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Yunel Escobar, despedida sin debut

Yunel Escobar fue cambiado a los Rays de Tampa Bay Tom Szczerbowski/Getty Images

Cuando apenas comenzaba a bajar la hinchazón en la cara de los fanáticos de Miami tras el golpe que desmanteló a los Marlins, el dueño Jeffrey Loria volvió a machacar sobre la herida, al canjear al cubano Yunel Escobar a los vecinos Rays de Tampa Bay.

A cambio, los peces recibieron al desconocido infielder de Ligas Menores Derek Dietrich, ubicado en el lugar 14 entre los 20 principales prospectos de la organización de Tampa Bay.

Tras la ira inicial tras el megacanje que envió a los Azulejos de Toronto a José Reyes, Mark Buerhle, Josh Johnson, Emilio Bonifacio y John Buck, ya los seguidores de los Marlins habían empezado a aceptar la idea de al menos poder venerar al cubano Escobar como una de las principales figuras del equipo.

Pero ni siquiera la gerencia le permitió colocarse el uniforme, para remover el avispero.

El cubano, que llegó precedido de una fama de tipo conflictivo, manifestó desde un inicio su disposición de dejar el alma sobre el terreno del Marlins Park y aceptó la posibilidad de ser movido a la antesala, dejándole el campocorto a su compatriota Adeynis Hechevarría.

Caramba, qué diferencia con la situación que enfrentó el equipo hace un año, cuando Hanley Ramírez pasó a la tercera base a regañadientes y en contra de su voluntad, tras la contratación de Reyes.

Con esa actitud, Escobar traía armonía a un clubhouse que no tuvo un día de paz en el 2012, por los encontronazos del entonces manager Ozzie Guillén con varios de sus jugadores.

Pero ni siquiera esa buena voluntad que mucho hubiera ayudado a la buena química del equipo le importó a Loria y su pandilla para seguir abaratando el equipo.

La directiva se sacó de encima los cinco millones del salario del cubano a cambio de un hombre que salvo llamarse Derek y ser principalmente defensor del campocorto, no impresiona con sus estadísticas.

En el 2012 estuvo en Clase A y Doble A, donde promedio .279 en 505 turnos, con 14 jonrones y 75 carreras impulsadas, slugging de .457 y OBP de .338.

Ya parece hora de que el comisionado Bud Selig tome carta en este asunto y ponga un freno a Loria, quien no sólo abarata a su equipo y lo convierte en una novena de Ligas Menores, sino que le resta valor a las propias Grandes Ligas.

De la misma manera que las Grandes Ligas forzaron a Frank McCourt a vender a los Dodgers de Los Angeles por la manera irresponsable en que manejó las operaciones del equipo, debería hacer con Loria, quien sin escrúpulos se burla del mundo cada mañana.

Es cierto que una franquicia de Grandes Ligas es sobre todo un negocio, pero debe asumirse con responsabilidad y ética, mostrando respeto a la comunidad en la cual tiene su base y con la que debería tener un compromiso más serio, sobre todo después de haber conseguido financiamiento público para el estadio que tanto demandó.

¿Respeto?¿Responsabilidad?¿Compromiso?¿Seriedad? ¿Ética? Tal parece que el señor Loria faltó a la escuela el día que enseñaron esas palabras.

Ya veremos cómo responden los fanáticos cuando arranque la temporada en abril.