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La onceava estrella


"No hay héroe en la soledad; los actos sublimes están determinados siempre por el entusiasmo de muchos". Eliphas Lévi.

MÉXICO -- En el cielo del futbol mexicano hoy brilla la onceava estrella del América. Y también hoy es buen momento para recordar que en el deporte, como en la vida, el equilibrio es virtud.

Triunfos y derrotas en el futbol son circunstanciales, pero llevan a la polarización. Ningún triunfo de las once estrellas en la historia del América ha sido tan celebrado como el actual. Y ninguna de las nueve derrotas en una final han sido tan dolorosas para el aficionado de Cruz Azul. Pero en el futbol el triunfo de hoy puede ser la derrota del mañana.

El general Douglas MacArthur, célebre por su frase "volveré", también escribió sobre la diferencia entre ganar y perder en conflictos bélicos: "Hemos conocido la amargura de la derrota y la exultación del triunfo, y de tanto que hemos aprendido no puede haber vuelta atrás. Tenemos que seguir adelante para preservar en paz lo que ganamos en la guerra".

La analogía vale tomando en cuenta las palabras de Jorge Valdano: "El futbol es la guerra por otros medios. Una batalla, digamos, algodonada. Es un simbolismo hasta fácil. Hay una sola arma, un solo objeto en disputa; los dos equipos comparten un terreno de batalla, o sea que no es como el ajedrez, que todo se limita a lo intelectual, o como el tenis que tiene una red de por medio. En el futbol se sale a pelear por ese objeto en disputa y se sale al campo también a conquistar la portería contraria, es llegar a su casa, invadirlos... El futbol tiene secretos que le permiten despertar emociones profundas en el espectador".

Eso ocurrió en la final del domingo. Los aficionados de ambos equipos experimentaron emociones profundas. Los americanistas de éxtasis. Los cementeros de dolor. Uno salió del pozo profundo para alcanzar el cielo. El otro cayó en el abismo de la derrota impensada.

Las horas posteriores a un desenlace deportivo son importantes para medir la entereza con la que el perdedor asume la derrota, y la grandeza que ha de tener el ganador para saber qué hacer con la victoria.

Hace bien el América en irle bajando a la celebración, dejando el trofeo en su santuario, pero imponiéndose las metas que corresponden al tamaño de la institución que representa. El América alcanzó al Guadalajara como el club más ganador de títulos en México. Ambos han colocado 11 estrellas en su uniforme, por 10 del Toluca y 8 del Cruz Azul. Detrás vienen Pumas, Pachuca, Monterrey, Santos y algunos más.

América ahora debe pensar en la posibilidad de un bicampeonato, bajo la premisa de mirar al cielo con los pies en la tierra. La victoria fue ayer. La planeación es hoy. Y la conquista tendrá que ser mañana. Su triunfo agónico, dramático, heroico, debe quedar como la exquisita anécdota de su fortaleza épica y del gran impulso que le dio el volcán de voces de sus aficionados en el Azteca y de millones que vibraban a través del televisor. Ganar en la forma en que ganó el América, con actos de heroísmo al jugar 106 minutos con un hombre menos y al cobrar con mejor estado anímico los penalties, es una ofrenda a los últimos ocho años de frustraciones de sus fieles. Pero hay que ponerle punto fin. El mañana se construye hoy.

Cruz Azul ya debería de estar acostumbrado a ser el moderno "Ya Merito", pero su ejemplar grey de aficionados merece ya una satisfacción. Un título en 33 años es poco, muy poco. Es una miseria para la ambición de sus aficionados. Le haría bien a la Máquina olvidar pronto este trago amargo de saber que la copa se le derramó en sus manos, por su incapacidad para conservar un campeonato que ya tenían ganado. La frustración de los aficionados celestes no les ha permitido poner punto final porque siguen en shock. El "no es posible" no se lo pueden sacar de su cerebro.

Alguien dijo alguna vez que en el futbol, a diferencia de otros deportes, "no basta ser feliz (como el aficionado Águila), sino que es muy importante que el otro (el aficionado cementero) no lo sea".

Para Cruz Azul el saldo es lamentable: un título en los últimos 33 años, tiempo en que el América ha levantado ocho veces la copa.
Bendito futbol, que cubre con una final así de emocionante, las incontables torpezas que a diario cometen los funcionarios de la Federación Mexicana de Futbol y de la Liga MX.