BUENOS AIRES -- Hungría fue el mejor Seleccionado del planeta durante la década del cincuenta. Ganó dos Juegos Olímpicos y disfrutó de una generación de futbolistas extraordinaria, liderada por el recordado Ferenc Puskas. Por eso, llegó al Mundial de 1954 como la máxima favorita a dar la vuelta olímpica en Suiza.

Alemania
Getty ImagesAlemania dio una de las sorpresas más grandes

En la primera rueda marcó 17 goles en dos partidos, con un 8-3 sobre Alemania, ni más ni menos. Luego, eliminó a Brasil y Uruguay, los últimos finalistas de la Copa del Mundo y alcanzó la definición ante el equipo teutón, que se presentaba como un verdadero trámite para los Magiares.

Sin embargo, algo pasó. Transcurrieron 56 años y todavía nadie pudo explicar lo que sucedió aquel día, que quedó en la historia como la jornada del "milagro de Berna". Alemania le ganó 3-2 a una de las mejores Selecciones de todos los tiempos y se quedó con su primer título planetario.

Se buscaron explicaciones futbolísticas, anímicas y hasta espirituales. Casi siempre se llegó a la conclusión de que ese resultado fue un accidente y que en cualquier otra situación el campeón hubiese sido Hungría.

Hoy, más de cinco décadas después, un estudio arroja un poco más de claridad sobre el asunto. El Instituto Federal de Ciencias Deportivas sostiene que hay indicios que apuntan a que algunos jugadores alemanes recibieron metanfetamina pervitina, un estimulante que usaron los soldados del tercer reich durante la segunda guerra mundial.

Esto es sólo una muestra más de un secreto a voces que se escucha desde hace años. De hecho, el médico teutón, Loogen, intentó refutar los rumores y aseguró en diversas ocasiones que sí inyectó una sustancia a los futbolistas, pero que era vitamina C.

El dopaje no es la única ayuda externa que habrían utilizado los alemanes en Suiza. El empresario de la indumentaria Adi Dassler le habría proporcionado al plantel unos botines especiales con tapones intercambiables, una práctica que no existía en esa época.

Desde siempre, el ser humano ha intentado buscar explicaciones a lo inexplicable. Muchas veces sus intentos quedan en la nada y el misterio se mantiene intacto. En otras ocasiones, en cambio, consigue descifrar el enigma.

Gracias a un Instituto alemán, como para darle más valor al hecho, se puede decir que aquella final inolvidable tuvo otros ingredientes que recién hoy, a las puertas del cuarto Mundial del siglo XXI, podemos conocer.