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No todo lo que brilla es oro en los Rockets de Harden

El impacto ofensivo de James Harden en los Houston Rockets no tiene discusión alguna. Había muchos candidatos a ser determinantes en la victoria a domicilio de los texanos ante Golden State Warriors (132-127) y finalmente fue el barbudo más feliz de la NBA el que dio un repaso a Kevin Durant, Stephen Curry, Klay Thompson y Draymond Green.

Para poner en perspectiva el impacto que tuvo ante los subcampeones de la NBA, de los 132 puntos que Houston anotó, 61 fueron obra o último pase suyo, es decir un 46.2 por ciento de las unidades que sumaron los Rockets (29 puntos anotados y 32 puntos tras sus 13 asistencias). El talento ofensivo del escolta es incuestionable y la presencia de un Mike D'Antoni de carácter atacante en el banquillo le ha venido como anillo al dedo. Durante esta temporada, Harden, quien suma cuatro triples dobles, anotó o asistió en 57.7 ppj. Se trata del número más alto de cualquier jugador en este inicio de campaña, ni siquiera Russell Westbrook, quien ya suma nueve triples dobles, ha podido superar al astro de los Rockets (56.7 ppj).

El equipo se está gustando y la importantísima victoria ante los Warriors del jueves supuso una gran dosis de confianza. Rompieron la racha de 12 juegos vencidos al hilo de sus contrincantes, siendo el tercer equipo que más puntos anota por encuentro (110.5 ppj) y el cuarto que más asistencias reparte (24.3 apj). El binomio Harden-Clint Capela está yendo como la seda y el escolta le ha regalado 59 canastas al ala-pívot. De esta manera, la combinación de juego exterior e interior está siendo sensacional en la configuración ofensiva de D'Antoni.

A pesar de la buena dinámica ofensiva, el desequilibrio de los Rockets es total. Defensivamente tanto D'Antoni como Harden dejan muchísimo que desear y el equipo es, también en ese sentido, un reflejo de ambos actores. Houston es el sexto peor plantel en defender su aro y permiten una media de 107.4 ppj y en eficiencia defensiva ocupa el quinto puesto por la cola (106.4). Ni el diseño es bueno, ni Harden tiene la solidez necesaria a la hora de contener a sus rivales. La velocidad e inteligencia de Trevor Ariza (1.9 robos de balón) y la compostura de Capela (1.9 bloqueos) no están siendo suficientes para mejorar el ratio defensivo de los texanos, tampoco los intentos por defender en bloque.

D'Antoni no está siendo capaz de que su equipo solvente pequeños detalles, que sumados se hacen enormes. Los Rockets se muestran imprecisos a la hora de manejar los esféricos que recuperan y no están logrando bloquear con fuerza las internadas de sus rivales. Son muchas las vías abiertas y las fallas en el perímetro. Sin ir más lejos, un 46.2 por ciento de los lanzamientos de dos puntos por parte de sus contrincantes acaban en canasta, así como un 37.2 por ciento de triples.

La defensa deja mucho que desear y el ataque es fabuloso. Eso es precisamente lo que está salvando a los Rockets y a Harden. El escolta nunca será ensalzado por su versatilidad, solamente se le encumbrará por sus dotes ofensivas, por las diversas maneras de ejecución que lleva a cabo: que si catch-and-shoot (lanzamientos rápidos) donde es uno de los mejores de la competición, que si internadas, que si asistencias, pick-and-roll... Su abanico atacante es demoledor.

Así las cosas, nunca será un jugador completo, como D'Antoni tampoco será un coach equilibrado. Con ambos en escena, será difícil que los Rockets encuentren el balance necesario para dar un golpe en la mesa de la NBA.