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Sam Miller | ESPN.com 7y

Prepárense: este será el mejor octubre en la historia en MLB

Para uno de ustedes, llámense Angelinos, Marineros, Orioles, Rangers, Rays, Reales y Mellizos: ¡Felicitaciones! ¡Se está haciendo realidad!

Durante semanas, los hemos visto a ustedes siete pelear por el segundo comodín de la Liga Americana. No apostaría por ninguno de ustedes en alcanzar los .500; sin embargo, el caos es una escalera. En la lucha diaria, esa idea de Bud Selig llamada el segundo comodín se actualizó a sí misma. Sus oportunidades de llegar a la postemporada cambiaron más rápido de lo que nos tomaba a nosotros calcular la importancia de cada novedad. Ver, por ejemplo, a los Angelinos hacer un rally contra los Rangers en el noveno inning mientras los Reales trataban de mantener a raya a los Mellizos, le podía dar a los aficionados a los Orioles o Rays mucho vértigo. Y ahora, a pesar que (respectivamente) están pagando $26 millones por las sobras vencidas de la carrera de Albert Pujols/ tienen el liderato en salvados desperdiciados de la liga/ la peor rotación abridora de la Liga Americana en lo que a efectividad colectiva se refiere/ despachan a su as en la fecha límite de cambios/ tienen el peor porcentaje de embase del Joven Circuito/ cambian a su cerrador en la fecha límite de cambios, ¡Van a llegar a los playoffs! No tendrán que hacer malabares.

Y les tengo noticias aún mejores: todo lo que se requiere para ganar la postemporada del béisbol es estar en el presente. Desde la introducción del comodín en 1995, los admitidos por esta vía tienen marca de 41-38 en su serie. En la era reciente, la cual no ha producido muchos equipos de élite, la brecha entre los mejores equipos de la Liga y los "suficientemente buenos" ha sido inconsistente. Cinco equipos que han clasificado mediante el comodín han ganado la Serie Mundial este siglo.

Sin embargo, lamento decirles: No serán el sexto.

Están a punto de conseguir la entrada a una de las postemporadas más llenas de talento que hayamos visto. Si las cosas salen bien (lo cual significa que para ustedes saldrán terriblemente mal) tendrán que pasar por una serie de obstáculos que quizás no tengan parangón en la historia del béisbol. Pónganlo de esta manera: si todos los 10 equipos de postemporada fuesen iguales, ustedes tendrían un poquito más del 6 por ciento de posibilidades de ganar los cuatro lances de moneda que se necesitan para ganar la serie mundial. Por el contrario, las probabilidades de playoff del sitio web hermano FiveThirtyEight, especializado en sabermétrica, les dan una posibilidad del 2 ½ por ciento.

Existe una simple razón para tanto pesimismo. Esto es lo que les espera.


RONDA 1: Probablemente tengan que enfrentarse a los Yankees

A simple vista, ¡esto no es tan malo! Nueva York comenzó la temporada con bajas expectativas y un roster diezmado a consecuencia de las negociaciones hechas durante la fecha límite de cambios Luego de comenzar a todo ritmo con un récord de 21-9, el liderato divisional de los Yankees se redujo, luego desapareció, y la temporada se convirtió en un paseo para el primer sembrado del comodín. Fue una bonita sorpresa, pero no hay nada excepcional en ganar cerca de 88 partidos.

Si pueden ignoren su récord por un minuto. Los triunfos sirven para medir el éxito de un equipo. Sin embargo, no representan necesariamente la forma correcta de medir la fortaleza de una novena.

Consideremos un Equipo A hipotético que gana tres encuentros por score de 13-1, y luego pierde tres por la mínima diferencia. Ese equipo tiene marca de .500, al igual que el Equipo B, que se encuentra en el otro lado de los seis resultados. Pero, si fueran el equipo C, ¿no preferirían enfrentarse al equipo que anota una carrera por partido y permite siete?

Por supuesto, las carreras tampoco son el indicador perfecto de la fortaleza de un equipo. Las carreras se construyen a base de boletos, hits y outs evitados. Pero, al contrario de una receta de cocina, la relación entre promedios y resultados es inexacta e impredecible. Un cuadrangular seguido por un sencillo, un doblete y un boleto podrían conducir a sólo una carrera anotada antes de terminar el episodio. Un boleto seguido por un tubey, un sencillo y un jonrón probablemente signifiquen cuatro. Ambas secuencias nos dicen exactamente la misma información que necesitamos saber sobre la ofensiva de un equipo, pero también nos relatan cosas sumamente diferentes sobre un resultado.

Pues, así son los Yankees. Su récord es el de un equipo cercano a los 88 triunfos. Su diferencial de carreras, sin embargo, está entre los mejores del béisbol, más acorde a un equipo con ocho o nueve triunfos más en promedio. Y su ofensiva y pitcheo son incluso mejores que lo que ese diferencial de carreras nos cuenta. Las secuencias de sus hits, boletos y outs evitados (y, a la defensiva, exactamente lo contrario) han sido desastrosamente inconvenientes. De acuerdo al Clutch Score de FanGraphs (la cual mide la actuación de equipos en situaciones de alta presión comparado con su desempeño en general), los lanzadores de los Yankees han sido poco rendidores, por un margen muy amplio. Sus bateadores están en el puesto 27 en situaciones de "clutch".

Esto no significa que los Yankees merezcan algo mejor. Es su trabajo ganar partidos, lo cual significa que deben responder en situaciones comprometidas, sea esto una destreza en sí o no.

Esto quiere decir que los Yankees han bateado hasta descoserla y pitcheado fajándose en extremo. De hecho, de acuerdo a estas medidas (si no en su récord, y tampoco en su total de carreras producidas) pueden estar muy cercanos a la élite. Baseball Prospectus utiliza un método para evaluar a los equipos llamado porcentaje de triunfos de tercer orden, el cual estima cuántos triunfos un equipo "debería" tener, basándose en sus actuaciones ofensivas y defensivas subyacentes. El porcentaje de triunfos de tercer orden de los Yankees hasta el 12 de septiembre era de .637. Esa cifra es mejor que cualquier nómina de los Yankees desde 1950, exceptuando sus versiones de 1961 y 1998. Eso es mejor que 13 equipos de los Yankees que han ganado la Serie Mundial en sus momentos respectivos. Los Yankees de este año, de acuerdo a su porcentaje de triunfos de tercer orden, se acercan a un equipo con 104 victorias más que a uno de 88. Pero se encuentran entre los 10 equipos con menor suerte y menor desempeño en situaciones comprometedoras durante los últimos 68 años.

Está bien, amigos segundos comodines, que se digan a sí mismos que esto del tercer orden es una fabricación. ¡Puede que tengan razón! Quizás los Yankees realmente colapsan y siempre lo harán. Es un equipo armado para ganar 13-1 y terminan perdiendo por 1-0. Si los triunfos son la medida arquetípica de éxito en el deporte, pues "ganar" sea una destreza, algo distinto a simplemente conectar imparables y sacar outs.

Sin embargo, esto es lo que sí les puedo decir: en un partido por el comodín, se espera enfrentar a un equipo que no sea tan bueno. Se espera el poder verse las caras contra un equipo muy similar a ustedes. Por el contrario, les tocará este equipo que batea mejor que ustedes y pitchea mejor que ustedes. Los relevistas de los Yankees lanzan una recta promedio de 95.3 millas por hora, la más rápida del béisbol; sus abridores lanzan una recta en promedio de 93.9 millas por hora, la mejor de la Liga Americana. Aaron Judge y Gary Sánchez tienen periodos de grandeza casi sin precedentes. Pueden tener el bullpen con mayor profundidad de la historia.

Y son el primer obstáculo en su camino a la Serie Mundial.


RONDA 2: Muy probablemente tendrán que enfrentarse a los Indios.

El porcentaje de triunfos de tercer orden de los Indios era de .675 hasta el 13 de septiembre, el sexto mejor desde 1950. Su staff de pitcheo tendrá el liderato en ponches de las Mayores, la menor cantidad de boletos en las Grandes Ligas y la menor cantidad de jonrones permitidos en la Liga Americana. Serán el primer club en ponchar 10 bateadores por cada nueve innings. Su ERA+ (o efectividad ajustada por parque y ERA, expresada con respecto al resto de la Liga) está en ruta a ser el mejor de cualquier equipo desde 1926.

En 2006, Nate Silver escribió en su libro Baseball Between the Numbers (El béisbol entre los números) que el "valor económico marginal" de una victoria varía de forma dramática dependiendo de qué triunfo en específico sea. Ganar 66 partidos en vez de 65 o bien sean 80 en vez de 79 no añade casi valor. Ganar 89 encuentros en vez de 88 podría agregar millones, porque ese triunfo 89 puede ser el que asegure el pase de un equipo a los playoffs, lo cual aporta ingresos directos (boletería para la postemporada) e indirectos (abonos para la temporada siguiente, valor de franquicia, etc.). Pero la curva de Silver cayó de forma muy pronunciada entre los triunfos del 92 al 95.

Los equipos de béisbol prestaron atención. "Sostenibilidad" se convirtió en la palabra de moda dentro de la industria, con Gerentes Generales tratando de armar equipos capaces de llegar a los playoffs cada año, y no necesariamente uno que ganase 108 partidos. Entre 2012 y 2014, ningún equipo ganó 100 encuentros, siendo la primera vez desde la expansión del calendario a 162 partidos en 1961 que hubo tres temporadas sin un club "de élite". No se ha producido un equipo que gane 105 encuentros desde los Cardenales de 2004, lo que también representa la mayor sequía de este tipo.

Sin embargo, los Cachorros de 2016 pudieron haber cambiado la idea. En la fecha límite de cambios de julio, con una ventaja de 7 ½ juegos y una oportunidad de 84 por ciento (de acuerdo a FiveThirtyEight) de ganar su división, los Cachorros negociaron una docena de los mejores prospectos en el béisbol a cambio de Aroldis Chapman. Su nuevo cerrador lanzó 26 partidos de temporada regular, encuentros que casi no representaron influencia alguna en las oportunidades de los Cachorros de ganar la Seerie Mundial, contra 15 innings de postemporada, en partidos que sí tenían influencia. Chicago tuvo un club que ganó 102 partidos y gastó mucho dinero para llevarlo a 103 triunfos. Fue una forma radical de repensar el valor de construir el mejor roster para la postemporada.

El presidente de los Cachorros Theo Epstein dijo una vez que si algo era cierto de todos los ganadores de Series Mundiales es que el resto de la liga trata de copiarles. Este año, los Indios se copiaron de los Cachorros. Tras perder con Chicago en el séptimo partido de la Serie Mundial, Cleveland tuvo el camino más fácil por recorrer de vuelta a la postemporada: débiles rivales divisionales y un roster que prácticamente significó la vuelta de cada pieza clave de la nómina del año pasado. Sus abridores números 2 y 3, Carlos Carrasco y Danny Salazar, volvieron con salud tras perderse la mayor parte de la postemporada. Cleveland la tenía muy fácil.

Sin embargo, el equipo de mercado pequeño inesperadamente contrató al slugger Edwin Encarnación el invierno pasado. Será el primer bateador de 35 jonrones para Cleveland en más de una década. Y el 9 de agosto, con un 85 por ciento de posibilidades de ganar la división (de acuerdo a FiveThirtyEight), negociaron al slugger de los Mets Jay Bruce, asumiendo los $5 millones que se le debían. Los Indios tuvieron récord de 29-5 durante las cinco semanas siguientes, incluyendo una seguidilla de triunfos que marcaron un nuevo récord en la Liga Americana.

Ya son dos equipos de élite que han debido vencer. Y apenas vamos por la mitad.



RONDA 3: Muy probablemente tendrán que enfrentarse a los Astros.

Los Astros han producido, simplemente, una de las mejores ofensivas que este deporte jamás haya visto. De acuerdo a la estadística wRC+ de FanGraphs (la cual compara la actuación ofensiva total de un equipo contra el resto de la Liga), la ofensiva de Houston ha sido un 20 por ciento mejor que el promedio de las Grandes Ligas, la mejor durante por lo menos el último medio siglo.

Hasta mediados de septiembre, 83 por ciento de las apariciones al plato de los Astros (incluyendo las hechas por los lanzadores) fueron hechas por bateadores por encima del promedio de la Liga, Sus bateadores 7, 8 y 9 fueron mejores que los terceros al orden ofensivo en la Liga Americana. Houston tuvo el OPS más alto en cuatro de los nueve puestos de la alineación bateadora. Los Astros se ponchan menos que cualquier otro equipo en el béisbol y bateó con mejor poder que el resto. Cuentan con más infield hits que cualquier otro equipo y más extrabases. Nadie batea mejor ante los diestros; sólo dos le batean más fuerte a los zurdos.

Para poder ganarles, hay que superarles en carreras. Y tendrán que enfrentarse a una rotación abridora que acaba de agregar a Justin Verlander con un minuto de más que podrá gastar a placer el 31 de agosto. Se enfrentarán a un equipo que ha pasado cuatro años planificando cada movimiento con este momento en mente, acumulando puestos de selección en el draft, brazos y flexibilidad de nómina para ganar aquí y ahora, mientras ustedes intentaban vencerles. Este es su plan, armado a piezas: un porcentaje de triunfos de tercer orden el cual, a mediados de septiembre, estaba en .620, a ritmo de llevarse 100 victorias.

Ya tenemos tres grandes equipos, tres clubes con récords de tercer orden que los colocan entre los 60 mejores clubes desde 1950. Ningún equipo ha vencido a tres rivales de este calibre, de acuerdo a su récord de tercer orden, en una sola postemporada. Si han llegado tan lejos significa que han superado una pista de obstáculos con tres grandes vallas, y han conseguido algo inédito.

Lamento decirles que las cosas no mejorarán acá.


RONDA 4:

Serie Mundial

Pueden tener de rivales a los Cachorros, que juegan a ritmo para 100 victorias tras agregar al colombiano José Quintanatras el receso del Juego de Estrellas. Pueden ser los Diamondbacks, con el que quizás sea el mejor staff de pitcheo en la Liga Nacional este año. O los Nacionales, que tenían un ritmo de 99 triunfos incluso antes que su lista de incapacitados llena de estrellas comenzaran a enviar refuerzos al roster activo en septiembre.

Lo más probable, tendrán que verse las caras con los Dodgers. Han visto que los Dodgers han perdido casi todos sus partidos en las últimas dos semanas. Se veían vencibles. Repítanse eso una y otra vez.

Y, por lo que más quieran, no vean la estadística que muestra que no existe relación alguna entre el desempeño en septiembre y el nivel logrado en los playoffs. Cuando Jay Jaffe investigó el tema para Baseball Prospectus en 2009, descubrió que aquellos equipos con ciertas dificultades a finales de la campaña regular tuvieron una actuación ligeramente mejor en la postemporada, bien sea por mero azar o porque los equipos mejores tenían en su mayoría ventajas divisionales importantes y le dan descanso a sus jugadores regulares, o juegan con menor sentido de urgencia.

Los Dodgers comenzaron sus problemas con una ventaja de 21 juegos en la División Oeste de la Liga Nacional. Eso, más que lo ocurrido a finales de agosto o principios de septiembre, nos indican lo temible que serán en octubre. Los Dodgers pasaron la mayor parte de la temporada dominando de manera contundente: Produjeron el mejor registro en un periodo de 50 encuentros desde 1912 y una carrera de 82 partidos que los pondría a la par de los mejores equipos en la historia de la MLB. Perdieron 11 al hilo y aun así quedaron a ritmo de ganar más juegos que cualquier otro club en las Mayores desde 2004.

Los Dodgers podrían ser el equipo con mayor profundidad de la historia. Al menos, se encuentran por encima del promedio en cada posición, y tienen una rotación sumamente profunda. Al igual que los Indios en la Liga Americana, los lanzadores de los Dodgers liderarán su liga en ponches, permitiendo la menor cantidad de boletos.

Su porcentaje de triunfos de tercer orden cayó, de un .708, el mejor de todos los tiempos, el 10 de agosto a .648 el 13 de septiembre. Pero un .648 aún los ubica entre los 20 mejores equipos desde 1950. Ningún equipo ha tenido un porcentaje de triunfos de tercer orden sin ganar al menos 100 partidos. No hay equipos fugaces con .648.

OBJETIVAMENTE HABLANDO, ha sido una mala época para los equipos de élite, hasta el presente año. Los Yankees, que una vez fueron un gran equipo y de trayectoria confiable, finalmente purgaron los pesados contratos que los ataban de manos y pies. Los Astros y Cachorros muestran el poder de haber pasado por periodos de reconstrucción sin pudor alguno. Los Indios, que buscan ser el próximo equipo en terminar una larga sequía de Series Mundiales, prefirieron el dominio a la sostenibilidad. Los Dodgers son el equipo ejemplo en el béisbol de poner en práctica los principios Moneyball, pero con dinero para gastar. Los Medias Rojas, Nacionales y Diamondbacks cuentan con piezas que nos hacen creer que siguen una filosofía similar.

Estos ocho equipos pueden armar una de las mejores alineaciones en la historia del béisbol. Tuvieron un porcentaje de victorias de tercer orden de .613 hasta mediados de septiembre. Sólo una temporada desde 1950 (la de 2002) tuvo ocho equipos colectivamente mejores.

Cuando existe un gran equipo, hay tres formas de disfrutarlo. La primera es verlo dominar a sus oponentes casi al punto del ridículo. Por ejemplo, ver a Aaron Judge en práctica de bateo, o aquel chico de sexto grado que pesa 120 kilos en un video viral de liga Pop Warner de fútbol americano, o Tiger Woods en el Masters de Augusta en 1997. Es el modelo Usain Bolt: nos entretenemos en el espacio que este crea. El cerebro no puede percibir lo rápido que corre, o el paso de dos décimas de segundo, pero puede ver la separación creciente entre él y el segundo hombre más rápido con vida.

Querido equipo de segundo comodín: Este es el por qué disfrutaremos su presencia. Disfrutaremos ver a un gran equipo desarmarles.

La segunda forma en la cual se disfruta a un gran equipo es verle enfrentar a otro gran equipo. Así será la manera en la cual disfrutaremos el resto de octubre, las semanas que transcurrirán luego que ustedes hayan partido. Veremos a grandes clubes chocar entre sí y no ceder un centímetro. Los veremos tratar de aprovechar sus debilidades y pulverizarse hasta hacerse arena. Tomen asiento (una vez eliminados, obviamente) y disfrútenlo junto a nosotros.

O demuéstrennos que estamos equivocados. La tercera forma de aprovechar la presencia de un gran equipo es presenciar a un club sorpresa, por el cual nadie apostaba, ver como de cierta forma pone a sufrir al grande o, mejor aún, a una serie de grandes. La cruda verdad, mis estimados Angelinos, Marineros, Orioles, Rangers, Rays, Reales o Mellizos, es que esperamos verles eliminados. No les damos muchas esperanzas.

Ahora pues, salgan y hágannos ver como unos grandísimos tontos.

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