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El Pelado que se va, el Pelado que llega

Captura TV/ESPN

BUENOS AIRES -- Como dice el refrán, "muerto el Rey, viva el Rey". Y en el fútbol este adagio se palpa con mayor intensidad. River fue una muestra irrefutable de lo efímero que es el respaldo de los dirigentes.

Matías Almeyda contaba, supuestamente, con el apoyo incondicional de Daniel Passarella para continuar en el cargo, sin embargo en cuanto el Kaiser le bajó el pulgar duró apenas unas horas más en su cargo.

Después de una charla de partes se produjo la salida inducidamente consensuada (léase, el Pelado -saliente- aceptó irse sin armar lío mediático). Y en un par de horas ya estaba Ramón en la gatera, listo para hacerse cargo.

Así fue como se juntó con Passarella y acordó todo casi sin chistar. ¿Habilidad negociadora de ambas partes? Pocos creen (creemos) en que previamente no se habían producido charlas y que lo que ocurrió después fue sólo un arreglo para la tribuna, la conclusión de un pacto ya establecido.

Pese a que el titular Millonario dijo que no, la realidad es otra. Este matrimonio por conveniencia (en la conferencia de prensa de presentación se vio que siguen sin llevarse bien), se puso en marcha y empezará a gestar su historia hoy domingo, cuando el riojano se presente, sin dirigir el equipo, en la previa al choque con Lanús.

Habrá sólo un saludo de bienvenida, en el cual seguramente los hinchas le harán un gran mimo al ego de Ramón. Esto no es peyorativo, al contrario, nadie deja de reconocer que los pergaminos mandan en el fútbol y el Pelado (entrante) fue quien le supo sacar mejor provecho a los impresionantes planteles que supo configurar River en otros tiempos.

Eso sí, ahora deberá mostrar la experiencia recogida en estos años al máximo de su expresión. Porque el Millo ya no cuenta con los súper planteles de otros tiempos y porque la andanada de refuerzos de jerarquía que pretende traer demandan de una montaña de dólares que la institución no posee.

Más allá de las intenciones, para traer jugadores de fuste hace falta mucho dinero. Ahí es donde se debe empezar a agudizar el ingenio, mirar para abajo y buscar soluciones con lo que hay.

Por lo pronto, Ramón ya logró el primer objetivo, ese que lo consigue sólo con su imagen: generar una gran ilusión entre la gente. Eso se palpó en su presentación.

Apenas pisó el Monumental todos comenzaron a soñar con el regreso a los tiempos dorados. La Ramonmanía se presentó en su máxima expresión.

La verborragia del flamante entrenador exacerbó esos pensamientos exitistas y ya se echó a rodar una ilusión contenida. Obviamente, superado el período de deslumbramiento será el funcionamiento del equipo y los resultados los que sustentarán intacto ese enorme cariño.

Ni más ni menos como lo pasó a Almeyda y a otras tantas glorias del club que terminaron pasando y siendo deglutidas por la picadora de carne que significa se director técnico de River.

Un párrafo aparte merece el DT que acaba de irse. Demostró, como pocos, su amor incondicional por el Millo. Hasta por encima de sus propios intereses. En medio de la tormentosa salida, decidió agachar la cabeza, morderse la lengua y dar un paso al costado sin armar lío.

Una raza difícil de encontrar dentro del fútbol. Por eso Passarella pudo hacer la transición en paz. Sin tener que salir a desmentir o a aclarar más que lo obvio.

Porque, vamos, al menos debía explicar lo desprolijo que fue despedir a Almeyda en los términos que lo hizo.

Con sus medias declaraciones lo hizo, todo en el mismo evento en el cual, con una impostada felicidad, le daba la bienvenida a Ramón.

"Muerto el Rey, viva el Rey", el Kaiser sabe bien de qué se trata y cómo moverse en medio de esas cuestiones...