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Con viento en popa

VALENCIA-- A Mario Lissón le está resultando común eso de salir del dugout a saludar a los fanáticos, con el brazo en alto.

El bateador con más jonrones en una temporada del béisbol profesional venezolano, 28, contando la ronda eliminatoria y los playoffs, volvió a hacerlo el viernes en el estadio José Bernardo Pérez, en ruta a la segunda victoria consecutiva de sus Navegantes sobre los Caribes.

Su jonrón solitario, que transitoriamente le dio ventaja al Magallanes, entusiasmó al público que llenó el parque. De paso, le dio otra marca. Con los dos que lleva en la serie, suma 17 bambinazos en juegos de postemporada con el uniforme de la nave, la misma cantidad que acumuló una leyenda de la franquicia, su actual coach Richard Hidalgo.

El coro de la gente surgió de inmediato: "¡Lissón! ¡Lissón!", cantaron en las tribunas y las gradas.

Otro baño de multitudes para el caraqueño.

"Me gusta inspirar como sea", sonrió Lissón, después del juego. "Si esos batazos sirven para eso, me parece perfecto".

Sirven para inspirar a sus fanáticos, sí. Puede que inspiren a sus compañeros. Sirven también para inspirar respeto en el contrario.

El manager Alfredo Pedrique se topó con Lissón en el momento clave del segundo juego. Con hombres en segunda y tercera, sin outs y la disyuntiva de lanzarle o no al slugger.

Ha podido tratar de ponerlo out, porque atrás venían Juan Rivera y Pablo Sandoval, temible dúo en esta postemporada. Ha podido ordenarle al catcher José Gil que le hicieran pitcheos incómodos, un modo disfrazado de darle la base, con la posibilidad de verlo embarcarse con un mal envío.

La tercera opción, movida por el respeto al buen momento de Lissón, era entregarle el boleto intencional y llenar el pasaje. Así hizo Pedrique y Rivera empujó la de la ventaja definitiva, a continuación.

¿Cuál hubiera sido la suerte de los orientales, si trabajan al inspirado infielder? Es imposible saberlo, porque nunca se hizo. Pero el medio del lineup de los Navegantes es hoy más peligroso que el propio Estrecho del Magallanes, al que los turcos deben su nombre.

"El swing está en su mejor momento", avisó Lissón, satisfecho. Como el de Rivera. Como el de Sandoval. Como el de Ramón Hernández.

La diferencia en la serie, hasta ahora, no es esa, sin embargo. Los bates indígenas también han producido, con cuadrangulares para Alexi Amarista, Oscar Salazar y Gil. El pitcheo abridor de ambos contendientes ha estado flojo, pues apenas Carlos Zambrano ha logrado una buena apertura.

La diferencia ha estado en que los navieros han hecho las jugadas, no han cometido errores al campo y han aprovechado cada fallo de los contrarios.

"No hemos ejecutado y por eso perdimos los dos primeros juegos", dijo Pedrique.

"Para nosotros ha sido el escenario perfecto", repostó García. "Hemos bateado y el pitcheo de relevo ha sacado los outs importantes".

La otra diferencia está en ese bullpen A, el de los innings finales. Sin Deolis Guerra, uno de sus brazos principales, cerraron el triunfo del viernes con una sucesión de 11 bateadores a partir del sexto tramo, 10 de los cuales fallaron.

"No podemos confiarnos", alertó Sandoval. Bien sabe que, como ya prometió Pedrique, Anzoátegui saldrá este sábado a defender su casa y la vida que le queda en esta serie final.