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Prueba superada

BUENOS AIRES -- Prueba superada. Aquel desafío que se planteaba en la previa sobre si era posible que River mantuviese el nivel que había exhibido en la pretemporada, tuvo un fuerte sustento en la realidad. No sólo porque consiguió a derrotar a Gimnasia, sino porque además lo hizo con claridad, sin pasar sobresaltos, más allá de que el resultado no haya sido tan holgado. Dominó desde el fútbol y desde lo anímico.

Hoy la cabeza le funciona, su autoestima llega hasta el cielo. Sabe que puede y además cree que puede. Cada una de las piezas de este mecanismo tiene en claro cuál es su función. Y tiene una persona adentro del campo que llegó para apuntalar el solitario liderazgo que ostentaba Leonardo Ponzio. La referencia es para Fernando Cavenaghi, quien en su regreso al Monumental demostró que la idolatría se retroalimentó.

Ese amor que manifiesta tener por River (y refrenda con hechos), lo ha convertido en el gran líder del grupo. Y además, como un complemento necesario, está atravesando por un gran momento futbolístico.

Por supuesto, hay que enmarcar todo lo señalado dentro de un contexto insoslayable: recién va una fecha de torneo. Los elogios, que parecen desmedidos, son justamente porque tuvo un gran debut, no tienen efecto residual ni son retroactivos. Porque en el fútbol es fácil confundir los tiempos. El anacronismo suele ir de la mano de aquellos que refutan opiniones. River jugó y ganó muy bien ante Gimnasia. Si continúa por este sendero el futuro se le presenta auspicioso, así de sencillo. Es posible que mañana no rinda o que pierda un partido increíble, entonces el análisis será crítico.

Para llegar al escalón más alto del podio en este tortuoso camino, obviamente que deberá mejorar en algunos aspectos de su juego. Por ejemplo, ese rubro que viene siendo un karma desde la temporada anterior: el sacarle provecho a las chances de gol que genera. Que en el caso del domingo fueron muchos, pero sólo logró anotar uno y lo hizo mediante un remate de media distancia de Leonardo Ponzio. Quien festejó con una mueca de fastidio hacia la gente, un dato que no es menor, porque esa exteriorización se detonó producto de la impaciencia que trasmitió el hincha.

Desde el comienzo, con River siempre en posición de ataque, desde las tribunas se escuchó un murmullo cuando el equipo lateralizaba el juego buscando armar grietas en la defensa de Gimnasia. Pues bien, la ansiedad del público demandaba otra cosa, una rápida resolución de la historia, algo que, se sabe, no es una buena compañera de ruta. Otro punto a favor, entonces, es que el equipo logró también modificar ese estado de ánimo de los hinchas.

¿Qué va a pasar cuando se enfrente a un equipo con mayores ambiciones ofensivas que el tibio Gimnasia? Quizás las cosas no le resulten tan sencillas, claro, pero si continúa madurando como equipo, cuando le lleguen esos desafíos, estará listo para superarlos.