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Se va el Fenómeno

BRISTOL -- Lo descubrió Jairzinho, el máximo goleador del Mundial de 1970 en México. Jairzinho fue el primero en comprar su ficha deportiva, el primero en ver en el chico un futuro profesional. En 1992 pagó 50 mil dólares por el pase de un joven de 15 años, con dientes saltados y un potencial goleador inusual. Un año más tarde, Jairzinho pensó que estaba ante el negocio de su vida cuando el Cruzeiro llegó a comprarle los derechos del escuálido adolescente por 200 mil dólares. Una ganancia importante habría pensado el consagrado ariete brasileño.

De Ronaldo Luiz Nazario de Lima quedan muchas imágenes, demasiadas como para detenerse apenas en las mas recientes. Antes del Mundial de 1994, Cruzeiro había eliminado de la Copa Libertadores a Boca, el de Menotti, con un gol del "niño" Ronaldo. Carlos Alberto Parreira anticipó convertirlo en figura del equipo que a la postre fue campeón y sin minutos de quién llamaban "el nuevo Pelé". La imagen del juvenil postrado con la camiseta italiana sobre el césped del Rose Bowl de Pasadena es una memorable. Brasil era campeón, pero el chico inconsciente no tuvo reparo en regalar la histórica camiseta canarinha.

Con 17 años y empezaba a bailar con un sueño millonario. Por consejo de Romario llegó al PSV que desembolsó 6 millones de dólares por un jugador con promedio de un gol por partido con los de Belo Horizonte. Le ganó una apuesta a Koeman y Romario "por algunos miles de dólares" y anotó más de treinta goles en su primera campaña en Holanda. En Eindhoven conocería por primera vez las lesiones y el rechazo de un técnico. Dick Advocaat lo tildó de inmaduro. Tenía 19 años.

El Barcelona lo firmó en Miami. Joan Gaspart, entonces vicepresidente, se disfrazó de camarero y entró a la habitación del crack para hacerle firmar el contrato antes que venciera el plazo pactado con el PSV. Llegaba el deseo de Bobby Robson para vestirse de blaugrana solo una temporada, porque después llegó el Inter a pagar la cláusula. Antes, Robson vio el gol de un extraterrestre en Compostela. Era el nuevo Pelé. Para eso el viejo Pelé, Cruyff y Di Stéfano coincidían en darle tiempo, no precipitarse, llevarlo con calma.

Ronaldo no entendería de calma, ni para jugar, ni para vivir. "El Barça no se da cuenta de que el tren ha pasado y no se han subido" espetaba Alexandre Martins su representante entonces. Inter pagó 24 millones de euros y Ronaldo se fue a Italia. Llegó la mejor versión del "fenómeno". Paolo Maldini, conocedor de las mejores versiones de Platini, Maradona y Van Basten siempre afirma que el mejor jugador que enfrentó fue Ronaldo: "era simplemente inmarcable" ha dicho Maldini.

Las imágenes del mejor Ronaldo daban paso al drama. La final del Mundial del 98 aún no cuenta su última historia. Ronaldo no iba a jugar, hasta que en el vestuario a una hora del partido aparece su nombre en el pizarrón. Todos atónitos dentro y el rostro de Ronaldo contaba parte del drama interior. Unos meses después ante Lecce, un traumatismo en el tendón rotuliano de la rodilla derecha. En 2000, por la Coppa Italia ante la Lazio en lo que era su reaparición Ronaldo caía fulminado por el francotirador que siempre lo persiguió. Su grito, sus gestos de dolor, se replicaron en los que veíamos el final de su carrera.

Inconsciente de la percepción de los de afuera, Ronaldo recuperó la rodilla, chocó hasta las lágrimas con Héctor Cúper en el Inter y apareció en tierras asiáticas para redimirse de todo lo malo. Fue campeón del mundo ya pisando césped y abriendo vuelo para gritar sus goles, dos en la final. El salto al Real Madrid, un milagro. Massimo Moratti había dicho que "solo un milagro" lo saca del Inter. Viajó a otra galaxia y con la constelación de valiosas estrellas consiguió sus únicos títulos de Liga en Europa. De allí al Milan, de la mano de Silvio Berlusconi dio un paseo por la pista atlética del Olímpico de Atenas en la final de Champions de 2007. La última que lo tuvo cerca. Ya el camino era en descenso. Esas imágenes no pueden ser rivales de a aquellas que dejó Ronaldo en la cima de su juego. ¿Mejor o peor que otros? Único y eso es suficiente. Un fenómeno, el fenómeno.