Portobello
Getty ImagesPortobello, un paseo obligado

LONDRES -- En algún momento hablamos de los pubs y seguramente hablaremos de los parques, de los edificios o de los callejones pero una de las cicatrices más características de la cara londinense es su cantidad y variedad de mercados al aire libre.

Por lo general funcionan como ferias en las que se venden antigüedades o donde se pueden encontrar distintos puestos de comida étnica. También hay un mercado de flores ubicado en el este de la ciudad. Lo cierto es que la moda de los mercados debe su origen a dos grandes nombres que forjaron la tradición del fin de semana y hoy figuran como atracción turística obligada: el sábado a Portobello Road y el domingo a Camden Town.

Camnden está al norte del centro, y es un mercado alternativo que funcionó como una de las cunas del punk hace varias décadas. Hoy ha perdido buena parte de su impacto cultural, pero resulta un paseo imperdible: al lado de un canal y un lago artificial, entre un puente pintado con graffitis y puestos para hacerse tatuajes se venden camisetas contestatarias y artículos de cuero. También se puede comer en alguno de los stands que ofrecen comida de cualquier origen.

Portobello es más sofisticado. Queda en el coqueto barrio de Notting Hill, que en algún momento fuera de clase media pero que hoy es cuna de ricos y estudiantes de intercambio. El nombre del mercado deriva de la calle que le da lugar: un paseo donde se fueron sumando bares y pastelerías de alta gama para ofrecer una opción fina a quienes revuelven entre las antigüedades de los vendedores callejeros para encontrar alguna excentricidad.

Pero estos dos son apenas los más conocidos de una infinidad de mercados un poco menos famosos. Hablaremos brevemente de tres, para no extendernos hacia el infinito: el Borough Market, el Leadenhall Market y el mercado de Brick Lane.

Primero, Leadenhall. Posiblemente sea el más particular porque cuenta con una triple cualidad distintiva: está en pleno centro bancario, es bajo techo y abre casi todos los días de semana. Se trata de un pequeño callejón construido sobre todo en madera, casi siempre pintada de verde, crema o rojo, que sorprende por el contraste con los edificios que lo rodean -normalmente altísimos y de metal-. Es un pasadizo de unos 200 metros, que se utilizó para filmar las escenas del Diagon Alley en la saga de películas de Harry Potter. Asombra por sus esculturas de dragones y ostenta restaurantes de todo tipo mezclados con algunos puestos de productos regionales.

El Borough Market queda a unos pasos del puente de Londres (el verdadero, no el de las torres que suele confundirse por su representatividad, pero que se llama Tower Bridge). Allí, se puede encontrar una variedad fenomenal de productos artesanales -sobre todo comestibles- de todos los países imaginables. Es posible comer una hamburguesa de canguro, comprar alfajores y dulce de leche o servirse unos Dim Sum. Los puestos comienzan al lado de una iglesia y se extienden bajo una estructura de hierro pintado de verde que no puede ser más inglesa. Durante los Juegos, este mercado decidió abrir sus puertas todos los días.

Por último, Brick Lane. Probablemente el sitio más de vanguardia de todos los mencionados. Queda al este de la ciudad, tradicionalmente la zona más económica y de menores recursos. Es el más cercano al Parque Olímpico, por ejemplo. En Brick Lane se encuentra el pequeño barrio de Bangladesh, que es básicamente una seguidilla de restaurantes en los que se puede encontrar comida asiática barata. La lógica fue haciendo su juego y ese callejón inicial se fue extendiendo hasta completar un complejo de mercados de varias cuadras, con enormes construcciones de ladrillo que evidentemente funcionaban como fábricas o galpones, y que fueron reutilizadas para instalar puestos de venta de comida callejera, galerías de arte y locales de venta de ropa.

Un cosnejo para los amantes del pastrami, no dejen de pasar por allí. Dicen que se vende el mejor bagel que todo Londres sabe ofrecer. Eso sí, aquí le dicen salt beef.

Sin gente

FECHA
29/07
2012
por Pablo Cheb Terrab
St. PancrasESPNdeportes.comLa terminal internacional de trenes de St. Pancras con espíritu olímpico

LONDRES -- Aunque resulte difícil de creer, los lugares normalmente más visitados por el turismo están completamente vacíos en esta capital inglesa. No hay nadie en Piccadily Circus, nadie en Oxford Street, ni en el Big Ben ni en Westminster. Hay poca gente en los teatros del West End, que anunciaron una caída de un tercio en la concurrencia a sus famosos musicales. Hay poca gente en el metro, pese a los reiterados avisos de cuidado que profirió durante el último mes el gobierno de la ciudad.

El centro de Londres parece una ciudad fantasma. Si uno decide recorrer sus calles en pleno día se encontrará con un panorama digno de domingo en un pueblo pequeño de Italia: parece que todos se fueron a dormir la siesta. Donde se fueron, en realidad, es a los Juegos Olímpicos, que están sucediendo en Stratford --a 10 kilómetros de todos estos lugares-- y en alguna de las otras sedes olímpicas repartidas por la vera del Támesis. Por la noche, muchas veces están demasiado cansados para volver y pasear.

Los números entregados en las últimas horas son absolutamente apabullantes. Normalmente, el verano trae unos 300 mil visitantes de temporada. Este año hubo apenas 100 mil. Los negocios de las calles principales aseguran que sus ventas cayeron un 60 por ciento con respecto a las del año pasado. Los peatones de las zonas comerciales bajaron en un 11 por ciento. Los hoteles de lujo ofrecen descuentos de hasta un 80 por ciento en su tarifa, algo inédito en una zona tradicionalmente conocida por su altísimo valor de alojamiento.

Los bares y restaurantes también activaron sus alarmas por la falta de clientes. En los establecimientos más caros hay descuentos con menúes fijos que superan el 50 por ciento del valor total.

No es sólo una cuestión de turismo. Los habituales asistentes también faltan, ya sea porque prefieren quedarse mirando la televisión, porque consiguieron tickets o porque dejaron la ciudad espantados por lo que se anunciaba. Esta última fue una opción bastante común.

Quién hubiera imaginado que, para encontrar tranquilidad, lo único que tenían que hacer los londinenses era quedarse en Londres.

Banksy

LONDRES -- Banksy es un artista callejero londinense que se hizo famoso desde el anonimato. Siempre dejó que su obra hablara por él, y dejó que el misterio creciera alrededor de su figura: no se sabe bien dónde nació, se cree que

Banksy
creció en Bristol, no da entrevistas y no se toma fotografías. Pero pinta, sobre todo stencils y graffitis en su ciudad y en muchas otras. Entre sus muchas hazañas se encuentra la de haber dejado su obra en el muro de la vergüenza, en Israel.

A esta altura ya es un símbolo inglés. Por lo general, su temática es satírica e incluye críticas a la política, al sistema capitalista, a la falsa moralidad y al racismo, todos tópicos que -según él- están presentes en el día a día de la cultura mundial.

Para no quedarse afuera del gigantesco evento que aloja su ciudad, decidió revelar mediante su página web dos nuevas obras: "Hackney da la bienvenida a los Juegos Olímpicos" y "Going for Mould", un título básicamente intraducible que mezcla una burla fonética a la medalla de oro e incluye una referencia a un material utilizado en el arte y a las característas típicamente británicas. Hackney es un barrio londinense de donde son originarios los famosos taxis negros de la ciudad.

Ambas obras son stencils, están en ubicaciones desconocidas (casi siempre es así con Banksy) y el gobierno amenazó con borrarlas lisa y llanamente si llegan a encontrarlas.

Doping Thrower
Getty ImagesLa obra diseñada por el cubano Erik Ravelo
Todo un dilema, ya que algunas obras del mismo autor llegaron a venderse a 400 mil libras hace poco tiempo. Algunas de sus creaciones más famosas, como ésta, ésta otra y ésta de más acá han trascendido más allá de las fronteras de lo popular y se han convertido en auténticos símbolos culturales.

La protesta particular del artista con temática deportiva va ligada también a la campaña para "limpiar" las paredes de Londres antes de los Juegos. Una diferencia de criterios entre los artistas que utilizan el graffiti, que consideran su trabajo como un arte que enriquece el paisaje urbano, y los responsables del mantenimiento de la ciudad, que lo consideran vandalismo.

Otra escultura relacionada al deporte es la del cubano Erik Ravelo, que se llama "El tirador del doping" y es parte de una muestra que se exhibe ahora mismo en la Old Truman Brewery, una cervecería reciclada que funciona como espacio de muestras.

Unwelcome
ESPNdeportes.comParte de la exhibicón en la Old Truman Brewery

La obra de Ravelo, basada en el discóbolo griego, está completamente construida con pastillas y resulta bastante impresionante. Se trata de un lanzador que, en lugar de un disco o una jabalina, se encuentra a punto de arrojar un vaso descartable de café.

En esta exhibición hay una crítica durísima al dopaje en el deporte profesional, explicitada en unos banners que tienen a deportistas con la cara cubierta, bajo la leyenda: "El dopaje es un robo a la gloria".

Un pequeño aporte londinense a una ciudad que, como era previsible, hoy abruma por su oferta mediática en cuanto a deportes.

Asientos vaciosGetty ImagesNo parece haber solución para las butacas vacías...

LONDRES -- Lochte le gana a Phelps en el estreno de la natación nocturna, y la grada se muestra semi vacía. Los dos juntos compiten en tándem para quedar segundos de Francia y el fenómeno se repite. En el natatorio, en el estadio de básquetbol, el de hockey, el de gimnasia o el que junta al judo con la esgrima, el tenis de mesa, el boxeo y el levantamiento de pesas. No importa de qué instancia ni de qué deporte se trate: falta gente, no existe el lleno total.

El gran tema extradeportivo del momento en los Juegos Olímpicos de Londres gira alrededor de la cantidad impresionante de asientos que quedan sin ocupar incluso en los eventos que tienen sus entradas agotadas. ¿Cómo puede ser que, si no quedan tickets por vender y una buena cantidad de posibles compradores es rechazada por falta de boletos, las tribunas muestren huecos tan visibles?

La respuesta es tan simple como decepcionante. Una gran cantidad de espacios se guarda para lo que aquí llaman la "Familia Olímpica". Está compuesta por miembros de las federaciones internacionales, oficiales del Comité Olímpico Internacional y algunos sponsors, y lo cierto es que no está asistiendo en la medida de lo esperado a los diferentes estadios, con el resultado menos agradable: asientos sin dueño que se notan a través de la televisión.

Este tipo de tickets corporativos es una de las condiciones que pone el COI para la organización de los Juegos, y en este caso se trata de un 8 por ciento de los 8.8 millones de boletos que fueron puestos a la venta.

Tampoco ayuda que los puestos reservados para los atletas y la prensa están a media capacidad. La cantidad de oferta simultánea que impide a los deportisas moverse para mirar a sus compatriotas en la medida de lo esperado. Los periodistas también tienen que elegir a dónde ir: no pueden estar al mismo tiempo en todos lados. Esto irá cambiando --se supone-- cuando en los próximos días se vaya centralizando la actividad en los distintos recintos.

Otro tema a contemplar es que por lo general cada entrada es para una "sesión" de un deporte determinado. Puede ser la sesión matutina del hockey, por ejemplo. Y estas sesiones están compuestas por más de un partido. La gente suele asistir solamente a uno de esos juegos (digamos, el de Gran Bretaña), y se asegura llegar justo a tiempo para el evento e irse justo después. O sea que el partido anterior, o el siguiente, sufren la carencia de público.

La solución propuesta, por ahora, es que maestros, alumnos de escuelas públicas y miembros de las fuerzas armadas que estén fuera de servicio puedan ser llevados a las gradas para completar la asistencia cuando haya un faltante.

La otra opción que se maneja es implementar una "regla de los 30 minutos", para poner a la venta los asientos que no fueron ocupados después de media hora de comenzado el evento. Parece un poco impracticable: ¿qué pasaría si alguien llega a los 35 minutos y ve su asiento ocupado?

Kieren BehanGetty Images

LONDRES -- En su primer día de competencia, los Juegos de Londres entregaron una de esas historias que no precisa de adjetivos ni de exageraciones literarias. Se trata de la fibula del gimnasta irlandés Kieran Behan, segundo deportista en esa disciplina que llega a representar a su país en la historia olímpica.

Y lo hizo después de haber vivido una historia de lesiones que amenazaron con dejarlo sin caminar de por vida.

Ayer, Behan participó en los ejercicios de suelo y en la barra de equilibrio. Es cierto que tuvo un par de aterrizajes en falso y que no logró clasificarse a la final. Pero su sueño de alta competencia estaba cumplido: había soñado con llegar a ese lugar desde que tenía seis años.

Su fábula es emocionante. Cuando era apenas un niño, una operación en la pierna le gneró tanto daño en los nervios que su pie izquierdo quedó entumecido. Apoyarlo le causaba un dolor insoportable. Los pronósticos eran muy malos.

Sin embargo, luchó, se rehabilitó y volvió a los entrenamientos, con tanta mala suerte que un golpe en la cabeza contra una barra durante una práctica lo dejó inhabilitado para llevar a cabo las tareas más sencillas, como comer o mover la cabeza.

Lejos de darse por vencido, peleó para rehabilitarse. Y llegó a Londres. "Fue un día muy emotivo. Todos los sentimientos y recuerdos de mi vida agitada me llegaron en el momento de pisar el estadio", declaró tras su rutina.

Tiene 23 años y la certeza de un deber cumplido, y aunque se lamentó un poco porque consideró que su actuación estuvo por debajo del estándar deseado, también rescató el hecho de haber llegado a donde quería. "Se me ablandaron un poco las piernas, pero al final del día soy un agradecido, tengo que levantar la cabeza y sonreír".

Al hablar de su primera experiencia en este nivel, Behan no podía parar de llorar. Se acordó de su familia, de sus amigos, de los sacrificios que su entorno hizo por él. "No importa lo que hice aquí, importa cómo llegué hasta donde estoy. No podría haberlo hecho sin ayuda", sostuvo.

Y aseguró que volverán a escuchar su nombre: "Regresaré, porque soy un luchador".

Sin bandera

FECHA
28/07
2012
por Pablo Cheb Terrab

LONDRES -- Está muy bien: finalmente comenzaron los Juegos y toda la atención, en la primera noche, se la llevaron los fuegos artificiales y los desfiles con las banderas de cada país. Ahora bien, entre tanto estandarte nacional apareció uno que no representa fronteras específicas. Se trató de la bandera del Comité Olímpico Internacional, bajo la que desfilaron cuatro atletas que no representarán a ningún país durante Londres 2012.

El nombre que se da al grupo es Atletas Olímpicos Independientes, y se trata de competidores cuya nación de pertenencia no fue aún aceptada como parte del COI. Tres de ellos pertenecen a las Antillas Holandesas, como se conoce al conjunto compuesto por Curacao y Bonaire, en el mar Caribe: el judoka Reginald de Windt, el velocista Lee-Marvin Bonevacia y la regatista Philippine van Aanholt.

Lo que sucedió con ese archipiélago es particular: era un territorio independiente con Comité Olímpico propio hasta 2010, pero ahora se trata de una parte de Holanda -un municipio especial- que no tiene representación en el máximo organismo olímpico.

Algo similiar sucedió en Barcelona 1992 con los representantes de Yugoslavia y Macedonia, y también en Sidney 2000 con Timor Oriental.

Guor Marial
Servicios de ESPNdeportes.comMarial odiaba correr, pero ahora es maratonista
Mucho más llamativa es la historia de Guor Marial, un maratonista que escapó de un campo de trabajo infantil en Sudán, refugiado en los Estados Unidos y sin pasaporte de ningún país. El hombre de 28 años se considera oriundo de Sudán del Sur, un país recientemente independizado que no tiene un cuerpo olímpico.

Increíblemente, el atleta logró su marca clasificatoria para Londres en la primera maratón de su vida, el año pasado. Se negó a representar a Sudán porque perdió 28 miembros de su familia en los conflictos civiles que terminaron en la división del país. Y aunque vive en Estados Unidos desde que tiene 8 años -y escapó del país tras ser secuestrado y obligado a hacer trabajos forzosos- no cuenta con nacionalidad estadounidense.

"Odiaba correr. Corría hasta mi casa para salvar mi vida", declaró el atleta hace poco. Es comprensible: cuando logró escapar de sus captores, el entonces niño tuvo que estar escondido durante toda la noche en una cueva, junto a otro muchacho, para encontrar una ruta de escape al salir el sol. Primero fue a Egipto, luego llegó a Estados Unidos.

Allí corrió para su colegio y consiguió una beca de atletismo para continuar haciéndolo en la universidad de Iowa State. Y finalmente encontró su marca clasificatoria para los Juegos. Es cierto que precisó una pequeña intervención del senado americano, que envió una carta al COI para contemplar su situación particular. Pero también es cierto que alcanzó esa meta que parecía tan increíble.

Marial también contó que le pediría a su padre -aún en Sudán del Sur- que se desplazara hacia la ciudad más cercana para verlo competir a través de la TV. Quizá ya lo haya hecho para verlo desfilar, igual de orgulloso, bajo una bandera genérica.

Cholulaje

FECHA
23/07
2012
por Pablo Cheb Terrab
Militares en Wimbledon
ESPNdeportes.comUna fotito de Sharapova, ¿por qué no?

LONDRES -- Es difícil explicar la admiración rotunda que despiertan ciertas figuras alrededor del mundo tratando de usar la palabra como única herramienta. Es por eso que, esta vez, elegí apenas dos imágenes para graficar una misma realidad. Déjenme explicarlas, brevemente.

La primera es la foto de una foto. Un militar, contratado para mantener la seguridad de la sede de tenis de los Juegos Olímpicos -Wimbledon- se fascinó con el carisma y la belleza de una reina del deporte: Maria Sharapova. No era el único en aquel momento. Un grupo de jóvenes de uniforme camuflado se había amontonado para presenciar el entrenamiento de la rubia rusa. Uno de ellos se animó a hacer lo que todos los otros querían: buscó su cámara y dejó registro del momento que estaba viviendo. Sharapova allí, a dos pasos.

En ese pequeño instante, el soldado olvidó todo protocolo. No le importó que hubiera periodistas allí. Por un segundo, ni siquiera debe haber pensado en su deber y su responsabilidad: cuidar que no sucediera nada en el lugar. Es que estaba dedicado a una única actividad: admirar. Sonrió, se fijó que la foto hubiera salido bien, y siguió su camino. Antes preguntó -quizá un poco avergonzado- si le había sacado yo una foto a él. Pidió verla. Le gustó. Aceptó su publicación.

Militares en Wimbledon
ESPNdeportes.com Wimbledon, militares y el logo olímpico
La segunda imagen es menos explícita pero mantiene el mismo espíritu. Esa pequeña junta que ven sucedió justo después de que Roger Federer abandonara la cancha de entrenamiento. Casi sin proponérselo, el pequeño grupo de la imagen armó una escolta alrededor del suizo. Pero no era una escolta militar. Bueno, lo era en el sentido literal de la palabra, pero la mayoría de ellos tenía en mano algún papel y una lapicera lista para pedir un autógrafo.

Lo fueron acompañando hasta la puerta del club. Cuando Roger entró, dejó apenas esto: un tendal de jóvenes contentos, bajo el logo de los Juegos en un club que no parece el de siempre, porque tiene colores desconocidos, porque es custodiada por las fuerzas militares y porque, allí, ya ni Federer puede caminar tranquilo.

LONDRES  Es increíble, pero es así: en el partido entre Colombia y Corea del Norte, las jugadoras del equipo asiático se niegan a entrar a la cancha porque en el indicador electrónico aparece la bandera de Corea... del Sur. Un tema político bastante delicado, como mínimo. No importa, pensará usted, se arregla pronto, hay que cambiar la bandera y listo. Sí, listo, pero la organización de Londres 2012 tardó casi una hora en hacerlo. El partido pospuso su inicio. Los altoparlantes, reacios a aceptar el error, anunciaron un "problema entre bambalinas", como si la gente fuera estúpida.

Corea del Norte
Getty ImagesTras una hora, al final pusieron la bandera correcta

La maniobra para cubrir la situación duró poquísimo y la noticia se diseminó pese las barrera deseadas. Después del partido, en la sala de prensa, una voluntaria hablaba por teléfono y se aliviaba por que sólo hubiera habido una actividad en la que participaran coreanos durante el día de ayer, porque -decía- todo estaba configurado de la misma manera para todas las disciplinas. Es decir, que el error podría haberse repetido diez veces en caso de haber ocurrido en medio de los Juegos post inauguración.

El día anterior, un locutor anunció el ingreso de la selección de fútbol de Inglaterra, en lugar de Gran Bretaña. Ups.

No es estrictamente nuevo. Hace un par de días el Comité Organizador debió pedir disculpas porque un cartel que decía "BIENVENIDOS" en árabe estaba mal impreso, por lo que se leía el equivalente a "SODINEVNEIB".

¿Cómo puede ser que esto suceda en el evento más importante del mundo deportivo? La pregunta es buena, pero le aseguro, lector, que suena ridícula a cualquiera que esté involucrado en el desarrollo de la competencia, ya sea prensa, atleta, entrenador o espectador.

El primer gran problema es la distancia y se presenta en tres formas de decepción:

1- Las sedes están en un territorio ridículamente extenso. Si no contamos Cardiff, Coventry, Glasgow y Manchester (probablemente no deberíamos hacerlo) igual nos quedan horas de traslado desde, por ejemplo, Wimbledon o el Lords Cricket Ground (donde competirá la arquería) o el Hyde Park (donde estará la equitación). Esto es problemático para un periodista, pero mucho peor es para los propios atletas, que tienen que planificar sus salidas con horas de anticipación para no llegar tarde desde la Villa Olímpica, donde la organización los aloja.

2 - Dentro del parque olímpico, cada uno de los estadios tiene una distancia imposible con respecto a los otros. Desde el estadio olímpico que se utilizará en atletismo hasta el de básquetbol hay una caminata de casi media hora. Lo mismo hasta el de hockey, o de allí al natatorio. La única medida posible para el desplazamiento es la televisión.

3- Cuando, por casualidad o milagro hay una cosa que está al lado de la otra, es imposible trazar una línea recta entre ellas. Los cráneos de la capital inglesa idearon una serie de vallas, pasillos, escaleras y vueltas intrincadas que multiplican por cinco cualquier movimiento normal. Usted puede estar mirando de frente, literalmente, la entrada de un estadio, y es posible que todavía deba andar 20 minutos antes de entrar a mirar el evento.

Hablamos de todo esto y todavía no dijimos una palabra del previsible caos de transporte público que azota a una ciudad decididamente mal preparada para recibir un excedente tan enorme de viajes puntuales. Es decir: todo funciona bien si hay un flujo moderado de movimiento, pero cuando todos quieren ir al mismo lugar, hay un colapso.

Sucedió esta semana con el ensayo de la inauguración, que vio una masa de gente desplazarse hasta la estación de subte de Stratford, con penosas consecuencias para los usuarios habituales. Las líneas del metro han sufrido paros, cortes, demoras, sobrecalentamientos y amenazas de huelga, todo en los últimos cuatro días.

El nivel de capacitación de los voluntarios y empleados de la familia olímpica también es alarmante. Por lo general, nadie conoce las sedes en las que trabaja. Permanentemente, se reciben instrucciones contradictorias o respuestas vagas ante el pedido de una indicación. Eso, sumado a lo laberíntico de los accesos, puede ser nefasto cuando comiencen a llegar masivamente los espectadores.

La limitación no es la cantidad. De hecho, sobra gente por todos lados. Durante la jornada de fútbol del jueves, en Hampden Park, llegué a contar ocho personas vestidas con el uniforme reglamentario sentadas sobre una mesa, moviendo sus pies en clara señal de aburrimiento porque no tenían nada que hacer. El tema es que esa gente no conoce las sedes, no sabe qué puede hacer o dejar de hacer la prensa y no entiende de computación si uno tiene un contratiempo.

El último problema parece ser la cantidad de personal militar contratado por la ciudad. No por cuestiones de inseguridad, sino de desorganización. La noticia que ocupaba las primeras planas en los diarios de ayer arrojaba un número elocuente: Gran Bretaña destina a los Juegos Olímpoicos el doble de soldados que a Afganistán.

Recibimiento, villa olímpica,
ESPNdeportes.comAtletas y artistas se mezclan en la villa olímpica

LONDRES -- Cada día se repite en la Villa Olímpica un ritual particuar. Se trata de una ceremonia de bienvenida e izado de bandera de los diferentes países que participarán en la competencia. Está exclusivamente dedicado a los atletas y es parte de una organización que quiere hacer sentir bienvenidos a los países de todo el mundo.

En rigor, el acto de media hora tiene más visos de espectáculo circense de los que cabría esperar del protocólo británico. Hay malabaristas, equilibristas y actores que demuestran sus propias habilidades atléticas en un show que incluye saltos, volteretas, efusivas alocuciones teatrales y algún discurso oficialmente aburrido de los funcionarios de turno.

También ofrece música, mucha música que se canta en vivo. Todas las canciones que van acompañando las alocuciones son de la misma banda británica: Queen. Suena We are the Champions, suena Bycicle Race, suena Fat Bottomed Girls. Las entona un solista con un micrófono o un entusiasmado coro que acompaña a capella.

Lo más increíble es que, como hay demasiados países por recibir, esta ceremonia se repite más o menos a cada hora. Y ni siquiera es dedicada exclusivamente a cada delegación: se realiza para homenajear a cinco equipos de manera consecutiva. Así que, de pronto, se iza la bandera de Chile, de Croacia, de China, de Suecia y de Omán... en la misma ceremonia. Se entonan los himnos de cada país y del Comité Olímpico Internacional, claro- y se les da a todos un caluroso "Welcome-Bienvenue", en inglés y francés (sí, solamente en inglés y francés, nadie sabe por qué francés).

Las delegaciones no asisten de manera íntegra al acto. Por lo general se eligen unos diez deportistas que van acompañados por dirigentes del Comité Olímpico Nacional. Los atletas la pasan genuinamente bien. Se divierten, se ríen, sacan fotos. Los actores intentan que sea una experiencia inclusiva para ellos. A veces lo logran.

Cuando termina el show, los participantes todos, artistas y espectadores- se dirigen a la puerta de la Villa Olímpica y entran juntos, mientras los saltimbanquis siguen dibujando su show en triciclos dorados decorados con alas, mamelucos coloridos y alguna cámara que intenta robarse una entrevista con la estrella de turno.

Es un toque especial para unos Juegos que sin entrar todavía en acción andan necesitando frescura.

Tickets
Getty ImagesLa gente hace 5 horas de cola para comprar un ticket
LONDRES -- Gritos. Más gritos. Quejas. Esperas de hasta cinco horas. Faltantes de entradas de los que nadie se hace responsable. El primer gran paso en falso de la organización de los Juegos (quizá el segundo, si se toma en cuenta lo que pasó con la seguridad) se vivió en la entrega de los boletos para los diferentes eventos que habían sido vendidos con anterioridad, casi siempre de manera electrónica.

Algunas historias son sencillamente insólitas. Matt, de 29 años, compró 4 boletos hace más de dos meses. Le entregaron tres asientos consecutivos y uno exactamente en la parte opuesta del estadio. A Carla, de 33, le dieron apenas la mitad de las que había obtenido. Y nadie apareció para dar respuestas.

La empresa encargada de la venta fue la empresa CoSport. En general, la gente tuvo que solicitar los tickets a través de una lotería. Algunos ofertaron por varios deportes, pensando que muchos de sus pedidos no serían atendidos. El tema es que si salían asignados, debían pagar por todas las ofertas que habían realizado en un principio. El resultado fue mucha gente que debió pagar por entradas que no pensaba tener.

"Es increíble, pero lo único en lo que son eficientes es en sacarte el dinero de las manos", dice exaltado Richard, de 46 años, quien esperó tres horas y media para que le entregaran sus entradas.

La respuesta de la empresa llegó a través de un comunicado. "Lamentamos que algunas personas tuvieran malas experiencias, pero se trató del primer día en que los tickets estaban disponibles y nosotros previnimos por correo electrónico a la gente para que no viniera en horarios de alta afluencia".

Esta historia continuará.

Cittie of Yorke
El Cittie of Yorke, en el barrio de Holborn
LONDRES -- Hace un tiempo viví en Londres. Fueron unos meses, no más. Quiero decirlo desde el comienzo porque cada vez que escribo una línea acerca de las maravillas de esta ciudad me parece una estafa al lector: lejos del descubrimiento, muchas veces simplemente me inclino a la confirmación. La memoria emocional prefigura la mirada y resulta en una forma de engañar a la sorpresa: ya sabemos qué pensamos incluso antes de pensarlo.

Viví en Londres, y pensé que más allá de la competencia, era necesario hacer justicia a esos aspectos que vale la pena destacar. No son pocos, y si el lector me acompaña los iremos repasando con el correr de los días olímpicos. La ilusión es que también funcione como una guía para el visitante.

Prospect of Whitby
ESPNdeportes.comFrente y contrafrente del Prospect of Whitby

Porque esta ciudad que ahora es deporte cuenta con algunos de los edificios y monumentos más bellos del planeta. Y tiene un aspecto de su rostro que no es para nada cosmético pero es absolutamente auténtico: sus pubs.

Son bares, pero no exactamente. A su modo también funcionan como centros vecinales, un sitio de comunión donde se forja la amistad. Uno va al pub, y espera. Los amigos llegarán, tarde o temprano, porque es ahí donde hay que estar. El modelo exportado a cientos de países en el mundo es sencillo. Una barra donde se paga la cerveza, en pinta o media pinta -practicamente nunca en botella- que se bebe de pie.

El transcurso del tiempo ha perfeccionado la experiencia hasta el detalle. Ahora hay gastro pubs, donde se puede comer desde hamburguesas hasta cocina gourmet moderna. Y hay espectáculos, sobre todo futbolísticos, que se siguen con el vaso en la mano. Sin embargo, los mejores pubs de Londres siguen siendo los más tradicionales. Y esos, obviamente, son también los más viejos.

Cuando se dice viejo, en esta ciudad, no hay ningún eufemismo. El Cittie of Yorke (22 High Holborn), por ejemplo, ha estado en el mismo sitio desde 1420. ¿Es el pub más antiguo de la ciudad? Bueno, no hay un acuerdo unánime. Es un hermoso lugar, lleno de madera, con algunas extrañas cúpulas que delatan su origen eclesiástico y barriles en las vigas del techo. Pero hay quienes discuten que, si bien el sitio funciona desde hace casi 600 años, el edificio data apenas de 1645 .El Lamb & Flag (33 Rose Street), en cambio, tiene licencia desde 1623.

Este tipo de detalles en la discusión solamente nos lleva a elaborar una larga lista de locales que se autodenominan como el más antiguo: The White Heart (191 Drury Lane), Angel (101 Bermondsey Wall), The Guinea (30 Burton Place), Ye Olde Watling (29 Watling Street), el Old Bell (95 Fleet Street), o hasta el Prospect of Whitby (57 Wapping Wall), que sí está confirmado como el más viejo pub a orillas del Támesis y que cuenta con una terraza con vista al río.

La enumeración es inútil, así que mejor vayamos por nuestros favoritos. El George Inn (77 Borough High Street) era uno de los típicas tavernas que adornaban la ciudad den el siglo XIV. El edificio sufrió muchos cambios pero su interior sigue siendo un pedazo de pasado, historia viva.

George Inn
El interior del George Inn, reconstruido en 1686

Probablemente el más pintoresco sea el Ye Olde Cheshire Cheese (154 Fleet Street), abierto en 1667 en el mismo lugar donde funcionaba otro pub desde 1538, y con orígenes en un monasterio del siglo XIII. Sus puertas pequeñas, techos bajos y sus laberínticos pasillos de madera ofrecen una atmósfera única.

Si usted es amante del mito, puede pasar por el Spaniards Inn (Spaniards Road), donde tomaron sus copas John Keats, Charles Dickens, Robert Louis Stevenson, William Blake, John Constable, Mary Shelley, William Hogarth y Lord Byron.

No queda sino recorrer, caminar, comparar, beber y elegir el que resulte preferido.

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