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Torre y Cox, las dos caras de una moneda

Bobby Cox solo consiguió un título de Serie Mundial con los Bravos Jeff Gross/Getty Images

El Comité de Veteranos de la Era de la Expansión votó de manera unánime por exaltar al Salón de la Fama de Cooperstown a los managers retirados Joe Torre, Tony LaRussa y Bobby Cox.

Torre dirigió por 30 temporadas a los Mets de Nueva York, Cardenales de San Luis, Yankees de Nueva York y Dodgers de Los Angeles.

Aunque pasó sin penas ni glorias con los Mets, los Bravos, los Cardenales y los Dodgers, fue con los Yankees que alcanzó su clímax, al llevar al equipo a cuatro coronas de Series Mundiales y seis títulos de la Liga Americana en 12 campañas.

En total sumó como director 2,326 victorias, de ellas 1,173 con los Yankees, convirtiéndose en el manager más exitoso de todo el béisbol en los últimos 20 años.

Fue el hombre que sacó a los Yankees de un pantano perdedor por 18 campañas y le regresó a la franquicia todo su esplendor.

Merecida la inmortalidad para Torre, quien además fue un excelente pelotero a lo largo de 18 contiendas, con nueve participaciones en Juegos de Estrellas y un premio como Jugador Más Valioso de la Liga Nacional, cuando militaba con los Cardenales en 1971.

Por su parte, LaRussa es apenas el segundo dirigente en ganar Series Mundiales en ambas ligas, igualando la hazaña de Sparky Anderson, que lo hizo con los Rojos de Cincinnati(1975 y 1976) y los Tigres de Detroit (1984).

En seis participaciones en Clásicos de Octubre, LaRussa lo consiguió con los Atléticos de Oakland en 1989 y con los Cardenales (2006 y 2011).

A lo largo de 35 años al frente de los Medias Blancas de Chicago, los Atléticos y San Luis, acumuló 2,728 victorias,1,408 de ellas con los pájaros rojos.

Bobby Cox es el reverso de Joe Torre y el ejemplo supremo del manager incapaz de ese empujón final para la victoria.

Un pelotero puede no ganar jamás una Serie Mundial y eso no le resta mérito, pues depende del equipo al que pertenezca, pero en el caso de los dirigentes, no ganar es sinónimo de fracaso.

Ese fue Cox, un hombre al que la gerencia de los Bravos le puso una y otra vez en la mano equipos superfavoritos para ganarlo todo y en 25 años al frente de Atlanta solo consiguió una corona, en 1995.

Año tras año, los fanáticos de los Bravos sufrían la frustración de quedarse cortos y muchas veces gracias a decisiones ridículas, absurdas, de su manager, capaz, por ejemplo, de pasar intencionalmente a Bernie Williams en la Serie Mundial de 1996 para llenar las bases, aunque con ello colocara la carrera del empate en tercera y la de la ventaja en segunda.

O cuando ordenó a Greg Maddux regalar una base por bolas intencional en un segundo episodio de un partido sin mayor trascendencia, cuando su estelar serpentinero estaba atacando el récord de Bill Fischer de 84.1 innings en fila sin pasaportes.

Para alguien que logró 15 visitas seguidas a la postemporada y 2,504 victorias en 29 años, un sólo título en Serie Mundial no es mucho que celebrar y aplaudir.

Y mientras Torre, LaRussa y Cox celebran, el venezolano David Concepción tendrá que seguir esperando la llamada de Cooperstown, cada vez más lejana y difícil.