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Atlas en una cita de vida y de muerte

LOS ÁNGELES -- No es de vida o muerte. Es de vida y muerte. Es apenas la Fecha 8, pero el Atlas puede revertir su destino.

El Clausura 2013 aparecía con una víctima propiciatoria y vestida de rojinegro. Por entonces el Atlas y Tomás Boy sumaban 11 partidos consecutivos sin ganar del Apertura 2012. Y entre los refuerzos estelares, aparecía carne envenenada, tóxica de fracaso, como Omar Bravo, que encima llegaba estigmatizado malignamente por su cuna de Chivas. Hoy, Omar es emblema de la resurrección.

Sí: hoy el Atlas es el Mecenas y el Mesías de su propio milagro. El Arcano de su propia misión imposible.

Todavía tras la Fecha 1 del Clausura 2013, tras el empate con Pumas, llegando a 12 sin clímax el aparente matrimonio fallido de Boy y Atlas, la Aflicción Rojinegra, la Fiel, se rendía a su destino, a su dantesco destino cíclico del descenso. Resignación más que ilusión.

Hoy Atlas es tercero de la Tabla General, con los mismos puntos que el América, y su única derrota fue visitando a Tigres, sin olvidar la forma intimidatoria, obscena, en la que el silbante Paul Delgadillo hostigó esa noche a los Zorros.

Encima, Atlas juega bien al futbol. Y con sus nueve puntos de ventaja en la guerra por el no descenso, una victoria este sábado le entregaría dos salvoconductos de contraste: les garantizaría la supervivencia y les acercaría a la Liguilla.

Insisto, después de ese empate con Pumas, sobrevivir parecía complicado, pero clasificar a la Liguilla, era inimaginable, impensable para cualquier rojinegro que en sus jaculatorias dominicales sólo conjugaba e imploraba el misterio de la salvación.

El Zorro metiéndose al gallinero, más allá de la connotación metafórica, es un encuentro clasificado como de alto riesgo.

Hay ingredientes para ello. De entrada no olvidemos las denuncias de diferentes aficiones contra el ambiente en La Corregidora.

Ojo, los reclamos públicos no han sido contra la afición queretana, la cual en su mayoría guarda compostura y respeto, sino contra la propia policía, reportada con frecuencia por ir desde encañonar a los visitantes, hasta haber hecho disparos intimidatorios con balas de goma y balas de pintura.

Es decir, el principal problema en Querétaro no es el frenetismo de sus seguidores, sino la prepotencia cínica de sus guardianes que desguarnecen al visitante.

Se habla de 6 mil porristas del Atlas que se trasladan a Querétaro, donde es evidente que los llenos en La Corregidora son accidentales.

Lo grave es que las autoridades del estadio y de la ciudad no toman medidas extra para controlar, por ejemplo, la venta de bebidas alcohólicas, y sólo existe la promesa de multiplicar el número de policías, los cuales, insisto, son más provocadores que estabilizadores. Hubo quien sugirió Ley Seca en la ciudad, pero el gremio de comerciantes impuso su avaricia al sentido común.

En la cancha, la intensidad será fascinante. A cada jugador del Querétaro le ofrecen 12 mil dólares por ganar este partido. A cada jugador del Atlas le ofrecen 4,500.

Cuidado: ambas directivas, pero especialmente la del Atlas, se caracterizan por cobijarse en el irrefutable refrán mexicano: "prometer no empobrece, dar es lo que aniquila". Vamos: Atlas adeuda sueldos a varios de sus jugadores.

Y en el mundo mágico del futbol mexicano, alguien que seguramente debe responder al nombre de Decio de María, se le ocurre mandar a un piromaníaco a jugar en un polvorín: Marco Antonio Chiquidrácula Rodríguez debe estar babeando sangre ante el dantesco espectáculo que puede montar.

Con una diferencia de nueve puntos, y evidentes superioridad en su nivel futbolístico con Tomás Boy, Atlas es favorito, pero la última vez que sacó un triunfo de La Corregidora fue en 1992, de hecho la única victoria en esa sede, en un historial dominado por los queretanos con 10 victorias, cuatro empates y 7 derrotas.

Sí: futbolísticamente es un encuentro de vida y muerte, y deseable es que Chiquidrácula dentro de la cancha y las autoridades fuera de ella, mantengan ese dramatismo estrictamente en el coliseo futbolístico.