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Los Jets cavaron su propia tumba

Como Mark Sanchez, Greg McElroy también carecerá del apoyo necesario para triunfar. AP

MÉXICO -- Demasiado poco, demasiado tarde.

Eso es lo primero que se me ocurre cuando pienso que Rex Ryan ha decidido enviar a la banca a Mark Sanchez, y nombrar a Greg McElroy como nuevo mariscal de campo titular de los New York Jets.

Francamente, creo que la medida no servirá de nada, más allá de callar un poco los abucheos de los aficionados. Lo cierto es que este equipo no tiene dirección. No tiene un plan. Todas las decisiones se toman pensando a corto plazo. La promoción de McElroy es un ejemplo más.

Los que me han seguido desde tiempo, saben que estoy en contra de asignar victorias y derrotas a los mariscales de campo, como si se tratara de un deporte individual. Lo de Sanchez, por malo que hayan sido sus cuatro intercepciones anoche, no es la excepción. Los receptores de los Jets no se desmarcaban, la línea no supo contener las cargas, y en general, pocas cosas funcionaron como se dibujan en la pizarra. Es la historia de la temporada noeyorquina, resumida en un MNF.

Sin embargo, las fallas son mucho más profundas, y van mucho más allá de una derrota de 14-10 ante los Tennessee Titans en la Semana 15.

El gerente general Mike Tannenbaum comenzó su mandato al frente de la franquicia en el 2006, e inmediatamente se encontró con el éxito inmediato en el draft, reclutando a jugadores como D'Brickashaw Ferguson, Nick Mangold y Darrelle Revis en las primeras rondas de sus dos primeros sorteos. Jugadores sólidos de rol también arribaron en rondas posteriores como Eric Smith, Brad Smith, Leon Washington, y David Harris.

Sin embargo, todo se acabó relativamente pronto. Tannenbaum y Woody Johnson, propietario del club, empezaron a pensar en el ahora, y solamente en el ahora. Desperdiciaron selecciones de draft en jugadores como Vernon Gholston, Kyle Wilson y Vladimir Ducasse.

Los Jets pensaron que tenían una base suficientemente sólida como para agregar a un sólo jugador y disputar un título, cuando contrataron a Brett Favre. Las cosas no fueron así, y los Jets no calificaron a postemporada. En el siguiente draft, los Jets siguieron pensando en que tenían una base suficientemente sólida como para añadir a un mariscal de campo novato, y pelear inmediatamente por un título. Dos viajes al Juego de Campeonato de la AFC nos hicieron pensar que podrían haber tenido razón, pero esas victorias de postemporada, como visitantes, de alguna manera nos distrajeron de temas importantes a los que el equipo no estaba poniendo atención.

La principal, dado el tema que nos atañe aquí, es que pusieron la franquicia en manos de un mariscal de campo que sólo tuvo un año de experiencia como titular de tiempo completo a nivel colegial. Los viajes a postemporada hicieron olvidar a muchos que Sanchez es --sí, sigue siendo-- un mariscal de campo apenas en las primeras etapas de su desarrollo como pasador.

Por supuesto, hay mariscales de campo cuyo progreso es más rápido. ¿Pero es momento de renunciar a Sanchez? Quizás no.

Drew Brees comenzó su carrera con registro de 10-19 en sus tres primeras temporadas, y tan poco creyeron los San Diego Chargers en él, que reclutaron a Eli Manning primero global en el draft (para canjearlo después por Philip Rivers, seleccionado tres puestos más abajo por los New York Giants). Eso después de tres temporadas estelares en Purdue donde terminó tercero y cuarto en dos votaciones para el Heisman. Aclaro, no estoy diciendo que Sanchez será Brees, pero incluso en el 2004, nadie creía que Brees llegaría a ser la mitad de lo que es ahora. Para que eso sucediera, se necesitó dotar a Brees de ayuda a su alrededor. Estuvo acompañado de LaDanian Tomlinson, desde el inicio de su carrera, pero realmente despegó con la llegada de Antonio Gates. Además, coincidió con la edificación de una buena defensiva y una línea ofensiva sólida. Y en New Orleans, lo que le sobra a Brees son armas ofensivas, aún a costa de la débil defensiva de los Saints.

En el caso de los Jets, todo ha sido a la inversa. Una de las frases más trilladas del fútbol americano la escuchamos siempre que un entrenador dice poner a sus pupilos "en la mejor posición posible para tener éxito". Los Jets han hecho todo lo contrario con Sanchez.

La defensiva hoy en día es peor que hace dos años. Shonn Greene no se acerca a lo que hizo en su momento Thomas Jones, y el grupo de receptores ha estado constituido, básicamente, por desechos de otros equipos (Patrick Turner, Santonio Holmes, Braylon Edwards, Plaxico Burress, Chaz Schilens, Derrick Mason, Mardy Gilyard, Jason Hill).

La pregunta entonces se vuelve, ¿es justo esperar una mejoría sustancial de un jugador de una plantilla de 53 mejores, cuando claramente el resto del equipo --jugadores y entrenadores-- han dado claros pasos hacia atrás?

Desde luego, el desempeño de Sanchez amerita ser enviado a la banca, pero también el de la gran mayoría de los Jets, a ambos lados del balón. En ese sentido, la degradación de Sanchez implica que está cargando con culpas ajenas. Por lo mismo, es complicado esperar mucho de McElroy, tomando en cuenta que va a contar con la misma protección --o falta de ella-- de la línea ofensiva, el mismo backfield ineficiente, y el mismo grupo de receptores que simple y sencillamente no logran despegarse de sus coberturas. Además, al otro lado, seguirá estando la misma defensiva que anoche permitió a Chris Johnson el touchdown de 94 yardas más sencillo que tendrá en su vida.

Alinear a McElroy es, como ha sido la tradición verde en los últimos años, sólo una solución a corto plazo. Un curita. Lo mismo fueron Favre, Tomlinson, Edwards, Burress, Jeff Otah, Jason Smith, Bart Scott, LaRon Landry, etc.

Si los Jets hubieran invertido mejor sus recursos de draft y de agencia libre, pensando en seguir construyendo para el largo plazo, la historia podría ser distinta. Si los Jets se hubieran enfocado en traer ayuda para Sanchez, y no distracciones (Tim Tebow), la historia sería distinta. Si los Jets se hubieran enfocado en conseguir a un coordinador ofensivo especialista en mariscales de campo --algo que claramente Sparano demostró no ser en su paso como entrenador en jefe de los Miami Dolphins--, la historia sería distinta. Si Ryan no hubiera inflado artificialmente --hasta el punto del absurdo con garantías de Super Bowl-- las expectativas de este equipo, la historia sería distinta. Si los Jets hubieran cortado a un cáncer de vestidor como Santonio Holmes, en lugar de nombrarlo capitán, la historia sería distinta.

Finalmente, si los Jets no hubieran otorgado a Sanchez una ridícula extensión de contrato en la pasada temporada baja, un posible cambio de dirección sería menos doloroso, más natural.

Los Jets hicieron todo lo posible en los últimos años (incluso antes de la selección de Sanchez en el draft) por cavarse un hoyo profundo, y ahora me parece imposible que salgan de él bajo el liderato de Tannenbaum y Ryan. El cambio que necesita New York es mucho más profundo que simplemente reemplazar al mariscal de campo faltando dos fechas para concluir una campaña que no tendrá postemporada.