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¿Vale la pena o no el nuevo contrato de Félix Hernández?

Olvídense de Félix Hernández, al menos hasta finales del 2019 o principios del 2020.

Quienes se estaban frotando las manos ante la posibilidad de que el estelar lanzador venezolano se convirtiera en agente libre tras la temporada del 2013, pueden ir borrando su nombre de la lista de pedidos navideños del próximo invierno.

Los Marineros de Seattle, único equipo para el cual ha jugado a lo largo de sus ocho años de carrera, acaban de convertirlo en el pitcher más rico de las Grandes Ligas, al amarrarlo por las próximas siete campañas con un pacto por 175 millones de dólares.

El nuevo convenio supera ampliamente el de 161 millones con que los Yankees de Nueva York premiaron al zurdo CC Sabathia y le garantiza al Rey Félix 25 millones anuales hasta el 2019.

Como todo contrato a tan largo plazo y por montos elevadísimos, siempre hay riesgos, cuyas consecuencias no se ven de inmediato.

En el caso de Hernández, tiene a su favor su aún corta edad, a pesar de lo cual ya está ampliamente consolidado como uno de los mejores serpentineros del béisbol.

El venezolano tiene apenas 26 años y una salud de hierro, que le permitiría incluso conseguir un nuevo pacto a partir del 2020, cuando tendría 33, una edad en la que muchos pitchers exhiben el clímax de su carrera.

Desde que se convirtió en abridor a tiempo completo con los Marineros en el 2006, tras un prometedor debut en el 2005, el Rey Félix ha sido un incansable devorador de innings, con un mínimo de 190.1 episodios y una racha de cinco campañas seguidas con 200 capítulos o más.

En cuanto a calidad, salud y entrega sobre la lomita, el venezolano parece una apuesta bastante segura para que honre su nuevo pacto desde el primer hasta el último día y justifique cada centavo que recibirá de los Marineros.

En ese sentido, hay más posibilidades que el contrato de Hernández termine pareciéndose más al que los Yankees le dieron a Derek Jeter en el 2001 por 189 millones en diez temporadas, que el de Alex Rodríguez con los Vigilantes de Texas por $252 millones ese mismo año.

Sin embargo, retener a su astro por tanto dinero podría comprometer la salud financiera del equipo, tal como sucedió con A-Rod en Texas.

A lo largo de años recientes, Seattle se ha visto obligado a dejar partir a sus mejores figuras, como Randy Johnson, Ken Griffey Jr. y el propio Alex, mientras el equipo logró exprimirle casi todo el zumo al japonés Ichiro Suzuki, antes de cederlo a Nueva York.

Al mismo tiempo, no ha sido una franquicia de inversiones inteligentes, pues a pesar de figurar casi siempre entre los primeros diez equipos con nóminas más altas en la última década, no ha conseguido traducir ese gasto en resultados competitivos, pues no avanzan a la postemporada desde el 2001.

Tras la salida de Ichiro, Hernández quedó como jugador-franquicia. Habrá que ver si la gerencia es capaz de construir un equipo ganador en torno a él, cuyos récords se han visto afectados precisamente por militar en una novena que prácticamente no apoya su labor monticular.

Y si bien el nuevo contrato le garantiza una tranquilidad económica suprema para varias generaciones de Hernández, la permanencia en Seattle podría afectar su legado.

El Rey Félix aún no se ha probado en el fuego de una postemporada y quién sabe si algún día lo hará.

Pregúntenle al inmortal Ernie Banks, Mr. Cub, que se retiró tras 19 años sin haber pisado un terreno más allá de septiembre, sin acariciar jamás el sueño de ganar una Serie Mundial.