<
>

Las minorías: una asignatura pendiente (más o menos)

A sus 93 años, Rachel Robinson sigue dedicada a defender el legado de su esposo Jackie Robinson, el hombre cuyo debut en Grandes Ligas en 1947 marcó un antes y un después en la historia del mejor béisbol del mundo.

En una entrevista en ocasión del Día de Martin Luther King, el pasado lunes 18 de enero, dijo con razón que en el béisbol aún hay mucho espacio para que las minorías, y no sólo los afroamericanos, crezcan.

Cada vez que se acerca un aniversario más del debut de Robinson con los Dodgers de Brooklyn el 15 de abril de 1947, con lo que se rompía la barrera racial que impedía a los negros jugar en las Mayores, se reaviva el debate, ante la percepción de que la representación de afroamericanos ha disminuido en los últimos tiempos.

Ni tan absolutamente cierto, ni tan absolutamente falso. De hecho, el Día Inaugural de la temporada 2015, la cifra de afroamericanos en rosters de 25 jugadores de los 30 equipos tuvo un ligero incremento en relación con igual fecha del 2014, de 8.2 a 8.3 por ciento.

A eso súmenle el aumento de peloteros latinos, de 28.4 por ciento en el 2014 a 29.3 el pasado año, muchos de ellos de la raza negra que no hubieran podido jugar en Grandes Ligas de no haber sido por la resistencia estoica que mostró Robinson, hace casi siete décadas atrás.

Que ciertos afroamericanos no quieran reconocer como tales a los latinos de piel oscura, oscurísima en algunos casos, es una percepción culturalmente equivocada y que lejos de unir, segrega.

No olviden que la barrera racial que el legendario número 42 de los Dodgers rompió en 1947 no sólo le impidió jugar en las Mayores a afroamericanos como Josh Gibson, Oscar Charleston o Cool Papa Bell, sino también a Martín Dihigo, José de la Caridad Méndez o Cristóbal Torriente.

Lo cierto es que la cantidad de jugadores de raza negra ha subido enormemente, con la diferencia de que muchos de ellos hablan español como su lengua materna, al extremo de que MLB ha hecho obligatoria la contratación de traductores en los 30 equipos.

Esto, al mismo tiempo, ha hecho decrecer el número de peloteros estadounidenses blancos, que era del 60.9 en el 2014 y cayó al 58.8 en el 2015.

También disminuyeron de un año para otro los peloteros asiáticos (japoneses, coreanos y taiwaneses), de dos por ciento a 1.2.

La llegada cada vez más numerosa de jugadores procedentes de República Dominicana, Venezuela, Cuba, las Antillas Holandesas, Puerto Rico, México, Colombia y Nicaragua ha provocado, asimismo, una emigración de estadounidenses, tanto blancos como negros, a otras disciplinas como el baloncesto y el football americano.

En ello influyen los sistemas de la NBA y la NFL, que a diferencia del béisbol, no cuentan con ese entramado de ligas menores por las que hay que transitar antes de subir a las Mayores.

La mayoría de atletas universitarios escogidos en los draft amateurs de la NBA o la NFL prácticamente en un año ya están debutando como profesionales al más alto nivel.

En el béisbol, pueden pasar años en las Menores e incluso no recibir jamás la anhelada promoción y encima de ello, deben competir por las plazas con los extranjeros.

De cualquier manera, el legado de Jackie Robinson está a salvo, robusto y creciente, al menos en lo que a jugadores se refiere, aunque haya quienes lo pongan en duda.

Pero no puede decirse lo mismo sobre las oportunidades que miembros de minorías reciben como managers, coaches o ejecutivos. En la oficina central de MLB, el 9.5 por ciento de los 538 empleados son afroamericanos, 12.8 por ciento de origen latino, 3.2 por ciento asiáticos y 2.2 clasificados como nativos americanos.

El 29.4 por ciento de la fuerza laboral de la oficina central de las Grandes Ligas está compuesto por mujeres, aunque en el 2014, esa cifra era del 30 por ciento.

Entre los propietarios de las 30 franquicias, sólo hay un latino, Arturo Moreno, el mexicano de los Angelinos de Los Angeles, mientras que tres personas de raza negra figuran entre los dueños de Ddogers de Los Angeles (Magic Johnson), Nacionales de Washington (Paxton Baker) y Sean Taylor (Astros de Houston).

Mayor es la cifra de mujeres, que aparecen entre las co-propietarias de los Nacionales, los Yankees de Nueva York, los Cachorros de Chicago y los Rockies de Colorado, mientras que 24 franquicias tienen féminas en roles de vicepresidencia.

También el año pasado y por primera vez desde el 2003, una persona de raza negra fue nombrada presidente de operaciones de una franquicia. En este caso se trató de Mike Hill, quien además tiene raíces cubanas, al frente de los Marlins de Miami, mientras que cuatro representantes de minorías ocuparon cargos de gerentes generales (dos hispanos, un afroamericano y uno de origen asiático).

Al arranque de la campaña pasada, sólo el cubano Fredi González (Bravos de Atlanta) y Lloyd McClendon (Marineros de Seattle) procedían de minorías.

La cifra se duplicará en el 2016, con el regreso de Dusty Baker con Washington y la contratación de Dave Roberts por los Dodgers, de todos modos lejos del récord de diez, en el ya distante 2002.

En los últimos dos años, también menos afroamericanos y latinos han recibido oportunidades como coaches, luego de que en el 2013 alcanzara un tope de 41.2 por ciento.

Los datos pertenecen al reporte racial y de género del 2015 de la MLB.