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Pesadillas

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PRAGA -- Les contaba en el blog pasado las dificultades logísticas de esta Euro, pero entre los ejemplos que narré no les conté de los aviones. Encontrar vuelos entre Polonia y Ucrania (pero también entre las varias ciudades del país del Este) estuvo complicadísimo, tanto por las disponibilidades aéreas como por los precios.

Al final, para alcanzar un justo equilibrio entre gastos y necesidades de calendario, me vi obligado a moverme en horarios terribles, quedando a menudo clavado por horas en aeropuertos. Estuve, por ejemplo, casi siete horas en Moscú simplemente para poder ir desde Donetsk a Kiev entre el cuarto de final número tres y el número cuatro. En este momento, para ir a Varsovia a ver la segunda semifinal, estoy en Praga, con una espera total de cinco horas y media.

Nada de grave, en fin de cuentas, considerando que supe darle gran utilidad a todo ese tiempo (¡que es vida, no money como dicen los ingleses!), aprovechándolo por ejemplo para leer o para escribir, como estoy haciendo justamente en este momento.

Lo malo fue que así terminé por perder mucho sueño. Hoy, en particular, es un día terrible desde ese punto de vista, debido a algunas tremendas pesadillas que no me dejaron dormir tranquilo en el primero de los dos vuelos que me llevarán a la capital polaca. No lo van a creer, pero el tema de mis pesadillas fue España.

Ninguno de ustedes puede saber que en el 2008 yo bancaba terriblemente a la Roja. No pueden saberlo simplemente porque aún no escribía aquí, para ESPNdeportes.com. En aquel entonces me la llevé a mi novia a Viena para ver la semifinal entre el seleccionado de Aragonés e Italia. A ella, claramente, no le importaba mucho del partido, pero estuvo muy contenta de viajar conmigo en esa maravillosa ciudad y, de paso, acompañarme en la que ella sabe que es mi mayor pasión.

Bueno, el tema es que para mi fue un grande honor que Italia le hiciera partido a esa España, que más allá de todas las furiosas críticas de la prensa española (que ya parece haberse olvidado de cómo le remaba en contra a su selección en esa Eurocopa), yo consideraba un equipazo y gran candidato para el triunfo.

Me dio mucho gusto que Casillas y compañeros hayan ganado ese trofeo. Me encanta el país ibérico y su gente, tan cercanos a los italianos en muchísimas cosas, y por eso compartí en pleno su alegría, que en parte fue también la mía.

Con la llegada de Del Bosque pensé que el equipo no podía que mejorar. Además, justo después de ese triunfo continental "nació" el gran Barcelona de Guardiola, lo que le dio aún más recursos a la Roja. En suma, dos presupuestos que prometían realmente grandes cosas para construir un conjunto legendario.

Sin dudas España, con sus tres finales consecutivas, entró con mérito en la historia de este deporte. Pero contrariamente a cuanto me esperaba, lo hizo con una filosofía que le da mayor importancia al resultado que al juego. La realidad es que si este equipo no hubiese ganado el mundial (por ejemplo si Paraguay no hubiese fallado ese penal sobre la hora), todo el Mundo hubiese admitido la grande desilusión española.

En cambio, los resultados justifican y hasta esconden la verdadera naturaleza del conjunto de Del Bosque, que está negativamente invirtiendo los principios fundamentales del fútbol y, en efecto, hace de la posesión del balón la mejor manera para no sufrir y no la mejor para atacar y dar espectáculo.

Alcanza con fijarse que España ganó en Sudáfrica con un récord negativo, el de un triunfo Mundial con la menor cantidad de goles anotados, apenas 8 en 7 partidos, por encima perdiendo en el debut. Todo eso manteniendo a cada partido un increíble porcentaje de posesión del balón.

En esta Eurocopa la situación no es tan diferente. El 4-0 disfraza un poco los números de este equipo, pero la realidad es que España es terriblemente estéril, pero no porque falla sus ocasiones sino porque no las crea. Su filosofía es cansar a los rivales con una infinita posesión que no sirve para producir, sino que es útil sólo para que el rival no tenga el balón y así no pueda producir tampoco él.

En ese contexto, con sus grandes campeones, antes o después algo sale. Pero todo se apoya en el concepto de que el equipo no va a sufrir gol y, antes o después, uno lo va a anotar.
Los hechos están a la luz del sol y es imposible negarlos. La prueba más evidente de esto es que España se ve formada por la misma base de Barcelona, pero los blaugrana tienen una verticalidad impresionante, anotan muchísimos goles y juegan siempre al ataque, con muchas variedades, mandando los volantes al área y con un constante aporte de los marcadores de punta.

La selección, en cambio, no tiene nada que ver con ese equipo y tanta diferencia no es justificable con la sola ausencia de Messi, un fenómeno en lo suyo y un jugador capaz de decidir muchos partidos, pero incapaz de determinar la entera filosofía de un equipo (véase lo que le pasa a la selección argentina).

Bueno, con todo esto quería decirles que las pesadillas, en mi opinión, me llegaron por culpa del mal partido que vi en Donetsk y, tal vez, por la desilusión de que este equipo pase a la historia haciendo mucho menos de lo que podría. Una lástima y un terrible desperdicio.

No les voy a mentir: ojalá Italia o Argentina protagonizaran un ciclo como el de la Roja, jugando hasta peor si fuera necesario. Más allá de que podría más, yo siempre pensé que al final los triunfos justifican cada tipo de táctica y filosofía futbolera. Pero lo que no me banco es que se mienta, con profunda hipocresia, y que se diga que este equipo juega maravillosamente.

La España de Del Bosque no juega mejor de los seleccionados italianos que en la historia fueron tachados de practicar puro "catenaccio". El hecho que mantengan el balón no quiere decir que jueguen bien y que den espectáculo. Al revés, muchos creen (y yo entre ellos) que sea mucho más espectacular un partido duro, en el que un equipo se defiende en puro estilo "rugby", que uno en el que un equipo mantiene el balón por 70 minutos para pegarle apenas un par de vece al arco.

"A César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios". A esta España le reconozco una increíble fuerza mental y una solidez increíbles. Pero si el equipo sigue así, voy a seguir pensando y escribiendo que el cuadro no juega un buen fútbol. Y si sigue llegando a finales con este fútbol, no tengo dudas de que voy a seguir teniendo pesadillas.