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Jorge Morejón | ESPN Digital 7y

Jimmie Foxx, el hombre que más duro le pegaba a la pelota

Cuando Babe Ruth campeaba por su respeto y aterrorizaba con su bate a todos los pitchers de la Liga Americana, un solo hombre se atrevió por años a plantarle cara y a hacerle competencia: el gran Jimmie Foxx.

Miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, tres veces Jugador Más Valioso del joven circuito, líder de los bateadores en dos oportunidades, ganador de la Triple Corona en 1933 y nueve participaciones en Juegos de Estrellas son apenas varios datos de lo que consiguió en su carrera el gran Foxx, fallecido en Miami el 21 de julio de 1967, hace medio siglo, poco antes de cumplir 60 años de edad.

Bateador zurdo y defensor de la primera base, la antesala y la receptoría, Foxx comenzó su carrera con los Atléticos de Filadelfia a los 17 años en 1925, cuando el Bambino ya era la mayor atracción del béisbol, con sus enormes batazos con los Yankees de Nueva York.

Pero no fue hasta 1928, ya con 20 años cumplidos, que el joven campesino de Sudlersville, Maryland, dio las primeras muestras del poder que lo llevarían a disparar 534 cuadrangulares en una carrera de 20 temporadas.

Luego de sacar 13 pelotas del parque en esa campaña, explotó en toda su magnitud un año después, al despachar 33 vuelacercas y enloquecer al mundo del béisbol junto a su compañero Al Simmons (34).

Sólo el dúo de Ruth (46) y Lou Gehrig (35), con los Mulos de Manhattan, superó en jonrones a la dupla de los Atléticos.

Fue la primera de 12 temporadas consecutivas en que el usualmente reservado y callado Foxx conectó más de 30 cuadrangulares.

Quienes lo vieron jugar aseguran que nadie le pegaba a la pelota con más fuerza que él.

El zurdo Lefty Gomez fue víctima de muchos de sus batazos y son famosas sus frases que revelaban la admiración y el respeto por su rival.

"Tiene músculos hasta en el cabello", dijo en una ocasión Gomez, una de las grandes estrellas de los Yankees en los años 30 y que también duerme el sueño de los inmortales en Cooperstown.

En una oportunidad, Gomez no lograba ponerse de acuerdo con su cátcher Bill Dickey sobre cómo lanzarle al rompecercas de Filadelfia.

"¿Recta?, ¿curva? Preferiría no lanzar la pelota", recordó el serpentinero haberle dicho a su receptor.

La admiración del zurdo de los Yankees por Foxx siguió décadas después del retiro de ambos.

"Cuando Neil Armstrong puso un pie en la luna (20 de julio de 1969), él y los científicos espaciales se rompían la cabeza por un objeto blanco no identificado que se encontró allá. Yo supe inmediatamente qué era: fue una pelota de jonrón que Jimmie Foxx me bateó a mí en 1937", bromeó el lanzador.

"Si yo jugara con los ojos vendados, siempre sabría cuando era el turno de Foxx por el sonido del bate al chocar con la pelota. Le pegaba a la bola más duro que cualquier otro", contó por su parte Dickey, también exaltado al Salón de la Fama.

Por años estuvo a la sombra de Ruth, por quien Foxx escondía una profunda adoración por el Sultán de la Estaca, aunque sólo lo expresara una vez, al final de su carrera, en una de las pocas declaraciones que hiciera alguna vez a los medios.

En 1932, cuando el Bambino estaba en el ocaso de su carrera, Foxx amenazó su récord de 60 cuadrangulares de 1927 y aunque se quedó en 58, de paso cortó una seguidilla de seis temporadas en las que el toletero de los Yankees encabezó la Liga Americana en jonrones.

"Si yo hubiera roto el récord de Babe (Ruth), eso no habría hecho diferencia. Sí, quizás hubiera puestos algunos dólares de más en mi bolsillo, pero nunca habría sido como Ruth. Él es único", aseguró en una de las pocas declaraciones que hiciera alguna vez a los medios el reservado Foxx.
Un año más tarde, el de los Atléticos tuvo una temporada de ensueño, al llevarse la Triple Corona con average de .356, 48 jonrones y 163 carreras impulsadas.

Los Medias Rojas de Boston vieron en él al hombre que podría romper la Maldición del Bambino, aquella que mantuvo al equipo sin ganar un título por 86 años luego de que canjearan a Babe Ruth a los Yankees en 1920.

Entonces fueron por él y el 10 de diciembre de 1935 se hicieron de sus servicios en una transacción que envió también a los Medias Rojas al lanzador Johnny Marcum, mientras Filadelfia recibió a Gordon Rhodes, George Savino y 150 mil dólares.

Los fanáticos de Boston se volvieron locos con su nuevo astro, que venía de batear 302 jonrones en 11 años con los Atléticos de Connie Mack y que aportó 222 bambinazos con su nuevo uniforme.

Pero no era Foxx la solución para el maleficio de Babe Ruth y en el ocaso de su carrera, en 1942, lo canjearon a los Cachorros de Chicago. Se retiró en 1945, con los Filis de Filadelfia.

Tuvieron que esperar los Medias Rojas más de seis décadas para que otro poderoso bateador zurdo, dominicano por demás señas, viniera a romper la Maldición del Bambino en el 2004: David Ortiz, el Big Papi.

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