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Hay que invertir las prioridades

El pasado martes vivimos un día muy especial en Bahía Blanca. Pudimos presentar por primera vez el espectaculo integral que veníamos buscando plasmar, tras mucho trabajo y esfuerzo de todo un equipo de gente que es la organizacion de WBE.

El partido de basquet fue anfitrión de un espectáculo que, solo por sí mismo, vale pagar una entrada para ver y disfrutar.

Creo que esto tiene varias connotaciones positivas. Veamos.

El espectáculo (lo que rodea al partido de básquet) le quita presión a los jugadores de ser el único sostén de alegría para el público. Al hacer algo integral, la responsabilidad de que el espectador salga contento, no recae sólo en el jugador y el entrenador, sino que se reparte en el conjunto de los estímulos que participan del evento: música, colores, imágenes... básquetbol. Somos emociones, sensaciones, y hay que estimularlas.

La realidad es que no es lo mismo observar un cuadro de Picasso en un museo, que observarlo colgado en la pared de un departamento monoambiente. Lo mismo pasa con cualquier expresión artística (en la que incluyo a los deportes de alto nivel): dependiendo del marco que la rodea, lucirá mejor o peor.

Otra es la posibilidad de incorporar a otros actores al espectáculo. Me refiero a mujeres y hombres, niños y niñas, que no son fanáticos o hinchas pero que el evento en sí puede ser lo suficientemente atractivo para ir a disfrutar un buen rato, en familia, en un ambiente sano y distendido. Hablamos de un público que quizás no tenga la capacidad( por escaso conocimiento del juego o simplemente porque no es un hincha fanático) de mantener el foco de atención los 40 minutos del partido. Esta situacion no debería impedir para un padre de familia de pensar en un partido de basquet como plan familiar para un viernes a la noche. Esto no ataca de ninguna forma a los que lo viven con pasión, sino que suma a otro tipo de público, menos apasionado quizás, pero sí interesado en disfrutar de un espectáculo deportivo de primer nivel como lo es un juego de la Liga Nacional.

Por ultimo la satisfacción del espectador tampoco depende ya en exclusiva del resultado. Si bien todos queremos ganar, alguien siempre pierde en un juego donde no existe el empate. Cuando le toca perder al local, disfrutar de un buen espectáculo, y con un equipo dejando todo en el campo, atenúa esa sensación de frustración y hasta genera, en las derrotas, más identificación. Esto no tiene que ver con el resultado, sino con una idea; es una forma de proceder, de expresarse.

Al fin y al cabo las personas buscamos en entidades o instituciones, lugares comunes donde reconocernos.
La realidad nos los dice todos los dias. Hay muchos clubes y pocos ganan, sin embargo la gente no se cambia de club por perder o ganar. Si esto fuera así, sólo los ganadores tendrían seguidores y los que pierden se quedarian solos... y eso no ocurre.

Esta es otra mirada del rol del deporte profesional en nuestra sociedad. Planteo el deporte como un espectáculo, siendo el mismo una lucha de destrezas y talentos. Es adrenalina en un final cerrado o el recuerdo de una jugada memorable. Es pasión.

Y la comparacion obvia no deberia ser la NBA, donde, por idiosincracia e infraestructura, no hay puntos en común. Ni siquiera España e Italia. La razón es que no tenemos el talento ni el poder economico que esas Ligas poseen.

El modelo ideal, a mi entender, son Ligas como las de Alemania, Francia y Australia. Hacen hincapié en la infraestructura, comodidad del espectador, organización y espectáculo, acorde al nivel de talento nacional y extranjero que poseen. No estamos lejos, pero hay que invertir las prioridades.