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Clásico Mundial: La mesa está servida

AP

Brasil capturó el último boleto que quedaba disponible y ya se completó el cuadro de participantes en el tercer Clásico Mundial de Béisbol, que se disputará entre el 2 y el 19 de marzo del 2013.

Los brasileños, dirigidos por el miembro del Salón de la Fama, Barry Larkin, no creyeron en la presencia de varios jugadores de Grandes Ligas en la alineación panameña y con su triunfo de 1-0 convirtieron en un cementerio el estadio Rod Carew, en la capital itsmeña.

De los cuatro equipos que participaron en el torneo clasificatorio de Ciudad de Panamá, es Brasil el de menor tradición beisbolera, que apenas en el 2012 vio a su primer hombre en las Ligas Mayores, el cátcher Yan Gómes, de los Azulejos de Toronto.

Pero los brasileños hicieron las cosas básicas del béisbol, ejecutaron bien las jugadas y sorprendieron con buena defensa y pitcheo, dejando con los deseos a Panamá, Nicaragua y Colombia.

Me preguntaba un amigo y colega desde La Habana si le convenía al Clásico tener entre sus participantes a un Brasil lleno de peloteros desconocidos, muchos de ellos de la gran colonia japonesa asentada en el gigante sudamericano, en lugar de un Panamá con tradición y con figuras como Carlos Ruiz, Carlos Lee, Ramiro Mendoza y Rubén Rivera en sus filas.

Y claro que le conviene. En primer lugar, porque aceptaron el reto de luchar el boleto en un grupo en el que parecían la Cenicienta.

Lo ganaron en buena lid. Los panameños, con todos sus bigleaguers, no fueron capaces de descifrar al abridor Rafael Fernandes, quien limitó a dos hits el gasto ofensivo de sus rivales durante ocho innings y dos tercios.

Es cierto el argumento de que aún sin haber clasificado, posiblemente se sigan más las incidencias del Clásico en Panamá, que en Brasil, donde la gran mayoría de la población desconoce el béisbol.

Pero el béisbol internacional está entrando en una interesante etapa de expansión y es un imperativo que los países con menos fuerza vean que es posible avanzar con un trabajo serio.

Como mismo aplaudo los países que le han echado mano a extranjeros nacionalizados, como España, que tiene una mayoría de cubanos, venezolanos y cubanoamericanos de Miami.

O Israel, eliminado en el torneo clasificatorio de Júpiter, en la Florida, que apeló a jugadores de ascendencia judía, aunque nacidos en otras latitudes.

De alguna manera hay que echar a andar la maquinaria y los nacionalizados ayudan a generar esa chispa inicial, aparte de las implicaciones legales que lleva, pues aunque hayan nacido en el planeta Marte, a la vez que uno se hace ciudadano de un país, adquiere derechos y deberes.

No aceptarlos es condenarlos a ser ciudadanos de segunda, como han pretendido, por ejemplo en México, algunos dirigentes y periodistas tanto con su fútbol, como en el caso del béisbol.

Así que bienvenidos Brasil y España a la fiesta. Es probable que les toque bailar con la más fea. Sería un milagro si ganan algún partido y deben ser barridos en la primera ronda.

Pero ya dieron un buen primer paso. Recuerden el cuento infantil, en el que algún día la tortuga llegó a vencer a la liebre.