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Insólito: a peor arbitraje, mejores ganancias

Rafael Mancilla, al servicio de los ratings, no del arbitraje. Mexsport

LOS ÁNGELES -- Rafael Mancilla quiso ser redentor y terminó de genocida. Y claro, de suicida.

El jefe de los árbitros en México no había profundizado sobre su labor ni sobre sus dirigidos. Una sola vez tuvo que hacerlo para sentenciar a todos, incluyendo firmar su propia acta de defunción.

Textualmente, dijo que "directivos de diferentes televisoras que yo he platicado con ellos, que te dicen: 'no me hagas a los árbitros perfectos, por favor', ¿por qué?, 'porque me quitan rating'".

Las conclusiones y los efectos de este Tsunami de estulticia son fascinantes. Preguntará Usted: ¿estulticia o sinceridad? Estulticia, créame. Sinceridad habría sido una convicción por revelar, por denunciar, por oficializar lo que ya se sabía que ocurría, y que sólo faltaba alguien desde dentro que lo desnudara.

Para sintetizarlo: uno de los 40 ladrones le dijo a Alí Babá, donde podía encontrar a los otros 39, pero no por traidor, sino por atarantado.

Como dijo el leproso, recojamos las partes…

1.- Mancilla deja en claro que el arbitraje mexicano es perfecto por definición de su propia imperfección. Y mientras más imperfecto, más perfectamente útil es.

2.- Puntualiza que no se trata de que se apegue a las exigencias del deporte, sino a las necesidades de quienes lucran con el futbol como espectáculo.

3.- Que el futbol como tal, la competencia como tal, el futbolista mismo, el directivo mismo, la afición misma, no importan, sino la preponderancia perversa de los ratings.

4.- Ahora, gracias a su supuesto líder, a su presunto jefe, los árbitros han sido ridiculizados; serán un homenaje a la injusticia de cada semana por necesidad de rating de Televisa y TV Azteca. Ahora serán vistos con desdén, con burla, sin autoridad, por parte de jugadores y entrenadores.

5.- El futbolista y el técnico, en general, han sido degradados. Se puede jugar con la pureza –de la mayoría, no de todos-, en cada decisión arbitral. No importa si hacen las cosas de manera correcta o incorrectamente, el árbitro pensará no en ellos, sino en las necesidades de sus fariseos.

6.- Queda claro que incluso, para las propias televisoras, sus equipos son material desechable. Es decir, si supuestamente el América llega a ser campeón por las buenas o por las malas, por errores arbitrales incluso, no importa, porque esa controversia, esa polémica, enriquece los ratings aunque empobrezca el futbol y la credibilidad del torneo.

7.- Recordemos algo: Mancilla recibió por años sus salarios de Televisa y América, y en realidad es el brazo ejecutor de las demencias de Decio de María con respecto a los silbantes. Por eso, queda claro, que su desliz, su dislate, no fue un acto convencido de mártir o de prócer por el bien del futbol, porque, además de exhibirlo, hubiera presentado su renuncia.

8.- ¿Tiene razón Mancilla? Las pruebas son evidentes. ¿O ya olvidamos cómo Decio de María ya pisoteó en varias ocasiones el supuesto documento sagrado de un juego de futbol, como es la Cédula Arbitral para satisfacer las urgencias y emergencias de los clubes?

9.- Y todo este circo de privilegiar los ratings nos lleva a conclusiones como que el Piojo Herrera, entonces, es el prototipo de lo que necesita el América en su banca. Con sus exabruptos, broncas, insultos, incoherencias, ha generado puntos de audiencia y además ha colocado a las Águilas en el risco del escándalo, donde tenía tiempo sin vivir. Y la pregunta sería si el Piojo es así por convicción o el Piojo es así porque le entregaron un libreto para que lo fuera.

10.- Los seguidores de Raza Deportiva y de este Blog recordarán cómo cuando Alejandro Irarragorri defendió a muerte todas las aviesas obras de la FMF, se advirtió que ese descaro del dirigente era la antesala inequívoca de que Santos sería el campeón. Irarragorri defendió públicamente multipropiedad, draft de jugadores, etc., luego de ser atracado en aquella final Santos-Tigres, y encima se le pidió fuera el mecenas de la Liga MuyEquis. Y él accedió. Sumisamente, accedió.

11.- Ojo: echar a Mancilla de la presidencia de los árbitros no cambia en nada el panorama. Él sólo ha sido un monigote accidental. El que llega será igual… o peor. Las reglas están marcadas: malos árbitros, mejores ratings.

Entonces, ya no volteemos a la cancha, volteemos a la oficina de Decio y preguntemos ahí ¿quién será el nuevo campeón del futbol mexicano?

¿O esperamos a algún nuevo resbalón neuronal de algún achichincle suyo para que lo revele?