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Alarmas que se encienden en River

BUENOS AIRES -- Alarmas que se encienden en forma prematura. Recién cuando River consiguió habilitar a Teo Gutiérrez y a Rodrigo Mora, las dos apuestas de Ramón Díaz para esta temporada, en la cual su equipo sueña con volver a dar una vuelta olímpica, ya en la cuarta jornada a la cima tiene que empezar a mirarla con largavistas. Le va quedando lejos.

La derrota contra Colón dejó al desnudo algunas fallas estructurales que necesitan una pronta solución. Ejemplos. Nuevamente la defensa le otorgó al rival ocasiones que no dilapidó. Después de tres jornadas sin que le convirtieran goles (dos por el torneo local, Rosario Central y Godoy Cruz, y una por la Copa Sudamericana, San Lorenzo), los desacoples del fondo, que parten por inconvenientes en la mitad de cancha, pusieron a River en una situación de extremo cuidado. De aquí al futuro serán casi nulas las posibilidades que tendrá de incurrir en nuevos traspiés. Pero eso no es todo...

Los dos goles que lleva anotados en cuatro jornadas también denotan que aquel inconveniente que lo viene persiguiendo desde la temporada pasada, no ha podido ser solucionado. Si bien la llegada de Teo Gutiérrez le acercó experiencia y una conversión, eso no alcanzo para ocultar falencias colectivas. Porque independientemente de algunos pasajes buenos, la carencia de acciones de tres cuartos de cancha hacia delante continúan siendo una constante. Ante Colón no es que River perdió pero lo tuvo en un arco a su oponente y no consiguió vulnerarlo, en absoluto, pese a que por pasajes ejerció un dominio, este fue, casi siempre, lejos del arco rival. Más allá de alguna acción aislada, le costó inquietar al arquero Germán Montoya.

La gran pregunta que se hacen todos los riverplatenses, es: ¿podrá el equipo torcer el rumbo y pelear arriba en este torneo? El material para hacerlo lo posee. Un plantel rico en individualidades que deberá aprender a sacar su impronta dentro del campo cuando las cosas no salen. También dependerá de la motivación del técnico y de su pericia para subsanar los inconvenientes. Ya no alcanza con un cautivante discurso público, el momento demanda urgencia y eficacia en las decisiones. Un certamen tan parejo por su mediocridad le ofrece posibilidades, pero tendrá que recogerlas ya mismo. Porque su margen de maniobra es muy escaso y sólo una seguidilla de victorias le posibilitaría enderezar su errático presente.

Algunos decían el domingo en el Monumental que era tiempo de dedicarse de lleno a la Sudamericana, de empezar a cuidar a los titulares. Tomar esa decisión, la cual seguramente Ramón Díaz no evalúa, sería de una torpeza extrema. Está dicho que lo que River debe empezar a hacer es ganar y que si hilvana una seguidilla seguramente conseguirá encolumnarse en los puestos de arriba. Poner todas las fichas en un certamen de eliminación directa podría dejarlo con las manos vacías muy rápidamente. El margen que le queda en el campeonato local es escaso, aunque aún puede corregir el camino. Ramón deberá desempolvar y tirar sobre la mesa sus armas de seducción, su experiencia, y los jugadores comprender que ya no hay más tiempo para errores.

A pesar de que resulta paradójico, la realidad del fútbol argentino marca que, al momento de haber podido habilitar a su plantel, River ya está en la cuerda floja. Tan descabellado como cierto. Con esto tendrán que lidiar los protagonistas y el público, que contra Colón ya comenzó a hacerles llegar muestras de fastidio. Sin olvidarnos, por supuesto, que se transita por el semestre políticamente más complejo. Las elecciones presidenciales están a la vuelta de la esquina y eso juega su partido, que casi siempre está asociado a la intolerancia. Dentro de semejante contexto, entonces, hay una sola palabra que es sinónimo de bálsamo: ganar.