<
>

MLB en busca de la equidad competitiva y financiera

Los Yankees llevan más de una década con la nómina más alta, pero solo tienen un cetro (2009). AP Photo/Kathy Kmonicek

A diferencia de otros deportes profesionales en Estados Unidos, las Grandes Ligas de béisbol no han podido establecer un tope salarial que ponga fin a la espiral descontrolada con que crecen los sueldos de los peloteros.

De hecho, es un tema tabú desde hace casi 20 años, pues la última vez que se habló con seriedad y firmeza sobre esto, las cosas terminaron de la peor manera posible, con los jugadores en huelga hasta el punto que fue necesario suspender las acciones a mitad de la temporada de 1994 y cancelar la Serie Mundial.

Mientras la NBA y la NFL encontraron la paridad competitiva a través del techo salarial, el béisbol quedó abierto a que los equipos con mayor fuerza económica se lanzaran al mercado a comprar al precio que fuera a cuantos jugadores consideraran valiosos.

Para los equipos más pequeños, monetariamente hablando, el béisbol se convirtió en el arte de ganar un juego injusto, al decir de Billy Bean, gerente general de los Atléticos de Oakland.

Fue entonces que apareció el impuesto de lujo a las franquicias más gastadoras, que ayudaría a financiar de cierta manera las operaciones de los clubes más pobres.

El objetivo de esta idea, implementada en el año 2003, era disuadir el gasto excesivo y abusivo de algunas franquicias para acaparar estrellas y armar verdaderos dream teams.

En su libro "Mis Años con los Yankees", el ex manager Joe Torre cree que gracias a ese impuesto de lujo, la poderosa franquicia neoyorquina cavó su propia tumba al financiar a los pobres Marlins de la Florida que terminaron venciéndolos en la Serie Mundial del 2003.

Y de veras que diez años después de establecido, el impuesto de lujo ha demostrado ser una ayuda a la equidad competitiva.

En lo que va del siglo XXI, sólo tres equipos han ganado más de una vez el clásico de octubre: los Yankees de Nueva York (2000 y 2009), los Medias Rojas de Boston (2004 y 2007) y los Cardenales de San Luis (2006 y 2011) y ninguno logró hacerlo de manera consecutiva.

Los Diamondbacks de Arizona (2001), los Angelinos de Los Angeles (2002), los Marlins de Florida (2003), los Medias Blancas de Chicago (2005), los Filis de Filadelfia (2008) y los Gigantes de San Francisco (2010) también se han coronado, muestra de cuán repartido está el pastel en estos tiempos.

El dinero no compra campeonatos. Si acaso, ayuda a mantener buenos jugadores que en otras circunstancias, un equipo pobre estaría obligado a soltarlos antes de perderlos en la agencia libre.

Pero esas constelaciones de estrellas armadas a golpe de billete casi siempre terminan en fracaso.

Aparte de la cierta nivelación de fuerzas que se ha conseguido, los equipos han desacelerado, en sentido general, sus gastos.

Sólo los Yankees han tenido que pagar este impuesto cada año desde su creación, mientras que Boston lo ha hecho seis veces.

Del resto, los Tigres de Detroit y los Angelinos, son los únicos que debieron pagar en una ocasión, aunque las multas fueron ridículas, en comparación con las que cada año tiene que abonar la novena neoyorquina.

Al inicio de la presente temporada, los Yankees eran los únicos con una nómina superior a los 178 millones, cifra que marca el límite entre pagar o no pagar impuesto de lujo.

Los Filis y los Medias Rojas abrieron la campaña con plantillas de más de 170 millones, que con los movimientos lógicos que se hacen a lo largo del año, podrían ir más allá de la frontera de los 178 millones.

Pero tanto Filadelfia, como Boston, aparecen hundidos en sus respectivas divisiones.

Es más, si la temporada terminara ahora, con todo y la ampliación de dos comodines, sólo cuatro de los nueve equipos con nóminas superiores a los 100 millones entrarían a los playoffs: los Yankees, los Rangers de Texas, los Gigantes y los Cardenales.

Asimismo, tres de los seis conjuntos con menor plantilla, Oakland, los Piratas de Pittsburgh y los Rays de Tampa Bay, entrarían a la postemporada, a pesar de que, entre los tres, pagan menos (183 millones) que los Yankees (198 millones).

Por supuesto que no es solamente el impuesto la causa de cierta paridad entre los equipos, pero sí ha sido un factor determinante.

Existen otras razones, como el sistema con que un equipo más pobre que no puede retener a un agente libre debe ser compensado por la franquicia que lo firme.

El objetivo final de todas estas medidas es garantizarle a los equipos de mercado pequeño al menos la oportunidad de medirse contra los grandes, de no ser descartados de antemano, antes de que se dé la voz de ¡playball! Por ahora, parece que sí funcionan.