<
>

Johnson, Melvin y otros que lo merecían

La entrega de premios a los Managers del Año 2012 arrancó con una omisión imperdonable.

Mike Matheny, mentor debutante de los Cardenales de San Luis, no figuró entre los tres finalistas de la Liga Nacional, a pesar de haber realizado una faena de aplausos.

Es cierto que San Luis arrancaba la campaña 2012 como campeón defensor, pero los Cardenales de este año distaban bastante de los que ganaron la Serie Mundial en el 2011, pues le faltaba de inicio su principal motor: Albert Pujols.

Encima de eso, Lance Berkman, de quien se esperaba fuera el sustituto de Pujols, se perdió 130 de los 162 partidos de la temporada, mientras su principal lanzador, Chris Carpenter, apenas pudo lanzar en tres encuentros.

Ello lo obligó a innovar con lo que tenía y a pesar de su inexperiencia, pues jamás dirigió antes ni en las Ligas Menores, llevó a los Cardenales hasta la Serie de Campeonato de la Liga Nacional.

Pero agua pasada no mueve molino. Los finalistas escogidos fueron Bruce Bochy, de los campeones Gigantes de San Francisco, Davey Johnson, de los Nacionales de Washington, y Dusty Baker, de los Rojos de Cincinnati.

Y el premio fue para Johnson, quien salió del retiro a mediados del 2011 para hacerse cargo de unos Nacionales que seguían en el viejo circuito la tradición de los Senadores, cuando se decía de Washington "primero en la guerra, primero en la paz y último en la Liga Americana".

Pero el veterano mentor, que ya había ganado el premio de Manager del Año del joven circuito en 1997, cuando dirigía a los Orioles de Baltimore, supo insuflarle a un grupo de jugadores jóvenes una mentalidad ganadora.

Johnson recibió con los brazos abiertos al cubano Gio González, quien lideró una rotación de pitcheo de las mejores del campeonato, con el fenomenal Stephen Strasburg de regreso tras una operación y Jordan Zimmermann como sus otros puntales centrales.

El dirigente supo manejar con acierto sus piezas, sobre todo porque tuvo serios problemas con la receptoría, posición por la que pasaron desde los venezolanos Jesús Flores, Wilson Ramos, Carlos Maldonado y Sandy León, Kurt Suzuki y el colombiano Jhonatan Solano.

En la recta final de la campaña perdió por decisión gerencial a Strasburg y pudo contar poco tiempo con Jayson Werth, a quien colocó, de manera sorpresiva, como hombre proa en la alineación, algo que le dio muy buenos dividendos.

En la Americana, aunque Robin Ventura, debutante con los Medias Blancas de Chicago, aparecía entre los finalistas, en realidad la pelea era entre dos, Buck Showalter, de los Orioles, y Bob Melvin, de los Atléticos de Oakland.

Cualquiera de los dos lo merecía con creces, aunque los votantes de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA) se decantaron por Melvin.

Basta ver la plantilla de los Atléticos para comprender que Melvin hizo prácticamente magia para desbancar a los superfavoritos Vigilantes de Texas de la División Oeste de la Liga Americana.

Sólo un detalle: el famoso Moneyball del gerente general Billy Bean puede colar de vez en cuando a un equipo en la postemporada, pero hasta ahora, ninguno ha conseguido ganar la Serie Mundial.

El premio de Manager del Año es quizás uno de los más subjetivos de todo el béisbol y las estadísticas a analizar son más ambiguas.

Tanto Melvin y Johnson, los premiados, como Showalter, Bochy y el olvidado Matheny, lo merecían. Sólo que "no hay cama pa´tanta gente".