando en el entorno NBA, pero una conmoción cerebral tras dos partidos jugados frustró el plan. El equipo se vió forzado a darle la vara de mando a Tyus Jones, y el armador de segundo año no defraudó.

Con solo 20 años, Jones fue una grata sorpresa, promediando 20,4 puntos, 6,8 asistencias y un 40,6% en triples, siendo además especialmente eficaz en sus entradas a canasta. Todo un cambio para un jugador que en su primer año como profesional raramente pareció sentirse cómodo en los pocos minutos de los que dispuso. La llegada de Kris Dunn y la continuidad, de momento, de Ricky Rubio complican aún más sus perspectivas de tener continuidad en la rotación del nuevo técnico Tom Thibodeau, pero lo visto en Las Vegas permite mantener la ilusión en el mejor jugador del torneo de la NCAA en 2015.

Soleado en Las Vegas
Para alivio del resto de jugadores, Devin Booker solo jugó dos partidos en Las Vegas. El escolta de los Suns, nacido en Michigan de madre puertorriqueña, dominó a su antojo en sus apariciones en la Liga de Verano. La espléndida segunda mitad de su temporada de novato y su fugaz pero intenso paso por Las Vegas hacen presagiar grandes cosas para Booker, quien más allá de su buen tiro exterior está añadiendo capas de complejidad a su juego, especialmente a nivel táctico. Todo para un jugador que aún no ha cumplido 20 años.

Sin Booker, el peso de los Suns recayó en otro jugador salido de la factoría de Kentucky: Tyler Ulis. Y el pequeño armador no decepcionó. Ulis fue con toda seguridad el mejor novato en Las Vegas, todo un hito para un jugador elegido en segunda ronda del pasado draft. Sus 5'10 de altura (1'78 metros) asustaron a muchos equipos, pero no a Phoenix, que puede haber encontrado una perla en un base a quien John Calipari consideró como el mejor "general" que nunca tuvo a su cargo. Ulis, de paso, ayudó a olvidar la relativa decepción que fue en Las Vegas un desubicado Dragan Bender, 4º del pasado draft.

Los nuevos Lakers

No fue formalmente el entrenador durante la Liga de Verano, pero el sello de Luke Walton empezó a hacerse visible en los Lakers desde bien temprano. Pese a una decepcionante derrota en octavos de final y una lesión de Larry Nance Jr. que quedó afortunadamente en un susto, el equipo angelino mostró un nuevo aire con tres ilusionantes victorias para abrir el torneo. Y nadie representó mejor el nuevo espíritu de los Lakers que D'Angelo Russell.

El base fue fiel reflejo de un equipo joven que no ocultó su condición. Hubo imprecisiones y fallos de concentración, pero a la vez Russell jugó con alegría, con descaro, sin miedo a equivocarse. El tipo de juego que un base de 20 años debería mostrar en cancha y que pareció bloqueado en su año de novato. Pero, algo oculto por el brillo de D'Angelo Russell, quedó también la revelación de Larry Nance Jr., un jugador ideal para hacer el trabajo sucio en unos Lakers cuya defensa lleva años siendo catastrófica. Su energía puede ser capaz de distorsionar muchas posesiones rivales en la próxima temporada.

El Top-3 del draft

La presentación del número 1 del pasado draft fue agridulce. Ben Simmons fue elegido en el mejor quinteto de la Liga de Verano, una barbaridad que solo hubiera sido comparable con haber considerado al Jason Williams de la década pasada como el mejor base de la liga. Su impacto fue similar, mucho más efectista que efectivo y mucho más productivo para generar Vines que para generar victorias. Extraños honores para un Simmons que mostró destellos del gran jugador que puede ser, pero a la vez mostró al mundo una perfecta guía para rivales sobre como minimizarle en cancha. Sin tiro y sin demasiada querencia por el contacto, su juego es hoy por hoy fácil de desactivar salvo cuando encuentra el pase perfecto.

Como descargo, Las Vegas sirvió también para que Simmons haya comprobado de primera mano sus carencias ante jugadores de nivel profesional, primer paso para corregirlas. Lo mismo habrán aprendido los jugadores que le sucedieron en el pasado draft. Lakers y Celtics se vieron guiados por dos bases con mucha necesidad de reivindicarse como D'Angelo Russell y Terry Rozier, respectivamente, dejando en un rol más secundario a Brandon Ingram y Jaylen Brown. En el caso de Ingram, número dos del pasado draft, Las Vegas mostró que su gran reto es acostumbrarse a un juego más físico que el que vivió en su año en Duke. Para Jaylen Brown, su capacidad de ser importante a ambos lados de la cancha fue ilusionante, especialmente a medida que el torneo avanzaba. Su agresividad e hiperactividad serán sus grandes virtudes a las órdenes de Brad Stevens.

Un verano en español

El brasileño Cristiano Felicio se convirtió gracias a su papel en el campeonato de los Bulls en el mejor internacional en las Ligas de Verano, con los gigantes europeos Ivica Zubac (Lakers) y Jakob Poeltl (Raptors) como otros destacados. Pero dos jugadores de países de habla hispana llamaron poderosamente la atención tanto en Orlando como en Las Vegas.

Antes de concentrarse con su selección de cara a Río 2016, el argentino Patricio Garino tuvo la oportunidad de mostrarse un poco más ante el mundo NBA en la Liga de Verano de Orlando. Jugando para uno de los dos equipos que tuvo la franquicia organizadora, el alero tuvo oportunidad de enseñar su juego inteligente y permanentemente activo, siendo eficaz en ataque (12 puntos y 3,3 asistencias de media) y en defensa (2 robos por encuentro). Pese a no ser elegido en el pasado draft, Garino debería al menos tener opciones de intentar entrar en la NBA como agente libre.

Por su parte, Juancho Hernangómez tuvo en Las Vegas su primera toma de contacto con los Nuggets, el equipo que le seleccionó en la 15ª posición del pasado draft. Rodeado por una plantilla también joven y descarada a su alrededor, con atención especial a un Jamal Murray que iluminó la competición con momentos de espectacular inspiración, Hernangómez fue el jugador más peleón de Denver. Su fortaleza en la pintura sorprendió a quien solo esperaba a un clásico 4 abierto europeo con una cierta alergia a la pintura y al contacto. Solo la cargada rotación de los Nuggets en los puestos de alero y ala-pívot hacen dudar sobre si la franquicia preferirá dejarle un año más en España antes de darle la oportunidad definitiva en la NBA.

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