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¿Cuál fue el equipo del destino en el BCS?

Jameis Winston logró conducir a los Florida State Seminoles a su tercer título nacional. AP

MÉXICO -- En el fin de la era del BCS, el equipo con que todo empezó, los Florida State Seminoles, cierran el círculo.

FSU, el equipo que apareció en las tres primeras finales del Bowl Championship Series, ganando el título en 1999, cierra el capítulo de las encuestas y computadoras del fútbol americano universitario de más alto nivel con otro título, el tercero en la historia de la escuela, de manera dramática.

De paso, los Seminoles acabaron con el reinado de la SEC en la cima del fútbol americano colegial, derrotando a los Auburn Tigers por 34-31 en el legendario escenario del Rose Bowl. No es coincidencia que el equipo que juega el fútbol americano más parecido al de la SEC sea el que finalmente desplazó a esta conferencia de la cima.

Sin lugar a dudas, Auburn fue el rival más complicado que enfrento Florida State en la campaña. Así debía ser. Después de todo, hablamos de la gran final.

Los Seminoles llegaron al encuentro como la ofensiva Nº 1 del país en puntos anotados, y la defensiva Nº 1 del país en puntos recibidos, y habían ganado todos sus partidos por un margen de al menos dos touchdowns. A lo largo de la temporada, los Seminoles jugaban los cuartos periodos con jugadores suplentes.

Auburn se impuso el objetivo de obligar a Florida State a jugar cuatro periodos.

Lo consiguió.

Los Tigers --"equipo del destino", bautizado por algunos-- pegaron rápido y pegaron fuerte.

Tre Mason, finalista al Trofeo Heisman lideró un ataque terrestre contundente que hizo trabajar horas extras a los defensivos de los Seminoles. El corredor de Auburn llevó el ovoide en 34 ocasiones para 195 yardas y una anotación que, faltando poco más de un minuto por jugar en el encuentro, parecía la daga definitiva en el corazón de FSU.

El planteamiento ofensivo planteado por el entrenador en jefe de Auburn, Gus Malzahn, fue casi perfecto. Los Tigers, empleando una variante de la "triple option" en formación escopeta por buena parte del partido, supieron dictar el ritmo del juego y mantuvieron a Florida State adivinando. Los profundos de FSU debieron bajar constantemente a ayudar en contra de Mason, abriendo los enormes huecos en la cobertura de pase que el mariscal de campo Nick Marshall pudo explotar por buena parte de la velada.

Raras veces utilizaron la reunión previa a la jugada, y cuando lo hacían, se juntaban muy cerca del balón y al salir se colocaban rápidamente para evitar que FSU reaccionara a la formación que mostraban. En varias instancias del cotejo, los defensivos secundarios de los Seminoles mostraron confusión en las asignaciones.

Sin embargo, el plan defensivo de Auburn pudo haber sido, incluso, mejor.

Ellis Johnson, coordinador defensivo, manejó todo tipo de variantes en contra del ganador del Trofeo Heisman, Jameis Winston, y la ofensiva de Florida State. Cuando Auburn presionaba a Winston con solamente cuatro, los alas defensivas Dee Ford, Carl Lawson y Ladarius Owens, conseguían excelente profundidad evitando que Winston saliera rolando del bolsillo y lanzar en movimiento, uno de los puntos fuertes de su juego. Cuando Auburn enviaba cargas, usualmente eran por el centro, donde evitaban que Winston se plantara para alanzar con comodidad, ni tuviera una visión clara campo abajo. En casi todos los casos, los Tigers poblaron la línea de golpeo con linieros, apoyadores y backs defensivos, rara vez evidenciando su venía la carga o no. Los esquineros jugaron agresivos toda la noche.

Esto evitó que Florida State empleara las rutas de largo desarrollo que tanto gustan a sus receptores abiertos, en particular el inmenso Kelvin Benjamin.

A cinco minutos del intermedio, y con una ventaja de 21-3, parecía que Auburn se encaminaba a la victoria por paliza que varios expertos pronosticaron para ellos como víctimas.

Una serie de tres minutos y medio al cierre del segundo cuarto literalmente rescató el partido para Florida State. Los Seminoles fueron capaces de bajarle el ritmo a un partido que parecía haber empezado sin su participación, y le bajaron el volumen a los pases en favor de las carreras, incluyendo un par para Jameis Winston por diseño, que restablecieron un poco de confianza en el ataque. La jugada clave en esta serie fue un engaño de patada de despeje profundo en territorio de FSU que, de no haber sido exitoso, podría haber costado el encuentro.

Ese avance, junto con la segunda posesión del tercer cuarto de FSU, que culminaron con gol de campo de Roberto Aguayo tras cinco minutos y medio, empezaron a equilibrar la balanza estadística en el juego y cerraron la brecha en el marcador, a 21-13.

Lo mejor estaba por venir.

Los Tigers gozaron nuevamente de la buena fortuna que les acompañó ante Georgia y Alabama, y pese a que en tres ocasiones distintas hubo balón suelto en patadas, nunca perdieron la posesión del ovoide.

Después, llegó la jugada que entregó el momento del encuentro, por primera vez, a Florida State. En segunda y 16, desde la yarda 34 de Auburn, Marshall telegrafió un pase hacia la banda derecha que terminó siendo interceptado por P.J. Williams. Acá la fortuna también le guiñó el ojo a los Seminoles: al ser derribado Williams, dejó caer el ovoide al piso, pero fue recuperado providencialmente por el back defensivo Lamarcus Joyner, quien tuvo uno de los mejores partidos a nivel individual para la defensiva de los 'Noles, junto al tackle Timmy Jernigan y al ala Mario Edwards.

Florida State, con su mejor posición de campo de la noche para iniciar una posesión, cobró touchdown en un pase al fullback Chad Abram por derecha que dejó el encuentro 21-20, todavía a favor de los Tigers.

Auburn respondió con una de las mejores series del encuentro, consumiendo más de seis minutos a nombre de Mason casi en su totalidad, para sumarle un gol de campo a su cuenta, pero la patada de salida subsecuente fue devuelta hasta la anotación por Kermit Whitfield, y repentinamente los Seminoles se encontraron arriba en el marcador por primera ocasión desde que en su primer avance anotaran 3 puntos cortesía de la pierna de Aguayo.

El momento del partido estaba volcado por completo para Florida State, y la noche se llenó de cánticos de guerra y hachazos.

Pero los Tigers no podían morir así. No después de sobrevivir a los Bulldogs y al Tide, gracias a los milagros de Ricardo Louis y Chris Davis. La pregunta para Auburn era, ¿a quién le tocaba hacer magia ahora, con cuatro minutos y medio por jugar?

Los Tigers recurrieron a su excepcional corredor y no se equivocaron.

Auburn montó una serie en la que Marshall completó dos pases críticos para Sammie Coates, uno de 15 y otro de 17 yardas, y Mason acarreó el ovoide en cuatro ocasiones --incluyendo una escapada de 37 yardas hasta las diagonales-- para poner a los Tigers arriba nuevamente en el marcador, por 31-27.

En la serie previa de touchdown de Florida State, Winston había respondido al reto de conducir a su equipo hasta la zona prometida en el último cuarto, abajo en el marcador.

Con un minuto y algunos suspiros más, ¿sería capaz el Heisman reinante de volver a hacerlo?

Winston, quien estadísticamente no tuvo uno de sus mejores encuentros en la campaña, lo hizo. El pasador de Florida State completó siete de ocho envíos en el avance final, que consistió sólo en pases, y le puso el toque final a una noche memorable con una conexión de 2 yardas para Benjamin al estilo "Alley-oop", sellando una de las victorias más dramáticas en un juego por el título universitario.

La gran duda para FSU de cara al partido era, después de las palizas que repartieron a lo largo de la temporada regular, saber cómo reaccionarían en caso de que el partido estuviera cerrado hasta el final, y debiera decidirse en un último avance.

Los Seminoles respondieron guiados por el mejor jugador universitario de la campaña.

Definitivamente, Auburn tenía toda la pinta de "equipo del destino". De haber ganado, nadie podría haber objetado sus méritos para llegar hasta el partido final, ni sus méritos para llevarse una victoria que durante buena parte de la noche parecía suya.

Pero Florida State tuvo algo de "equipo del destino", también. Después de todo, se trata de un grupo que no perdió ningún partido, pese a la derrama de talento que aportaron al draft de la NFL del año pasado. Y sobre todo, fueron conducidos hasta el objetivo final por un mariscal de campo de primer año, que toda la temporada tuvo que resistir y tolerar las acusaciones respecto a un supuesto asalto sexual del cual fue exonerado días antes de que se le otorgara el Heisman. Un título bajo esas condiciones no es ningún paseo.

Los Seminoles tuvieron el pretexto perfecto para rendirse y quedarse en el camino. Después de todo, otras ediciones de este programa --con igual o más talento en el equipo-- lo hicieron en años previos. Las distracciones legales por el caso de Winston no fueron un asunto menor.

Después de algunos años de capa caída para el programa, qué mejor que sea Florida State quien cierre el círculo de la era BCS que inició cuando los Seminoles estaban en su apogeo bajo Bobby Bowden, quien de paso fungió como capitán honorario esta noche.

El lema que predicaron los Seminoles a lo largo de toda la campaña, y en particular Winston fue: "Nosotros hacemos nuestro destino".

Y no hay mejor "equipo del destino" que aquel que se lo construyó a lo largo de toda la temporada, incluyendo esta noche en el Rose Bowl.