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Cierto, no es un fracaso el de Cruz Azul

Billy Álvarez Cuevas asegura que la temporada de Cruz Azul no fue un fracaso Mexsport

LOS ÁNGELES -- Tiene toda la razón el presidente de Cruz Azul, Billy Álvarez Cuevas cuando afirma que 15 años sin título de Liga no son un fracaso.

Para ganar hay que pretender competir. Hay que anhelar ganar. Hay que convertir en una apuesta de vida o muerte, metafórica, la cruzada de ser campeones.

Billy no cree en ello. Y fue el mensaje que le envió a su equipo completo antes de la Liguilla. "Si no somos campeones, no será un fracaso".

¿Indulgente? Tal vez, pero no inteligente.

¿Consecuente? Tal vez, pero no exigente.

Cuando antes de la Liguilla, Billy cede en su discurso, se esconde, nuevamente, ante la imposibilidad de ganar antes que por la posibilidad de perder, el mensaje fue equivocado.

Billy claudicó y fue un discurso para deponer las armas.

¿Coincidiría la afición con ese discurso y este nuevo? ¿Para un club que ha sido parte del cortejo de 30 títulos ajenos que se han otorgado a otros en 15 años, no es un fracaso? ¿No debió hartarse ya de 15 años de ser dama de compañía de otros campeones?

Queda claro: es un pronunciamiento frío, muy frío, de un pecho, de una voz, que ya debería estar caliente, irritada, desaforada, de no poder festejar, como el de Billy Álvarez Cuevas.

Dice además que ya es meritorio mantenerse en la pelea y haber jugado finales. Queda claro: hay un mensaje de conformismo colectivo.

Ese discurso de que "lo importante no es ganar, sino competir", es una referencia anquilosada ante la moderna y urgente e implacable exigencia de ganar. Sobre ese pronunciamiento del Barón Pierre de Coubertain, prefiero el sustancioso y dramático mandamiento de "la victoria no es lo más importante, es lo único", de Vince Lombardi.

En 15 años, Cruz Azul ha ensayado once cambios de entrenadores y casi 60 futbolistas. Digamos, para respetar el dogma de Billy, no han fracasado, han fallado sólo en la conquista del título.

Y es evidente porqué en La Noria: se les aburguesa arrullándolos con esa canción de cuna del conformismo. "No es un fracaso si no somos campeones".

La mayoría de esos 11 entrenadores han sido campeones antes o después de su pasaje por Cruz Azul, y tal vez la referencia más puntual es la de Enrique Meza, con tres diferentes etapas en la Máquina sin poder darle un título, pero cosechando a manos llenas en otras instituciones, y que incluso en este momento es candidato al título con un Toluca que tiene una nómina mucho más modesta que la de La Máquina.

Sin duda Billy puede apegarse a cifras puntuales en su defensa: es el mejor equipo en la cosecha de puntos de los últimos años.

Sin ir muy lejos, en la tabla de porcentajes, es segundo –hasta en eso-, sólo debajo de un León a quien el coeficiente se le convulsiona de manera estridente al ser su primer torneo de regreso en Primera División.

Cruz Azul registra 1.71 de porcentaje. El mejor, sin duda, después del León (1.94). Eso refleja regularidad inapelable, pero ese mérito indiscutible no garantiza ningún trofeo, ni memorias gloriosas, y no satisface a una afición, pero sin duda sólo se consolida como un endeble altar donde se coloca el enunciado supremo de la resignación, la pusilanimidad y la rendición: "No es un fracaso si no somos campeones".

Quince años. Ahora, ¿por las Bodas de Plata: 25 años sin ganar nada?