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El Tigre del tenis mexicano

El Tigre jugará el Morelos Open ESPN.com

CUERNAVACA -- Dos lunares alargados, casi en forma de rayas recorriendo su pierna izquierda, definieron su nombre. Eso, y el amor de su padre por los animales. Tigre, decidió Jorge Hank Rhon que se llamaría el cuarto hijo de su matrimonio con Minerva Krauss. El nombre singular, entonces, iría de la mano con ese apellido pesado, conocido, con historia en México.

"Yo estoy encantado con mi nombre. Sobresale, y me ha creado muchas oportunidades con las personas", cuenta Tigre Hank, tenista, 642 del ranking mundial y uno de los jóvenes mexicanos en ascenso en el circuito masculino. "Un nombre normal no llama la atención. En cambio, éste es único. Igual que Lobo, el nombre de mi hermano menor. Me gusta muchísimo".

Tigre es nieto de Carlos Hank González, quien fuera primero diputado y luego gobernador del Estado de México en los '70. Su padre Jorge fue presidente municipal de Tijuana y es la cabeza del poderoso Grupo Caliente, líder en el negocio de las casas de apuestas en territorio mexicano.

"Llevar el apellido Hank es muy padre", dice Tigre, que esta semana jugará el Morelos Open, un nuevo torneo Challenger de 75 mil dólares que se disputa en las canchas duras del Camino Real Sumiya, en Cuernavaca. "Mi abuelito, muchas personas hablan muy bien de él. Me cuentan que era un gran hombre. Mi papá, lo mismo. Me parece una persona increíble. Tengo mucho orgullo de lo que lograron ellos. Nunca nos han puesto presión, pero tú solito tienes las ganas de continuar con lo que han hecho. Me alegra mucho ser parte de mi familia".

Fue en la cancha de tenis que sus abuelos Carlos y Guadalupe tenían en su casa del DF, donde Tigre comenzó a jugar. Tenía apenas 3 años. A los 10, se mudó solo a la Academia de Nick Bollettieri, en Florida. Allí estuvo hasta los 18, construyendo su tenis y creciendo. A la fuerza.

"Fue una experiencia dura, muy dura", recuerda Tigre, quien allí tuvo como coaches a Álvaro Bedoya y Gabriel Jaramillo. "Por un lado te encuentras en un ambiente muy competitivo, donde todo mundo está acostumbrado a tener lo que quiere, y a conseguirlo. No es tan simple hacer amigos. Por otro lado, aprendes a ser más independiente. Estás tú solo, y muchas cosas las debes ver de una manera más adulta. Tú debes aprender solito cómo funciona todo. Fue una experiencia que me sirvió de mucho, pero no fue placentero".

Su salida de Bollettieri fue traumática. Y marcó un quiebre en su carrera como tenista. "Mis coaches se habían ido seis meses antes. Un lunes estaba entrenando y los nuevos administradores me dicen: 'No has pagado la semana, no puedes entrenar'. Yo les respondí: 'La pago mañana. Llevo aquí 8 años, pagando igual o más de lo que corresponde. No puedo sacar ahora 1500 dólares de la bolsa para darte'. Pero no aceptaron. Le dijeron a quien estaba jugando conmigo que dejara de hacerlo. 'Si no pagas, no entrenas', me dijeron. Y yo les contesté: 'Si no me dejas entrenar, me voy ya'. Y me fui".

Tigre no solo dejó la academia, sino también su incipiente carrera en el tenis. "Sentía que era algo que se me había impuesto. Se había convertido en un trabajo. Ya no me gustaba que me impusieran cosas. Ya no lo disfrutaba", dice. Entonces, a los 18, se convirtió en un ex jugador.

Desde diciembre de 2010 a Julio de 2012, Hank no jugó torneos profesionales. En cambio, se dedicó a estudiar Ingeniería Industrial en la Universidad de las Américas, en Puebla. Pero una conversación con su padre, hace dos veranos, lo ayudó a reencontrarse con el deporte.

"Tuvimos una charla en Tijuana. Me preguntó cómo la estaba pasando en la universidad, y yo le dije: 'La verdad, muy aburrido'. No me gustaba tomar, salir, no era muy social. Y en la universidad sales, tomas, y estás de fiesta. Era un ritmo de vida mucho más lento. Cuando le dije eso, me preguntó por qué había dejado de jugar, si tenía potencial como tenista. Me dijo: 'Es una carrera muy única. Si no tienes la habilidad atlética, no puedes hacerlo. Y tú que la tienes, debes de aprovecharlo. E intentarlo de nuevo. Los estudios puedes retomarlos más adelante'. Fue una de las cosas que más me puso a pensar. Me ofreció la oportunidad de apoyarme, y yo dije que sí. Decidí volver a empezar, pero tomando mis propias decisiones. Desde entonces, el tenis se ha vuelto algo más personal. Ya nadie me lo impone. He recuperado el cariño".

En 2013, Hank completó su primera temporada completa como profesional, luego del regreso a las canchas. A fin de año, en Mérida, ganó su primer título Future, viniendo de la qualy. Y dos semanas después sumó una final más, lo que le permitió saltar del puesto 1480 del ranking ATP hasta el 684.

En este 2014 hizo su debut como integrante del equipo mexicano de Copa Davis que derrotó a Guatemala como visitante. Esta semana recibió un wild card para jugar el cuadro principal del Morelos Open. Y la semana que viene tiene una invitación para disputar la clasificación del Abierto Mexicano de Tenis. Para Tigre, es el momento de seguir creciendo.

"Los golpes siempre los he tenido bastante bien", dice el zurdo. "Lo que me ha molestado es la mentalidad. Parar dos años me relajó mucho, y cambió mi perspectiva. De aquí a noviembre no tengo que defender puntos. Entonces, me gustaría seguir subiendo. A final de temporada quisiera me ser el 1 de México y estar entre los 300 mejores del mundo".

Hank tiene físico y tenis para convertir en realidad sus aspiraciones. Su manera de encarar cada día es simple: "Un partido de tenis es un partido de tenis. Tienes que ganarle al otro y ya. Hoy no debes ser mejor que el resto. Hoy debes ser mejor que tu rival. Los otros 30 en el torneo, no importan". También tiene en claro quién es: "Soy una persona muy especial, y hago las cosas cuando quiero y como quiero".

Dice que evita entrenar sin sentido. Pero ayer pisó los courts en tres turnos diferentes. Al fin, dentro de la cancha, ni el nombre ni el apellido ganan los partidos. En el duelo uno contra uno, se impone el que mejor juega. El que más lo quiere. Y Tigre Hank, ahora, tiene hambre de éxito.