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Canelo Álvarez sin nada que ganar

Saúl Canelo Álvarez debe cuidarse del más pequeño, pero peligroso Josesito López. Gene Blevins/Hogan photos/Golden Boy Promotions

La noticia de que Josesito López será el rival elegido para la presentación de Saúl Canelo Álvarez el próximo 15 de septiembre, nos ha sorprendido a todos, porque podíamos esperar a cualquier oponente, pero jamás al aún desconocido López, que además a duras penas pasó las 144 libras en su última pelea, la sorpresva victoria ante Víctor Ortiz por nocaut técnico el pasado 23 de junio en el Staples Center de Los Ángeles.

De quién fue la idea de seleccionar a López no lo sabemos, pero le costará un tiro en el pie a su promotora y lo que es peor, el descrédito a la carrera de Álvarez. Y el mexicano no lo merece.

En estos casos los pugilistas son apenas víctimas del mercadeo a su alrededor y la absurda obsesión por mantener invicta una carrera suponiendo que ello seguirá garantizando las buenas bolsas. Sus manejadores solo demuestran que no confían en su pupilo y están perjudicando a Canelo Álvarez. En este caso más que en ninguno.

Y vamos por partes. En un primer momento Álvarez estaba pactado para enfrentar a Paul Williams en Showtime PPV en el fin de semana del aniversario de la independencia de México. Aún no se sabía si en ese mismo día Julio César Chávez Jr. se las vería con Sergio Maravilla Martinez. A Álvarez se le cayó el primer rival y también los siguientes (James Kirkland y Ortiz). Chávez Jr., por su parte, dominó al irlandés Andy Lee con autoridad y se confirmó la reclamada batalla contra Maravilla Martínez.

Ante la mirada del fanático, Chavez Jr. cumplió lo que todos reclamaban al aceptar enfrentar a los mejores en su peso. ¿Y Canelo? GBP confirmó que se mantenía la fecha del 15 de septiembre para su pelea, pero ya no iría por PPV y quizás, tampoco por Showtime. La prensa y los fanáticos a coro reclamaron que por lo menos, emulando la actitud de Chávez Jr., eligieran a un buen rival. Todos señalaron al cubano Erislandy Lara y hasta mencionaron a Carlos Molina como alternativa válida. Al final, se repitió la historia y tampoco esta vez arriesgaron. Eligieron a López, que si bien merecía ser considerado tras romperle la mandíbula Ortiz, iba debajo en las tarjetas de los tres jueces cuando terminó el combate. Por si fuera poco, lo harán subir de sus 140 libras naturales a las 154 de Álvarez.

Y dejen que les cuente una historia. Pase lo que pase con esa pelea, Álvarez terminará criticado y con su credibilidad por el suelo. Si vence, lo que todos esperamos, habrá derrotado a un rival a modo. Y si pierde, lo que sería un desastre mayúsculo, también se irá vapuleado entregando su diadema a un desconocido de peso inferior.

Y lo peor... ¿se puede confiar en que el joven campeón suba concentrado a ese combate? ¿Qué motivación podrá tener Álvarez si a media cuadra su rival en las preferencias mexicanas estará enfrentando al oponente que todos pidieron que enfrentara? ¿Qué motivación tendrá ese día sabiendo que encabezará el programa de peleas que nadie querrá mirar?

Pero en medio de tanta equivocación, voy a terminar mi comentario con una buena noticia. Gane o pierda, López será el gran beneficiado. Ojalá que lo aproveche.