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En espera de la última decisión

El círculo se cierra sobre Armstrong Getty

BRISTOL -- Parece que esta historia sólo puede tener un final y no vendrá precisamente de la decisión de la UCI o de los procesos que están pendientes como el de Johan Bruyneel: el colofón solo puede venir cuando el mismo Lance Armstrong decida hablar o de su insistencia en guardar silencio. Desafortunadamente el nivel de acusaciones y evidencias que pesan a su alrededor son tan grandes como la mentira que ha sostenido durante todos estos años.

Ya hemos evaluado en otras ocasiones lo difícil que es separar en este caso al sobreviviente de cáncer del deportista. Como en ninguna otra historia, la dicotomía entre el héroe y el humano fusionaron su ADN para crear el aura que rodea a Lance y que hasta hoy muchos perciben como indestructible e intocable. Una considerable fracción de admiradores dentro y fuera del círculo deportivo cree que Armstrong no pudo haberse equivocado, que no pudo tomar el atajo fácil a la victoria como muchos otros meros mortales. A estas alturas queda claro que los exámenes antidopaje no son el único indicativo de que alguien es culpable o inocente. Varios de los ciclistas que ofrecieron sus testimonios nunca dieron positivo y sin embargo confesaron haber usado sustancias prohibidas.

Estamos claros que la cultura del silencio para encubrir una práctica, que realizaba probablemente más de la mitad del pelotón en las últimas dos décadas, pesaba como una losa para culpables e inocentes. El que decidía hablar quedaba aislado y condenado al repudio de la mayoría. Ahora que se presenta la oportunidad de descargar la conciencia y en los últimos días otros ya han confesado públicamente sin necesidad de una corte jurídica, como el caso de los ciclistas australianos Matt White y Stephen Hodge.

El español Jesús Manzano y el italiano Filippo Simeone son sólo dos ejemplos de crucificados cuya osadía quedó marcada en la historia como de amargados y hasta vengativos. Especialmente llama la atención el caso de Simeone quien, después de haber declarado sobre su dopaje y la asistencia del doctor Michele Ferrari en el mismo --y no contra Armstrong, quien por asociación se sintió atacado-- sufrió la vejación pública del corredor texano al reprenderlo en público en carrera durante una escapada. En ese tiempo todos le dieron la espalda al italiano cuando en realidad lo que ocurría ante nuestros ojos era la intimidación de un testigo de corte.

Hay que recordar que la investigación de USADA no solamente se basa en los testimonios de 26 personas, sino en documentos científicos y bancarios. Y no solamente está implicado Lance sino el círculo de personas que permitieron que todo este proceso de malas prácticas se efectuara. Si bien no se señala directamente a la Unión Ciclista Internacional, queda implícito que ciertas personas tuvieron que permitirle libertades en esta bochornosa situación. La UCI no se puede lavar las manos, si son capaces de pronunciarse sobre los atletas también tendrían que sacar la cara por los errores cometidos durante ese periodo. Ciclistas como David Millar ya han llamado a que Heinz Verbruggen, entonces titular de la UCI y aún miembro de la misma, presente su renuncia.

Para nadie es un misterio que Lance Armstrong tiene una personalidad enorme, que impone y que le dio la posibilidad de luchar cara a cara contra la muerte. Pero en el camino la ambición y la arrogancia se apoderaron del atleta y su naturaleza. Desde jovencito Lance nunca se dio permiso de aprender de una derrota, la sola idea de terminar segundo lo convirtió en perfeccionista irremediable y los métodos para conseguir sus metas tomaron el rumbo equivocado. Hay que recordar que existe en récord el testimonio de que utilizaba EPO, testosterona y corticoides aún antes de que se le detectara el cáncer.

La historia milagrosa de su recuperación a la salud y a la bicicleta habría sido ejemplo suficiente para alentar a millones de afectados por este mal, incluso sin haber ganado un solo título del Tour de France. No sé por qué no se celebra igualmente a otros ejemplos de vida en el ciclismo como Sébastien Joly o Markel Irizar quienes superaron el cáncer y ruedan en el pelotón.

Muchos se cuestionan la razón de que esta investigación salga ahora y no antes cuando Armstrong estaba activo. La respuesta se reduce al nivel de influencia que tenía Lance hasta hace unas semanas. Esta misma investigación que produjo USADA estaba en proceso en la corte Federal por fraude alrededor del manejo de fondos públicos del US Postal y los testimonios de Leipheimer e Hincapié, entre otros, ya habían sido recabados en 2010. Pero de alguna manera la investigación Federal se paró de un día para otro.

Como lo reportó la periodista Julie Mancur del New York Times, Jeff Novitzky, investigador de la FDA (Administración de drogas y alimentos de Estados Unidos) --quien había formado parte de la investigación del caso BALCO-- empezó la investigación del uso de EPO por primera vez con el ciclista Kayle Leogrande, a quien se le castigó por el uso de sustancias prohibidas por confesión en territorio estadounidense en 2008 aún sin haber dado positivo. El EPO que se encontró en la casa que rentó Leogrande por un tiempo llevó a Novitzky a su puerta. Ahí se inició la cadena a la que un año mpas tarde de este incidente se sumaron las declaraciones de Floyd Landis a la USADA y posteriormente las de Tyler Hamilton.

Por supuesto que la opinión publica le dio la espalda a las palabras a dos ciclistas (Landis y Hamilton) quienes antes habían mentido sobre el uso de sustancias prohibidas. Pero cuando se sumaron testimonios sumamente detallados y similares de otros ciclistas que nunca dieron positivo y que tenían buena imagen en la comunidad ciclista, la percepción cambió radicalmente. Estos ciclistas igualmente perderán su reputación y logros deportivos, otros como Levi Leipheimer, además de la sanción de tiempo, se quedó sin su lugar en el Omega Pharma Quick Step, asi que no solo se sacudieron las manos.

Este grupo de corredores prueba que el sistema antidopaje es imperfecto y relativamente evitable. Sobre todo cuando hablamos de alguien que tiene un status superlativo por uno, dos, tres y subsecuentes títulos del Tour de France, el sistema no pasa a ser más que una incomodidad que se puede neutralizar sabiendo con anticipación de la visita de los oficiales y preparando el sistema para minimizar el impacto de las sustancias utilizadas. Y claro que ayuda tener conexiones con oficiales y personajes de alto rango en varios estratos médicos, deportivos, comerciales y políticos.

Pensar que la imagen de la fundación Livestrong sirvió como paliativo para evadir y tamizar sospechas de dopaje es casi sentir una bofetada en cara, pero es algo que no se puede evitar. Lance a las alturas de su primer retiro tenía ya una legión de fieles seguidores cuya ola de afecto y admiración permeó prácticamente la más mínima sospecha. También después de ganar el séptimo Tour, Lance había aumentado su network en escalas millonarias patrocinado por un sinnúmero de marcas e incluso creando la base de su regreso al ciclismo en 2009 gracias al auspicio de Radio Shack. El mundo comercial es así de simple: me convienes, nos asociamos; me perjudicas, te doy la espalda. Lance ganó millones en patrocinios y las marcas que ahora se bajan del tren que está cerca de chocar se beneficiaron de Armstrong. Una transacción capitalista común y corriente que no deja de ser hipócrita en ambas partes en este caso, aunque el apoyo a Livestrong permanecerá más allá de la debacle personal del ciclista.

Otros implicados en circulo de dopaje dentro de las filas del US Postal como Michele Ferrari ya había sido juzgados por los mismos cargos en Italia y la investigación sobre sus actividades que también se extienden al lavado de dinero siguen en curso. Hay que volver a puntualizar: la médula del documento de USADA se basa en la posesión y distribución de sustancias prohibidas. así como la influencia sobre otros. Son perturbadoras las declaraciones donde la intimidación forma parte de esta influencia. Con cada día, mes y año de sus 7 triunfos no hubo una figura más omnipotente que la de Lance para hacer sentir a otro ciclista obligado a acceder a los métodos que se les proponían para pertenecer al círculo del equipo más poderoso del mundo en esos años. La amenaza es un recurso cobarde y aún más bajo cuando el nivel de influencia puede destruir reputaciones y vidas profesionales, como les ocurrió a la una vez masajista del US Postal, Emma O´Reilly, y a Betsy Andreu, esposa del ex-corredor del US Postal Frankie Andreu, cuyos testimonios aparecen en el libro del periodista David Walsh "LA Confidential" publicado en 2004. Otras amenazas y presiones hacia Zabriskie, Hamilton, Leipheimer quedaron registradas en sus testimonios.

Muchos opinarán que en con el ambiente entintando por el uso de sustancias prohibidas el nivel de competencia se igualaba y de cualquier forma Lance habría ganado.

En primera: cada organismo es diferente y aquellos menos dotados naturalmente podría haberse ayudado más que los mejores dotados genéticamente. Además los recursos económicos y la asesoría tampoco eran iguales entre corredores y equipos. El dopaje no es una media que equilibre la competencia. En segunda: el dopaje está prohibido y no es la forma correcta de competencia, por más que se quiera justificar porque la mayoría lo ejecuta.

La UCI está por pronunciarse si avala la sanción que USADA determinó en el caso de Armstrong: eliminar todos las victorias deportivas desde 1998. La calidad moral de este "visto bueno" está en duda porque ya hemos señalado que la UCI no está libre de pecado. Pero quizás marque para muchos la confirmación a la duda de si Lance mintió. Cada quien tiene concepto del mito deportivo, lo que importa ahora es evitar que esta herencia la tengan seguir cargando los ciclistas que nunca se han dopado y los que se encargarán de la imagen del ciclismo del futuro inmediato.