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Cabrera y Posey sin oposición

Atrás quedaron semanas de intensos debates, en los que los analistas y aficionados al béisbol quedaron más divididos que demócratas y republicanos.

Y de la misma manera en que Barack Obama ganó por goleada la elección presidencial a pesar de lo cerradas que estaban las encuestas, Miguel Cabrera se llevó el premio al Jugador Más Valioso de la Liga Americana por abrumadora diferencia, no obstante los pronósticos que señalaban una cerrada batalla con el novato Mike Trout.

Desde que se lanzó la primera pelota de beisbol, la clave del juego, lo más difícil y lo mejor pagado, ha sido la capacidad de batear por igual con tacto y fuerza, unida a la productividad para remolcar carreras.

El venezolano Miguel Cabrera, de los Tigres de Detroit, fue la encarnación perfecta de esas aptitudes, al ser el primero en el joven circuito en average, jonrones y carreras impulsadas, una verdadera rareza que no se producía desde hace casi medio siglo.

Primero sería conveniente repasar qué hace "Valioso" a un pelotero. Alguien definió al béisbol como el más individual de los deportes de equipo.

En una disciplina donde el aporte individual tiene un peso superlativo en los resultados del equipo, basta con preguntarse a dónde hubieran llegado los Tigres si no hubieran tenido a Cabrera como su tercer bate y antesalista.

¿Pura especulación? Quizás. Lo que sí está claro es que con o sin Mike Trout, los Angelinos de Los Angeles no lograron siquiera clasificarse a la postemporada.

Más allá de los números, existen intangibles que no pueden medirse estadísticamente.

El venezolano, líder indiscutible de Detroit, no dudó en dar un paso al lado y regresar a defender la antesala, para permitirle al equipo contratar a Prince Fielder, sin crear una tormenta dentro del clubhouse.

¡Qué diferente cuando Hanley Ramírez armó una perreta cuando los Marlins de Miami contrataron a José Reyes para jugar el campocorto!

Esas cosas, aparentemente pequeñas, hacen valiosos a algunos jugadores, por encima de sus números.

Es posible que en los próximos años veamos a Trout proclamarse MVP, pues su potencial es enorme, pero despojar del premio esta vez al venezolano hubiera sido el mayor escándalo desde que le robaron dos veces el galardón a Ted Williams en 1942 y 1947, cuando, al igual que Cabrera, consiguió la Triple Corona.

Y esos mismos intangibles, más allá de sus cifras, hicieron merecedor del MVP en la Liga Nacional a Buster Posey, de los Gigantes de San Francisco.

Posey, quien regresó en el 2012 de una severa lesión que lo dejó fuera casi todo el 2011, fue la columna vertebral de los Gigantes, sobre todo en la segunda mitad de la contienda, cuando el equipo perdió a Melky Cabrera por el resto de la temporada en la recta final del calendario, tras dar positivo por consumo de sustancias prohibidas.

Su madurez en la conducción del pitcheo, su bateo recio, tanto de tacto, como de fuerza, y sobre todo, su liderazgo, a pesar de su juventud, fueron suficientes para convencer a los votantes de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA).

Posey, al igual que Cabrera, fue demasiado valioso para su equipo, como para que alguien pudiera hacerle sombra.