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Wayne Drehs, Escritor Senior de ESPN 7y

Para los envejecientes y adoloridos fans de los Cachorros, podría ser ahora o nunca

WILLOWBROOK, Ill. - Con un out en la primera entrada del Juego de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional el jueves en la noche, Gail Schuster se sentó en la parte final de su silla de ruedas motorizada, se sentó lo más derecha que pudo y comenzó a gritarle a la televisión de pantalla plana que estaba a pocos pies de ella.

"¡Apresúrense!", gritaba Schuster. "¡Oh apresúrense! ¡Por favor apresúrense!"

En el otro extremo del país, el primer bate de los Cachorros de Chicago Dexter Fowler estaba intentando anotar desde primera base con un doble a la esquina del derecho conectado por Anthony Rizzo. Y Schuster, de 75 años y confinada a una silla de ruedas por más de medio siglo por una rara condición en sus huesos, no podía quedarse quieta sin rogarle a Fowler que llegara bien al plato.

"¡Apúrate!", seguía repitiendo.

A medida que Fowler iba de tercera hacia el plato, un teléfono celular en el bolso de los Cachorros amarrado al brazo de la suella de ruedas comenzaba a vibrar. LLAMADA DEL DOS-CERO-SIETE ... Schuster la ignoró, esperando hasta que Fowler cruzara el plato, Rizzo llegara a salvo a segunda base y ayudara a sus adorados Cachorros a tomar ventaja 1-0 en la primera entrada.

"¿Hola?", le dijo a quien la estaba llamando, quien probablemente debía saber lo que le iban a decir. "Estoy viendo el partido".

Era una escena que de seguro se repetía en salas, cuartos de hospital y hogares de cuido a lo largo del país. Fanáticos envejecientes de los Cachorros, en las últimas entradas de su vida, comenzaban a creer lo que alguna vez pensaron que era algo impensable: los Cachorros de Chicago jugando en su primera Serie Mundial desde 1945.

"Uno siempre piensa que las cosas van a salir como siempre han salido - que ellos se paralizaran", dijo Schuster. "Un par de noches atrás, así era que parecían las cosas, tímidas y con temor. Pero ahora han logrado recuperarse".

"Hubo tantos años en los que no lucieron bien, que nunca pensé que ocurriría", añadió David Baker, que al igual que Schuster, reside en el Chateau Center en el suburbio suroeste de Chicago. "Pero quizás este sea el año".

A los 88 años, Baker admite que su memoria a largo plazo está muy distante de lo que alguna vez fue, algo que no es del todo malo para un viejo fanático de los Cachorros. Baker dijo que no recuerda el colapso de 1969, el rodado que se le fue entre las piernas a Leon Durham en 1984 o el decepcionante Juego 6 de la SCLN de 2003.

"¿Steve Bartman?", dijo Baker. "No tengo idea de quien pueda ser".

Por otro lado, Schuster recuerda todos esos malos momentos. Pero ella no quisiera que fuera de otro modo. Los Cachorros siempre han estado ahí para ella, y así seguirán hasta el día que muera. Autodescrita como fanática a rabiar, ella ha escuchado en la radio o visto por la television casi todos los partidos de los Cachorros desde que era adolescente y problemas de salud la forzaron a salirse de la escuela en séptimo grado y la confinaron a un sillón de ruedas a los 21 años. En sus días depresivos más oscuros, ella recurría a Ernie Banks, Ron Santo y Billy Williams para levantar su ánimo.

"He luchado en esa silla de ruedas toda mi vida. No la quería", dijo. "Pero cada día espero con ansias el juego de béisbol. Mi madre me traía perros calientes, patatas fritas y un refresco y yo me ponía a ver el partido y a escuchar a Jack Brickhouse. Eso me ayudó a pasar muchos días amargos.

"Sin importar lo que estuviese pasando, los Cachorros se convirtieron en una constante para mí. Ellos siempre estuvieron allí. Y a medida que iba envejeciendo eso se convirtió en un puente para hablar con otras personas y conocer a otras personas".

Schuster hizo su primer viaje al Wrigley Field en 2007 y dijo que ha estado ahí otras seis veces desde ese entonces. Hoy en día, Schuster no tiene familiares vivos. Ella nunca pudo tener hijos y fue hija única. Pero en las salas del Chateau Center ella ha logrado construir una reputación como la fanática más grande de los Cachorros.

Los juegos nocturnos no son exactamente fáciles para los envejecientes. A medida que comenzaba el Juego 5 el jueves en la noche, la mayoría de los otros residentes en el Chateau Center estaban ya en su cama o en camino a ella. Pero bien despierta estaba Schuster, en el cuarto de recreación del centro de cuido, gritándole al televisor con una pasión de una persona 50 años más joven.

"Por supuesto que me quedo despierta a verlo", explicó Shuster. "Yo no me levanto a las 6 a.m. como mucha de esta gente aquí hace. Yo suelo dormir hasta las 10".

Bobby Clark, de noventa años, observe calladamente las primeras dos entradas junto a Schuster antes de rendirse e irse a su cuarto. Planificaba leer el resultado del partido en el diario del viernes en la mañana. "Lo leo cada día", dijo.

Otros dos fanáticos de los Cachorros, Baker y Joe Zahradnik, de 86 años, se mantuvieron en los alrededores del cuarto de recreación para el programa pre juego, pero se rindieron antes de que Fowler anotara en la primera entrada. Zahradnik dijo: "Yo solo veo los partidos diurnos". Y Baker dijo: "Yo me enteraré en la mañana si ganamos".

Pero ahí estaba Schuster, comenzando su noche en el cuarto de recreación y terminándola en su cuarto, pegada al partido de los Cachorros todo el tiempo hasta el out final. Durante el transcurso de la noche, ella reveló que Kris Bryant es guapo y que ella admira el rostro de bebé de Addison Russell. "Él parece como si fuese demasiado joven para andar fuera de noche", dijo. En la SCLN, a ella rápidamente le cayó mal Adrián González de los Dodgers. "Me parece tan desagradable". Cuando González se ponchó para cerrar la primera entrada y le reclamó al oficial, ella tomó nota del asunto. "¿Ves lo que te digo?", dijo. "Él es tan intimidante. No tienes que actuar así". Y ella estaba menos que complacida cuando los corredores de Los Angeles se ponían a moverse en la primera base en un intento de distraer al zurdo de los Cachorros Jon Lester. "No puedo creer la forma en que ellos están actuando", dijo. "Son tan ignorantes".

Schuster cree que este será el año de los Cachorros porque ellos ya no están liderados por veteranos envejecientes y en cambio tiene un nucleo joven y talentoso. "Nosotros solíamos tener jugadores en la parte final de sus carreras cuando andaban cojeando en el terreno", dijo. "Yo no sé por qué los traíamos. Pero este nuevo chico, Theo [Epstein], ha hecho unos cambios muy buenos".

El dormitorio de Schuster tiene una frazada de los Cachorros y regularmente toma sus bebidas en un vaso grande con el logo de los Cachorros. En su muñeca izquierda tiene un brazalete de los Cachorros y colocados estratégicamente en su mesita de noche están un par de anillos de los Cachorros que ella no deja que otros los toquen. Ella insiste que no es supersticiosa, pero cuando se enteró que la hija de otros residente del centro trabaja con Relaciones con los Fanáticos en el Wrigley Field, ella le dio a la mujer una pequeña cabra que dice "quebrador de maldiciones" para que se la llevara al estadio durante la Serie Divisional ante los Gigantes.

"Y funcionó", dijo. "Ganaron".

Pero ahora viene la prueba real. Arriba en la serie 3-2 y de vuelta al Wrigley Field, los Cachorros están parados en el mismo punto en el que estuvieron hace 13 años ante los Marlins de Florida. Pero esta vez, Schuster, Clark, Baker, Zahradnik y los viejos fanáticos de los Cachorros a lo largo de Chicago creen que el resultado va a ser diferente. Ellos no tienen opción. Su tiempo se les está agotando. Ellos necesitan que los Cachorros le ganen a los Dodgers y que sigan su camino para ganar la Serie Mundial este año.

¿Y qué pasará cuando lo hagan?

"Una cerveza", dijo Zahradnik. "Una muy buena cerveza".

"Probablemente ordene una pizza", dijo Schuster. "Esa sería una gran manera de celebrar. Espinacas, champiñones y aceitunas negras. Yum".

Pero Baker tiene otro pensar.

"Yo celebraría más tranquilamente", dijo el hombre de 88 años. "A mi edad, no necesito hacer mucho ruído".

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