<
>

Sólo es un juego...

La Copa de la FIFA se paseó por México. Y la percibimos, la tocamos, la añoramos, la soñamos y la vimos irse. El futbol mexicano, sus actores -futbolistas, dirigentes, aficionados y hasta periodistas- se preparan para introducirse en un túnel donde la ficción supera a la realidad y donde el mensaje y el deseo son demasiado poderosos para advertir de los peligros, donde el ambiente festivo de un Mundial trasciende por sobre todos los sentidos y la sensatez, pero al final del día me quedo con una frase de un longevo guardameta que ha participado en tres Mundiales para México: "Esto sólo es un juego".

LOS ANGELES, CA -- El presidente de México la tomó entre sus manos, la acarició, le sonrió y luego, con un tono entre bromista y soñador dijo que esperaba que Miguel Herrera y sus jugadores la trajeran de vuelta el próximo verano.

La Copa de la FIFA pasó por México. Se mostró en diferentes sitios públicos y llegó hasta la propia casa presidencial. Y como ocurre cada cuatro años alrededor de un Mundial se genera una expectativa surrealista capaz de esparcir ilusiones entre los aficionados y convencerles de que más allá de los precarios momentos que ha vivido el futbol mexicano y de la imposición histórica que significa el propio Mundial, la esperanza nunca muere.

Y Miguel Herrera soltó, en su momento, el primer grito de alivio para esos aficionados: Quiero hacer el mejor Mundial en la historia de México. Los dirigentes reaccionaron de maneras distintas. Unos le agradecieron el gesto que sin duda colabora en uno de los principales usos y objetivos con los que cumple la selección -las ventas y el éxito del negocio- y otros más que fruncieron el ceño sabiendo que esa promesa o anhelo no tenían los fundamentos deportivos apropiados.

Sea como sea, el futbol mexicano, sus actores -futbolistas, dirigentes, aficionados y hasta periodistas- se preparan para introducirse en un túnel donde la ficción supera a la realidad y donde el mensaje y el deseo son demasiado poderosos para advertir de los peligros, donde el ambiente festivo de un Mundial trasciende por sobre todos los sentidos y la sensatez.

Pero la verdad, la única verdad, la saben los protagonistas principales del verano: los futbolistas, que conocen sus virtudes, sus defectos, sus alcances y sus posibilidades. Ellos saben lo que tienen y lo que no tienen, ellos saben la verdad y la mentira. Durante la semana, coincidí en un evento con Oscar Perez, el famoso "Conejo", jugador de 41 años, portero del Pachuca, que jugó tres Mundiales para México, dos de ellos como titular. Y Oscar me confiaba: "Uno nunca puede menospreciar el poder de un equipo, de un grupo bien unido y mentalizado. Puede que sea verdad que hayamos tenido mejores generaciones futbolísticas que ésta, pero esto sólo es un juego y un Mundial saca lo mejor y lo peor de ti como futbolista".

Dentro de las palabras y el concepto del "Conejo", me queda una frase: "Esto es sólo un juego". Y sí, el longevo guardameta del Pachuca sabe al final del día, el balón rodará y seguramente rodará a favor de aquellos equipos que tengan la capacidad histórica de mandar en un Mundial de futbol. Otros, como es el caso de México, tratarán de sorprender, apoyados en la mentalidad de un grupo que debe estar unido y en la creencia de que los futbolistas que sean escogidos pata el evento terminarán dando lo mejor de sus cualidades.

La Copa de la FIFA se paseó por México. La vimos, la tocamos, la añoramos, la soñamos, y hasta ahí nada más. Será difícil -por no decir imposible- que le veamos de vuelta pronto, pero los retos hay que afrontarlos, el Mundial hay que atesorarlo como una oportunidad y como dice sabiamente "El Conejo": "Esto sólo es un juego...".

@Faitelson_ESPN