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2-2 y los juanetes de una Miss Universo

Los Tigres de la UANL no pudieron preservar la ventaja ante Xolos de Tijuana Mexsport

LOS ÁNGELES -- Cuatro errores, cuatro goles. Las imperfecciones de un espectáculo perfecto, en que los dos contendientes, perdieron la perfección en el Clausura 2013 al no poder sumar una quinta victoria.

Indudable: Xolos y Tigres ofrecieron un juego cautivante. El mejor partido en lo que va del Clausura 2013, y difícilmente, por la igualdad de fuerzas, de esfuerzo, de talento, podrá aparecer otro similar en lo que resta del torneo.

No hay reproches. Acaso, la teatralidad de algunos jugadores de Xolos no sólo para exagerar faltas sino incluso para inventarlas.

Pero el partido fue gratísimo. Incluso, en una reyerta que se prolongó por casi 96 minutos, el despliegue físico fue una condecoración integral e íntegra para la responsabilidad y compromiso y disciplina de los jugadores, y por supuesto, para sus preparadores físicos.

Incluso podría pensarse que por los hábitos tácticos de ambos equipos y entrenadores, el encuentro se iría tramitando con forcejeos insanos y una guerra obcecada por no perder.

Todo lo contrario. Los equipos terminaron siendo cómplices, socios, una pareja perfecta, y aquello desembocó en un encuentro en el que se prodigaron los testimonios magníficos del futbol: talento y osadía.

Cierto: los jugadores recibieron las bendiciones y el salvoconducto de divertirse. No hubo grilletes. No hubo limitaciones ni freno de mano.

¿Errores en los cuatro goles? Cierto, pero hay explicaciones –no justificaciones- coherentes para ello. Pasa que el agobio fue incesante en ambas área, con estilos distintos. Los Xolos tienen galgos al ataque. Tigres elabora con menos explosividad pero cerebralmente más agudo.

Irónicamente, por ejemplo, Juninho y Ayala estaban citados a no equivocarse y terminaron, en los alucinantes relevos de Xolos, precipitándose en la marca y nerviosos generando descuidos, además de que la última garita, la de Carlos Salcido, era frágil ante las confrontaciones por velocidad de los canes fronterizos.

¿O quién podría imaginar que Gandolfi, con su recorrido, iba a pecar de ingenuo en un tiro chorreado de Salcido, y perdiendo de vista a Lucas Lobos?

Los errores no se justifican pero sí justifican el marcador y son, por el momento en que caen, el motor instintivo, de supervivencia, que va generando el espectacular duelo entre los dos mejores equipos del torneo, que afortunadamente no temieron en ningún momento poner en riesgo tal condición, sino por el contrario, asumieron el masculino compromiso de ratificarlo.

Insisto: sería un absurdo y una obscenidad criticar la perfección de una Miss Universo sólo porque tiene juanetes.

Los errores fueron un estimulante, los anabólicos que hicieron estallar este buen juego de futbol, que nos deja en claro de donde debe salir el campeón, si no ocurren desgracias en la Liguilla, o si Cruz Azul o América no ajustan algunos pequeños detalles.

Vaya, hasta el árbitro Francisco Chacón, quien llegaba de la calamidad en el Chivas contra Cruz Azul, tuvo una jornada casi perfecta, tal vez perdonando algunas dramatizaciones de Xolos, pero en general, esta vez sí, administrando las tarjetas amarillas, además de que, afortunadamente, los gladiadores estaban más entretenidos en jugar futbol y en jugársela con futbol, que con la puerilidad de las patadas.

¿Quién gana la partida entre el Tuca Ferretti y el Turco Mohamed? Hay un movimiento específico que fue de riesgo, pero que por su gravitación en el juego, fue clave y pudo ser determinante, si Xolos no perdona una vez y en la otra la atajada excepcional fue de Palos. Ese movimiento fue el ingreso de Raúl Enríquez.

No faltará algún loco que demerite el encuentro por los errores en los goles, pero queda claro que ese facineroso que se atreva a tratar de percudir este encuentro limitándose con miopía progresiva a centrarse en esos detalles, no tiene paladar para el futbol. Y seguro los habrá.