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Cierra el círculo Juan

Ayer, hoy y siempre: Juan Espil, el símbolo de una generación en el básquetbol Sebastián Lobos para Prensa WBE

He tenido la fortuna de jugar con varios de los mejores jugadores de mi época. Manu Ginobili, Luis Scola, Dejan Bodiroga, Allen Iverson, etc. A todos los pude disfrutar en vivo y en directo y admirar su juego, su talento.

Pero tambien he tenido la suerte de compartir vestuario con varios longevos, jugadores leyenda que superan los 40 años de edad y siguen en el más alto nivel.

Hay, creo yo, una cierta admiración en general en la sociedad por aquellos que, gracias a la magia de sus genes, superan los límites convencionales que impone la edad. Los miramos con una mezcla de asombro y sana envidia, pensando en si saldremos sorteados nosotros también algún dia, a sabiendas de que, probablemente, no nos toque el número ganador de la lotería genética. Pero siempre albergamos la esperanza de ser recompensados por llevar una vida sana. En el deporte es más visible todavía, por el desafío que significa la competencia contra jóvenes a los que, en estos casos, los doblan en edad.

Sempre tuve también una admiración especial por aquellos jugadores con la capacidad de trascender a su propia generación para insertarse en la siguiente... y hasta en la que le sigue.

El desafío no es sólo físico, sino mental. No es fácil compartir charlas, vestuario y juego con chicos de otra generación, con otros códigos, otras formas de comunicarse. Hay que tener un gran poder de adaptación, y esa es una de las grandes cualidades de los seres humanos.

Tuve el privilegio de jugar con Johnny Rogers, Darryl Middelton (todavia juega a sus 45 años) en el Panathinaikos campeón de europa (ambos fundamentales para tamaña conquista a sus respectivas edades), y con... Juan Alberto Espil.

El caso de Juan (o Benjamin Button, o Highlander) sobrepasa ese asombro y esa admiración de la que hablaba. Lleva todo a otro nivel.

Mas alla de ser cuidadoso en su vida personal, hay ciertos rasgos que merecen ser contados, para entender lo inusual y a su vez lo único e irrepetible que se torna su figura: acá van algunos datos, algunos de color y otros que no se pueden creer. Representado en su figura va este homenaje a todos aquellos que superan los limites de lo establecido, que redefinen lo convencional.

A sus 44 años se sube a un colectivo 20 horas o a un avión -y luego a otro avión-. Pasa 12 dias viajando por el norte del país con 50 grados de térmica y no dice nada, ni una queja.

Prácticamente no pierde entrenamientos ni partidos en dos temporadas. Sólo se lo escucha repetir: ¡hay que tener ambición! ¡Vamos por más! ¡Vamos a salir adelante! ¡Nos gusta ganar! (yo tengo otros métodos menos convencionales, menos pedagógicos digamos... ¡me asombra que nunca pierde los estribos!)

A sus 44 años, tiene más pelo que cualquier integrante del plantel, y me animaría a decir que más facha que cualquier jugador de esta competencia. Eso, por supuesto, despierta envidia (no de las envidias sanas, sino de las otras) para todos.

Siempre es el primero en retirarse después de un entrenamiento o partido. O sea, no usa hielo, ni masaje, ni estiramientos musculares (todo eso lo hago yo, por ejemplo, y tardo entre 30 y 40 minutos hasta que llego a la ducha. Para cuando salgo del vestuario Juan ya esta pidiendo el postre junto a Mara, su mujer). No toma vitaminas, ni ingiere licuados de proteínas, ni nada... ¡Sólo una ducha caliente!

Ayuda a los entrenadores desde su experiencia. Habla. Suma. Siempre. Repite que siempre se puede mejorar, ser mejor.

Y en el tercer partido de un playoff, mete 17 puntos en un tiempo y define la serie. Previo a hacer emocionar a todo el estadio con sus palabras con tono a despedida en un video en la presentación del equipo.

Hablo de un jugador que hizo historia en Liga Nacional, que fue importante en Ligas Europeas, que marcó una epoca con la Selección. Hablo de un jugador inigualable, probablemente el mejor tirador de la historia de nuestro pais y entre los mejores de la historia de este deporte.

Es el jugador que Manu Ginóbili creció admirando en Bahía.

El que le hizo esa bandeja a Jordan que simbolicamente fue un guiño, una señal a la generación que venía detrás, como diciendo... ¡Sí se puede!.

Por todo esto, queria aprovechar la ocasión y rendirle homenaje en activo, en plena competencia. Mi admiración y, creo, la de todos los que practicamos este deporte.

Cierra el círculo Juan. Qué privilegio.