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Cassette

Hoy, el mejor Tiger tiene que pelear y mucho para poder ganar los grandes campeonatos. Getty Images

GULLANE -- Los deportistas de hoy ven un periodista con un micrófono y enseguida se ponen el cassette. Tienen claro lo que tienen que decir, sus psicólogos los preparan para que digan sólo cosas positivas, que si jugaron mal únicamente hablen de las cosas que hicieron bien y que jamás muestren signos de estar abatidos.

Son muy pocos los que honestamente responden las preguntas, aunque admito que a veces las preguntas son tan malas que hacen bien en contestar como lo hacen.

Entiendo perfectamente la posición del entrevistado, pero lo de Phil Mickelson del viernes y lo de Tiger Woods del domingo me pareció mucho.

El viernes, Phil terminó la ronda habiendo hecho 4 putts el 16 y dijo que estaba jugando el green como jamás lo había hecho en su vida. Si el viernes era lo mejor de su vida, no sé cómo va a calificar lo que hizo el domingo, en donde sí dio una verdadera exhibición con el putter. Evidentemente sentía algo que en ese momento yo no pude ver.

Lo que no puedo entender es lo de Tiger. Salió a dos golpes en la ronda final y vale la pena repasar rápido lo que hizo: 3 putts el 1, errando desde metro veinte el segundo, 3 putts el 4 desde 30 metros, dejando su primer putt corto 4 metros, bogey el 6, cuando pensó que había pegado una buena madera 3 que no alcanzó a superar el cross bunker, falló desde metro veinte en el 8 para birdie y bajó el 9 embocando desde 2 metros luego de jugar un muy mal approach. Falló los fairways y greens del 10 y 11, en donde anotó bogeys, embocó de lejos en el 12 para birdie, pegó un excelente hierro en el 14 dejándola dada, 3 putts el 15 desde no muy lejos, approach y putt el 16 para par, falló en el 17 de 2 metros para birdie y par el 18 para 74.

Terminó y dijo que los greens habían cambiado de velocidad, que en un Major siempre el fin de semana están más rápidos que los primeros dos días y que aquí había sido al revés, pero que había pegado muy bien y que estaba conforme con su juego.

Las estadísticas nos dicen que acertó 9 fairways de 14, 13 greens y 34 putts, lo que nos habla a las claras que su problema estuvo en el green y que, como él dice, nunca se pudo adaptar a la nueva velocidad.

Mi primera pregunta sería si no se percató de que el día estuvo nublado y que los greens no se habían secado como en las tres primeras jornadas. Esta excusa imposible de creer es la que usa para no decir que dejó la pelota casi siempre muy lejos del hoyo y que ese fue el motivo de los dos primeros bogeys del día, que fueron los que marcaron su ronda final.

No creo realmente que se haya ido conforme. Salir sexto, estando a dos de la punta el domingo, no puede dejarlo contento y se da cuenta que el fin de semana de un Major no puede embocar. Los números no mienten y, en los últimos 7 grandes que ha jugado, su acumulado para los dos primeros días es de 9 bajo par, mientras que los fines de semana suma 21 sobre par.

La pregunta es si podrá volver a ganar, y realmente creo que va a volver a ganar torneos y Majors. Sigue siendo el mejor, pero sólo cuando su juego es sobresaliente en el green. Antes les ganaba jugando no muy bien, o, como dijo alguna vez, "hoy gané con mi 'B game'," lo que enfureció a muchos.

Antes, su mejor versión era inalcanzable para el resto, pero hoy el mejor Tiger tiene que pelear y mucho para poder ganar los grandes campeonatos. En dos semanas es la última gran cita del año, en una cancha muy cerrada, y en donde Tiger no jugó bien en 2003. Por ahora, la cassettera sigue en play, pero todos saben, incluido él, que la realidad es otra.

MUIRPHIL
Lo que parecía imposible sucedió. Phil Mickelson ganó el Open Championship y agregó su nombre a la galería de campeones en Muirfield, una selecta lista a la cual sólo los más grandes de la historia pertenecen.

Todo estaba listo para que Lee Westwood continuara con un verano inolvidable para los británicos. Rose en Merion y Murray en Wimbledon habían marcado el camino, pero el hombre que ha estado cerca tantas veces de ganar un Major no trajo su mejor juego el domingo.

El día amaneció con el mismo viento del este, quizás un poco más fuerte que los días anteriores pero con el cielo nublado, lo que hizo que los greens no se secaran como en las tres primeras jornadas. Sólo Stenson arrancó como para molestar a un Westwood que con un formidable birdie en el 5 jugaba esos primeros hoyos en par. Tiger arrancó mal sobre el green, mientras que Cabrera y Johnson solo hacían pares.

Mickelson peleó de ida y terminó con 34 golpes, exactamente lo que dijo que quería hacer para volver a ponerse en par.

Westwood salvó un milagroso bogey en el 7 y pensé que allí despegaba, pero fue todo lo contrario. Su juego empezó a desdibujarse y su putter no colaboró como los primeros días.

Scott tomó la punta con tres birdies en 4 hoyos, pero al igual que el año pasado anotó 4 bogeys seguidos del 13 al 16.

Fue allí donde Mickelson apareció en todo su esplendor. Primero fue un gran hierro en el 13 para sumar un birdie, enseguida vino otro en el 14, en el 15 embocó un segundo putt clave para mantenerse vivo y en el 16 hizo un approach y putt de esos que no se olvidan. Ya estaba al frente y en el 17 pegó dos maderas fabulosas (fue el único que llegó en dos), para otro birdie. Sólo quedaba el 18 y parecía que le alcanzaba con par, pero el zurdo pegó dos tiros fantásticos y selló su victoria con otro birdie.

Dijo Peter Dawson: "With the score of 281, the winner of the gold medal and Champion Golfer of the Year is Phil Mickelson". Suena bien.

CAMINO CORRECTO
Algunos recordarán que a comienzos de temporada decíamos que podíamos esperar un buen año de Ángel Cabrera. En el Masters nos confirmó que así sería y esta semana en Muirfield lo volvió a demostrar.

El cordobés mostró aplomo, paciencia para aguantar una cancha que estuvo indomable (sólo el ganador terminó bajo par) y se llevó el reconocimiento de todos. El punto de inflexión en el campeonato me parece que fue el final del sábado y el comienzo del domingo. En la tercera ronda pegó una mala salida en el 16 y se fue con doble bogey en el par 3, pero se recuperó con un muy buen birdie en el 17. Pegó un perfecto drive en el 18 y no tenía más de 145 yardas. El birdie allí lo ponía muy cerca de la punta, pero su segundo golpe terminó en el bunker y desde allí no se salvó.

Terminar así duele, pero sabiendo que no estaba lejos encaró el día final. Otra buena salida en el 1, limpia con su segundo tiro y otra vez falló desde metro y medio para salvar el par. Esos dos bogeys, que fueron seguidos a pesar de haber estado separados por casi 20 horas, marcaron el destino de Cabrera en el Open. Sólo hizo 3 birdies el fin de semana (2 el sábado y 1 el domingo), lo que nos habla de un putter que no colaboró.

El hecho más importante es que sigue mostrando cosas positivas, se volvió a meter entre los 50 del mundo (de donde jamás debió salir), juega el Bridgestone Invitational (World Golf Championship) y me da la impresión que tiene un lugar asegurado en la Presidents Cup.

Cabrera va por el camino correcto y eso es lo que importa.