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Retiro de Urlacher, mancha para los Bears

Brian Urlacher merecía una despedida colmada de honores en Halas Hall, no retirarse sin equipo. Getty Images

MÉXICO -- Hace unos días, mi colega Pat Yasinskas escribió una interesante columna sobre cómo los Tampa Bay Buccaneers habían manejado el asunto de Ronde Barber acertadamente, luego de equivocarse con las salidas de íconos como Derrick Brooks, Warren Sapp y Johnny Lynch de la generación dorada de los Bucs.

Desafortunadamente, la pieza fue escrita después de que los Chicago Bears cometieran un yerro propio con el último gran estelar que ha tenido la franquicia, Brian Urlacher.

El ocho veces jugador de Pro Bowl y cuatro veces All-Pro de primer equipo publicó vía Twitter su decisión de retirarse de la NFL, aproximadamente dos meses después de que los Bears, el equipo por el que dejó todo en el campo a lo largo de 13 temporadas, se mostraran intransigentes en sus negociaciones contractuales con el apoyador, y le cerraran las puertas a un regreso al equipo.

De acuerdo a las declaraciones del mismo Urlacher al Chicago Tribune en los días posteriores al anuncio hecho desde Halas Hall de que se habían roto las discusiones entre el club y el jugador, y que los Bears seguían adelante sin su elemento más reconocible, el equipo ofreció un contrato por una temporada con un valor máximo de 2 millones dólares, con solamente la mitad de esa cantidad garantizada.

Para servir como punto de referencia, Ray Lewis cobró más del doble en el 2012, su última temporada con los Baltimore Ravens.

Quiero suponer que bajo el anterior gerente general, Jerry Angelo, y el anterior entrenador en jefe, Lovie Smith, el último capítulo se hubiera redactado de manera distinta. La dupla Phil Emery y Marc Trestman no tienen un gran vínculo con Urlacher, y no tardaron demasiado en manifestarlo.

En mi opinión, hay ciertos jugadores como Barber, Lewis y Urlacher, que han hecho lo suficiente por una franquicia y una ciudad como para ganarse el derecho de retirarse bajo sus propios términos. Los Bucs respetaron esa regla no escrita con su back defensivo estelar, declarando en todo momento que deseaban de regreso a Barber, pero calladamente preparándose para la posibilidad de tener que seguir adelante sin él. Lo mismo sucedió en Baltimore, cuando firmaron el último contrato con Lewis, en el 2009.

Desde luego, Urlacher no es el jugador que solía ser. La intercepción de Jake Locker que consiguió durante la Semana 9 de la temporada pasada en un triunfo sobre los Tennessee Titans fue evidencia de ello, por más que la regresó 46 yardas a las diagonales, deshaciéndose de Locker en el camino. Su cuerpo había perdido esa velocidad que lo caracterizó cuando llegó a la NFL como profundo de la Universidad de New Mexico, y que le alcanzaba para devolver patadas de despeje.

Sin embargo, se puede argumentar que Urlacher aún posee mejores aptitudes físicas que las mostradas por Lewis el año pasado, particularmente durante el triunfo de Super Bowl de los Ravens, donde por momentos parecía estar corriendo en cámara lenta. A Baltimore no le importó porque la franquicia reconocía que Lewis aportaba mucho más que sólo tacleadas sobre el emparrillado: aportaba identidad.

Lo mismo sucedió en Tampa, donde los Bucs hallaron un rol para Barber cuando sus facultades no le alcanzaron para seguir jugando como esquinero.

Chicago no supo reconocer eso, como queda de manifiesto con la oferta contractual que le extendieron al apoyador, y declarando públicamente más tarde que ambas partes "por acuerdo mutuo", habían decidido a seguir caminos distintos, algo que negó tajantemente Urlacher.

Dentro de todos los males, el menor.

Al menos no tendremos que ver a un Urlacher jugando disminuido en un uniforme distinto a su Nº 54 de los Bears. Duele un poco la memoria visual recordando a Johnny Unitas con el uniforme de los San Diego Chargers, Joe Namath portando los colores de Los Ángeles Rams, o incluso Emmitt Smitt enfundado en los colores de los Arizona Cardinals.

No es la clase de despedida que merecía Urlacher, retirarse como agente libre sin equipo, pero el imperfecto final no arruina una trayectoria de élite que lo coloca al nivel de Dick Butkus y Mike Singletary en la rica tradición defensiva de los Bears.

No tengan la menor duda de que en cinco años lo veremos poniéndose el uniforme del equipo más selecto: un saco dorado a las puertas del Salón de la Fama en Canton, Ohio.