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Beltrán y Collins mostraron clase

Pagán (der.) siempre ha declarado que admira a Beltrán. AP Photos

PORT ST. LUCIE, Florida -- En una era en que el tamaño del ego de los jugadores es directamente proporcional a sus cuentas bancarias, el traslado de Carlos Beltrán del jardín central al derecho ha sido uno de los movimientos menos traumáticos y sensibles de los últimos años en Grandes Ligas.

Y la facilidad con que ese cambio de posición se completó fue posible, principalmente, debido a la extraordinaria clase con que lo manejaron Beltrán y Terry Collins, el nuevo manager de los Mets de Nueva York.

Sin presiones, plazos, empujones o amenazas, Beltrán le comunicó el lunes a su manager que se mudaría a una de las esquinas, abriendo el camino para que su compatriota y amigo Angel Pagán se quede patrullando el prado central.

"Pienso que aún puedo jugar en el jardín central, pero al mismo tiempo, esto no es sobre Carlos, sino sobre el equipo", dijo Beltrán antes del partido de exhibición contra los Nacionales de Washington en el Digital Domain de Port St. Lucie, Florida.

"Quiero estar en la misma página que todos aquí, no quiero que esto se convierta en una distracción. Quiero que Collins llegue al estadio sabiendo donde me pondrá a mí y a Pagán y por otro lado, quiero que Pagán y yo lleguemos al parque sabiendo en donde vamos a jugar", dijo Beltrán.

"Para mí es sencillamente extraordinaria esa clase de desprendimiento", dijo Pagán sobre Beltrán, el jugador que más admira. "El es uno de los mejores jardineros del béisbol y estoy seguro que aún puede salir y jugar muy bien en el centerfield, pero prefiere evitar controversias y sacrificarse por el equipo", agregó.

"Pienso que ahora lo admiro más todavía y sueño con llegar a ser como él", dijo Pagán.

El movimiento es lógico. Beltrán, de 33 años, perdió movilidad para jugar en el jardín central, sobretodo en el espacioso Citi Field de Queens, debido a una artritis que requirió cirugía en su rodilla derecha en el 2010. Pagán, de 29 años, jugó efectivamente la posición la temporada pasada y está en el mejor momento de su incipiente carrera.

Pero en las Grandes Ligas el mover una estrella establecida de su posición original no es tan fácil como sumar 2+2. En agosto pasado, Torii Hunter, de Anaheim, fue el último gran jardinero central que se mudó al derecho sin chistar, pero no siempre es tan suave.

Beltrán es un cinco veces Todos Estrellas con tres Guantes de Oro y un contrato de $119 millones de dólares que le pagará $18.5 millones en el 2011. Con 13 temporadas a cuestas, el puertorriqueño se ha ganado el privilegio de aceptar o vetar cualquier movimiento que piense que no le será beneficioso, física o mercantilmente.

Cuando los Mets nombraron a Sandy Alderson como gerente general, una de las primeras tareas que se propuso fue convencer a Beltrán de mudarse a una esquina de los jardines, pero pocos progresos se reportaron al respecto.

Collins apostó por una postura más pragmática y menos controversial: Le dejó saber a Beltrán que le gustaría usarlo en el jardín derecho, pero otorgó al jugador la oportunidad de tener la última palabra en el asunto y no trató de presionar un desenlace. El plan le salió perfecto al dirigente.

"Estoy impresionado por la forma en que todo fue manejado", dijo Collins.

"Los beisbolistas suelen ser muy orgullosos, pero a veces hay que sacrificar el orgullo para hacer lo que es mejor para el equipo. Esta decisión de Carlos es el tipo de movimientos que une un equipo", dijo el antesalista David Wright.

"Ser una estrella no solamente significa jugar bien a la pelota, sino tomar ese tipo de decisiones. Carlos Beltrán es una súper estrella en todo el sentido de palabra", dijo el torpedero Jose Reyes.

Clase, eso fue lo que mostraron Beltrán y Collins en el manejo de una historia que tuvo un final feliz para los Mets de Nueva York.