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Reyna y Teófilo, cañoneros de armas tomar

Ángel Reyna, campeón de goleo con América el año pasado, está muy cerca de pactar con La Máquina Mexsport

LOS ÁNGELES -- Asumamos que es cierto. Asumamos que Cruz Azul ha decidido firmar a dos notables futbolistas.

Las versiones, esas arpías oportunistas, comadronas del Futbol de Estufa, cuelgan en el solaz tendedero de los rumores, que La Máquina invertirá en dos referentes: Ángel Reyna, campeón de goleo con América el año pasado, y Teófilo Gutiérrez, un jugador que hace salivar de ilusión a los aficionados colombianos.

Maduros ambos, en plenitud de virtudes, controversiales, polémicos, indomables, indómitos, rebeldes, arrogantes, convencidos de sus facultades.

De esos jugadores que con practicidad y sin rococós, son arquitectos simplistas, que no simplones, del futbol necesario: ese que taladra, que consuma, que consume.

Es ese tipo de jugador que todos quieren tener pero con el que nadie quiere cargar.

En sus clubes eventuales, quisieran que fueran androides que pudieran desempacar un minuto antes de cada juego, y reempaquetarlos un minuto después, o antes de ser posible, de que termine el encuentro.

Ángel Reyna perpetró numerosas tropelías en el América. Mientras extasiaba a la tribuna con sus goles bajo el mando de Carlos Reinoso, el arcángel americanista incubaba los gases tóxicos de su arrogancia.

Pasó de acudir armado a los entrenamientos y en una ocasión mostrar retadoramente el revólver a sus compañeros ante el nerviosismo general, hasta darse el lujo de agarrar a puñetazos a su Jefe de Prensa por agendarle una entrevista con un medio, y cerró su participación estigmatizando a Aquivaldo Mosquera como el Capitán de Agua de una Defensa de Plástico.

Incluso, Zague, en su momento, como director deportivo, explicó que no había lidiado nunca ni conocido nunca a semejante engendro, en el que habitaban una diva, un escuincle berrinchudo, un bravucón con espíritu de matacuaz, y como complemento fascinante, un notable jugador de futbol.

El problema en América, y después en Monterrey, es que las tres cuartas partes de ese personaje, hacían casi inconvivible e intolerable, la presencia del cuarto pasajero de esa humanidad: el crack.

Teófilo Gutiérrez es el mellizo perfecto de Ángel Reyna. Su alter ego domina al futbolista brillante y explosivo.

Lo echaron de Racing de Avellaneda porque tras una zacapela en el vestuario al ser expulsado, Teófilo encañonó con una pistola de aire comprimido a varios de sus compañeros, en especial al arquero Sebastián Saja.

Después, como ya había ocurrido con el Trabzonspor turco, Teófilo se escapó sin permiso de Lanús. Le rescindieron el contrato, se quedó seis meses sin jugar y hasta ahora sigue perteneciendo a Racing, sin conocer su futuro.

En Sudamérica no hay mercado para él, no es por falta de calidad, sino, tal y como pasa con Ángel Reyna, por falta de claridad mental.

En medio de toda su irregularidad, las cifras lo favorecen: tiene un promedio de un gol cada dos partidos, 85 anotaciones en 171 encuentros.

Seguramente los aficionados se preguntan si esos explosivos impredecibles como Reyna y Teófilo, pueden ser, más que sometidos, controlados, o conciliados por el espíritu flemático, parsimonioso, de Memo Vázquez.

Lo cierto es que los dos son cañoneros auténticos, y además, han demostrado, que son de armas tomar, con todo lo que eso implica.