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Los jeques, magnates y el fútbol de álbum

Cada vez las fortunas de los jeques árabes se acercan más al fútbol y sus dirigentes EFE

BRISTOL -- Un buen día magnates y familias reales pusieron sus millonarios ojos en el fútbol y el deporte más popular del mundo se volvió entonces un juguete de ricos.

Desde que el ruso Roman Abramovich adquiriera al Chelsea en 2003, la catarata de millonarios emulando sus pasos no se hizo esperar. A Abramovich lo siguió Malcolm Glazer, quien en 2005 le asestó uno de los golpes más fuertes al orgullo del fútbol inglés y se hizo dueño de la joya de la corona de la EPL: el Manchester United. Como si un millonario inglés viniera a Nueva York y se regresara a Londres como dueño de los Yankees.

Lo peor es que sí pasó así, pero al revés. En 2010, como si no fuera suficiente, el otro consentido inglés, el Liverpool, fue vendido a Fenway Sports Group, una firma estadounidense propietaria de los Medias Rojas de Boston. El dinero, insensible como ninguno, logró lo imposible: que los dos equipos más populares de Inglaterra tuvieran sus oficinas principales en la Gran Manzana y Boston.

Ahora la competencia ha tomado ribetes diferentes con la llegada de la realeza árabe. Si bien uno puede inferir que los negocios del United y Liverpool fueron hechos con sentido corporativo, me cuesta pensar que lo del Chelsea, Manchester City, Málaga y PSG tuviera alguna razón deportiva por encima del ego de sus nuevos dueños.

A vista corta, es verdad que el Chelsea tiene un antes y un después de Abramovich; que el Man City logró un título tras 42 años gracias a la millonaria inversión de su poseedor; y que muchos hoy apenas se enteran de la existencia del PSG producto de sus pomposas contrataciones. Lo que no suena bien es que un jugador de fútbol se vaya a ganar aproximadamente 14 millones de euros al año cuando la economía mundial apenas tiene con qué sostenerse, que es lo que se rumora le pagarán a Ibrahimovic en su nuevo club. Eto'o ya gana 20 millones en Rusia, en un equipo comprado hace poco por otro magnate ruso.

Y viendo como corre el agua por estos días, pronto vendrán los chinos - que ya se llevaron a Drogba - y ofertarán por el Real Madrid o Barcelona, que según The Economist están quebrados financieramente, y así, poco a poco, el fútbol pasará de ser clubes de socios con sentido de pertenencia a un juego de ricos, como lo son la carrera de caballos, por ejemplo: al que mejor apueste.

Porque piense usted que de por sí es ya desigual la competencia en La Liga entre esos dos con todo y sus números en rojo, imagínese entonces cómo sería si tuvieran caudales en sus bancos.

Es muy divertido ver un Real Madrid-Barcelona, un Chelsea-Man United- Man City, y pronto será entretenido ver al PSG con Pastore, Lavezzi e Ibra en el frente de ataque. El problema es que si las cosas siguen como van, esos serán los únicos partidos agradables de toda la temporada, pues el resto de los equipos, a los que los 20 millones anuales de Eto'o les alcanzaría para refundarse, no tendrán como competir.

Hay muchos clubes, de muy buena fanaticada y orgullosa historia, regados como maíz en plaza pública a la espera de que algún opulento les dé un buen picotazo para salvarlos de la bancarrota, misma que ellos crearon cuando decidieron contratar a una figura por cinco pesos cuando en sus arcas sólo había medio.

Y de esa pasión de enfrentamiento entre barrios que dio luz al fútbol profesional hace poco más de un siglo, este cuento pasará a ser una juerga entre jeques y magnates que manejarán esto como si se tratara de pegar calcomanías en un álbum.

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