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Argentina, más allá de la Generación Dorada

Cuando a Luis Scola se le cuestiona sobre la Generación Dorada del básquetbol argentino, su respuesta siempre va acompañada de otra pregunta. "¿Cuál fue la Generación Dorada, el equipo de la plata en el Mundial de Indianápolis, el de la medalla de oro en Atenas, el del bronce en Beijing?"

El concepto parece incomodarle cuando la mejor quinta que dio el baloncesto en Argentina ya está diluida en un grupo de savia nueva. Tan solo quedan tres jugadores del milagro de Indianápolis en el que se venció por primera vez a Estados Unidos en la fase de grupos (Andrés Nocioni, Manu Ginobili y Scola), cuatro referentes de Atenas 2004 (junto a Carlos Delfino) donde también destronaron a los estadounidenses en las semifinales, y otros tantos de Beijing 2008.

Para el abanderado en Río de Janeiro ya no tiene sentido seguir hablando de tal generación de talentos, porque esa etapa ya está cerrada. Nada nuevo, lo dijo en Caracas, cuando en 2013 la albiceleste se tuvo que conformar con la medalla de bronce en el FIBA Américas y lo repite hasta la saciedad después de 17 años liderando a un grupo que tocó la cima ante la atenta mirada de todo el planeta.

"La generación dorada ya terminó. Esto no tiene nada que ver. Cuál es la generación dorada, el equipo de Indianápolis, el equipo de Atenas, el equipo de Beijing, son todos diferentes y con un gran porcentaje de diferencia. Si agarramos por ejemplo la más fácil, que es Atenas que ganó el oro, podríamos calificar a ese equipo como la generación dorada, sólo quedan cuatro jugadores, y de los cuatro algunos han estado intermitentemente en la selección. La generación dorada como tal no está más".

Si hay algo que Scola hace a la perfección es decir verdades como puños con una frialdad que a muchos asombra - sobre todo a la prensa estadounidense- pero que no viene de ningún otro lugar más que de la honestidad. Para muchos, el fin de la Generación Dorada no se producirá hasta que el relevo sea efectivo al cien por cien. Mientras haya algún representante de aquellos tiempos de gloria, se seguirá hablando de ella. A los periodistas nos pone el asunto, nos atrae comprender de dónde viene y hacia dónde va la selección argentina, qué sucedió desde Neuquén hasta este punto... y ni que decir tiene que nos encanta poner calificativos que queden para la posteridad. Y sí, aquella generación tuvo opciones de subir a cualquier escalafón del podio, nos acostumbramos a ello y cuesta trabajo asumir que en esta ocasión no vaya a ser así, según el sentir de algunos integrantes de la plantilla.

Los últimos flecos del confeti y el champán hicieron el amago de hacer acto de presencia en las Olimpiadas de Londres 2012 (en la que hubo cinco representantes), pero Rusia acabó con la esperanza de la medalla de bronce. El onceavo puesto en el Mundial de España 2014 sirvió para confirmar que los tiempos han cambiado. Río de Janeiro será el año de despedida de los cuatro últimos guerreros, el suspiro final de un grupo que lo logró todo y que está viviendo la transformación de la albiceleste. Las cosas han cambiado mucho.

"No somos los candidatos a medalla que fuimos históricamente", afirmó Ginóbili. "Pero no importa, vamos a ir a hacer nuestro mejor trabajo posible, a competir con la cabeza bien en alto, mirando a los ojos a cualquiera y haciendo un gran papel. Si con eso nos alcanza para llegar bien arriba, fabuloso. Si no, no importa, trataremos de representar a nuestro país, que es lo que nos corresponde".

La humildad es obligada en este punto y tiene que ver con la exclusividad de lo que a talento se refiere, que queda reducida al grupo de los podios. El escolta de San Antonio Spurs tiene claro que la reconstrucción será difícil, por eso sus miras a la hora de apoyar las iniciativas para los más jóvenes que la NBA extenderá en Argentina son diferentes.

"El objetivo no es tener el próximo yo en el programa de juventud. Lo importante es construir la base de la pirámide. Cuántos más jóvenes jueguen al básquetbol, mejores serán, más disfrutarán... Si acaban jugando en la NBA, sería increíble, si no, serán mejores personas", afirmó.

La presión para los más jóvenes a la hora de agarrar el testigo es real. El suyo se ha convertido en el relevo más difícil posible, al tiempo en que han tenido a los maestros más deseados. Los Facundo Campazzo, Nicolás Laprovittola y Patricio Garino aprovechan hasta la última gota de experiencia que ofrecen los Scola, Ginóbili, Nocioni y Delfino.

"Es un cambio generacional, lo que ellos dieron al país es inexplicable. Tantas medallas que han ganado han dejado el país en lo más alto del mundo. Es una linda motivación es una realidad que su tiempo se está acabando, pero hay que tener en cuenta la humildad y la forma de trabajo que tienen, que todavía están presente para indicarnos a seguir. Presión hay en los otros equipos. Creo que es una presión linda, va a ser un gran compromiso para nosotros el tratar de ser lo que ellos hicieron durante tantos años, éste será nuestro comienzo, intentaremos llegar al nivel al que ellos estuvieron hace un par de años, vamos a trabajar para estar en ese mismo nivel", afirmó Garino, quien con 23 años de edad pasó cuatro años en la Universidad George Washington y jugó la liga de verano con Orlando Magic, donde participó una media de 31 minutos en los que alcanzó 12 PPJ y 3.3 RPJ y APJ.

La prueba para medir en qué punto se encuentran los que vienen comenzará en Río. La dependencia en los jugadores más veteranos aún sigue siendo excesiva y lógica, y eso viene bien para marcar el camino por última vez. El reciente encuentro frente a EEUU en Las Vega dejó varios puntos positivos. Por un lado el relevo de la albiceleste vivió en sus propias carnes lo que significa enfrentarse a los candidatos al oro. Por otro, se vieron momentos rescatables de algunos jugadores que sorprendieron al público. La destreza de Campazzo, la calidad y la garra de Laprovittola, el tesón con el que Roberto Acuña luchó con DaMarcus Cousins en la pintura...

También tuvo algunos momentos, Nicolás Brussino, quien es desde este verano nuevo jugador de Dallas Mavericks.

Lo cierto es que hay talento en todas las posiciones y los partidos de exhibición que les restan ante Lituania, Australia, Serbia, Francia y Croacia servirán para poner en perspectiva hacia dónde se dirige Argentina. El listón está muy alto, demasiado, y eso debería servir como referencia, pero no como obligación. Por ahora, el camino que está creando el grupo dirigido por Sergio Hernández es firme. Sobran las ganas y si hay un sector de la plantilla que ve difícil la medalla en Río, hay otro que siente que sí se puede. Si casi se logra en Londres, ¿por qué no ahora?