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Un béisbol arrogante

En días pasados, Miguel Cabrera de los Tigres de Detroit fue arrestado por conducir en estado de embriaguez en la Florida. Además de ser reincidente en esto de abusar con el alcohol, ya había tenido un célebre altercado con su esposa hace un par de temporadas.

Ahora tiene que presentarse ante la ley periódicamente y prestar servicios comunitarios.

Beisbolistas con historias violentas y conductas impropias son el devenir diario en los medios , recordemos a José Canseco, quien abusó físicamente de su pareja , usó esteroides, se vio involucrado peleas en bares y terminó en bancarrota. Barry Bonds también golpeó a su esposa, usó esteroides, mientras Darryl Strawberry tras tener un largo historial con las drogas acabó con problemas siquiátricas y Ugueth Urbina, ex relevista de Juego de Estrellas, cumple condena en su natal Venezuela por prender fuego a un empleado suyo.

El lanzador venezolano Francisco Rodríguez fue citado por la fuerza pública, por haber agredido a su propio suegro después de un juego de la temporada pasada tras una derrota de los Mets de Nueva York contra los Rockies de Colorado. Rodríguez se lesionó en la mano y no pudo jugar por el resto de la temporada, lo que provocó su suspensión sin salario por parte de los Mets, sentando un precedente.

Los equipos de Grandes Ligas tienen que tener mano dura con sus jugadores, ya que ellos son los principales relaciones públicos de los clubes. Deben ser lo primeros en imponer ciertas normas de conducta y férrea disciplina, con sanciones tanto económicas como de suspensiones que los mantenga alejados del terreno de juego y con múltiples servicios comunitarios para los atletas infractores.

Hoy en día hay los peloteros son más vulnerable en caer en vicios, y no llamo vicio solamente a las drogas , alcohol o sexo; me refiero también al vicio de la arrogancia, el sentirse superior, creer que cuando se llenan las cuentas del banco se crea una barrera omnipotente, donde piensan que ni la ley puede estar por encima de ellos.

Cuando éramos niños soñábamos en ser como nuestro jugador predilecto, era nuestro ídolo, tratábamos hasta de imitar su caminar. La fama es hecha por los aficionados, por quienes idolatran a los peloteros. La privacidad de los atletas es de orden público, porque son capaces de romper el corazón de un niño, y de decepcionar a millares de seguidores.